Por Francisco Herranz
Balance tras un año y medio de pandemia
A punto de cumplirse un año y medio de la declaración por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que calificaba la epidemia de COVID-19 como pandemia, el mundo sigue traumatizado por las consecuencias masivas que ha generado y está generando.
Estos son algunos de esos efectos:
El virus vino para quedarse
"Erradicar un virus es prácticamente imposible y éste ha venido para quedarse; se irá adaptando. Llegaremos a un cierto equilibrio en el que nos dará problemas, pero ya no será una situación pandémica de emergencia, como ahora", asegura el catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra, Ignacio López-Goñi.
Lo que se trata es de reducir su incidencia porque, cuanto más circule el virus, más variantes pueden aparecer, lo que implica riesgos desconocidos porque no podemos descartar una más letal que la anterior. "Hay una incertidumbre importante" en lo que se refiere a la evolución del coronavirus, que suele adaptarse muy bien al medio para resistir más tiempo, porque necesita un ser vivo, en este caso, un humano, para multiplicarse.
El bicho seguirá mutando, porque eso precisamente está en su naturaleza de agente patógeno. La mutación en realidad es un error por azar de la replicación de su genoma. Una mutación que luego perdura, o no, dependiendo de las circunstancias. La variante delta es ahora la más extendida por todo el planeta, y es más contagiosa que la cepa principal, pero ya ha surgido la variante lambda —los nombres proceden del alfabeto griego—, que también se caracteriza por una alta transmisibilidad.
No sabemos cómo evolucionarán las nuevas variantes del virus. Algunos datos de EEUU sugieren que en ciertos estados están aumentando los casos en menores de edad, aunque hay que tener en cuenta que en algunos de esos lugares las tasas de vacunación son muy bajas, porque los ciudadanos que se oponen a esta solución constituyen un colectivo considerable. Y no se encuentran sólo allí.
Por desgracia, el ritmo de vacunación a nivel global continúa siendo muy irregular, lo que no favorece la inmunidad colectiva. Está muy desequilibrado y es radicalmente distinto, según las zonas geográficas que sean examinadas. Aquí también vuelve a ganar el mundo rico.
Por ejemplo, España, Israel, el Reino Unido, Francia, Italia y Alemania han vacunado con la pauta completa a más del 50% de sus respectivas poblaciones, pero Brasil y México solo lo han hecho a más del 30% y la India, a menos del 10%. En África, la situación es incluso peor. En algunos Estados como Camerún o Tanzania no llega ni al 1%.
Latinoamérica, muy golpeada
En cuanto al número de afectados y víctimas mortales, las estadísticas ofrecen resultados muy llamativos.
Desde diciembre de 2019, fecha en la que apareció la enfermedad en China, hasta el 23 de agosto, la epidemia ha provocado 4,43 millones de muertos; 211,7 millones de personas contrajeron la enfermedad.
Después de Estados Unidos que reporta 628.503 fallecidos con 37,7 millones de contagios, los países con más víctimas mortales de todo el mundo son:
-Brasil, con 574.527 muertos y 20,5 millones de casos;
-la India, con 434.756 muertos (32,4 millones de casos);
-México, con 253.155 muertos (3,2 millones de casos);
-Perú, con 197.879 muertos (2,1 millones de casos).
Es fácil deducir que Latinoamérica es uno de los subcontinentes más golpeados. Entre los países más castigados, Perú registra la mayor tasa de mortalidad, con 600 decesos por cada 100.000 habitantes, seguido de Hungría (311), Bosnia (296), República Checa (284), Macedonia del Norte (272) y Brasil (270).
Por continentes, África es uno de los que presenta menos incidencia: 189.255 fallecidos (7,5 millones de contagios), frente a América Latina y el Caribe que sumaba 1.421.977 fallecidos (42.668.413 contagios), ¿a qué se debe eso? Los estudios muestran que el coronavirus se reproduce más en zonas urbanas y concentradas y ataca a la gente de más edad. El 55% de la población africana vive en zonas rurales y solo el 3% tiene más de 65 años.
Es esencial seguir impulsando la vigilancia epidemiológica, secuenciando y analizando cómo cambia el maldito SARS-CoV-2. También es imprescindible fomentar la inoculación, porque el virus se mueve donde le dejamos, principalmente entre los no vacunados. Por eso es fundamental que haya más inmunizados en Latinoamérica. Apoyar la iniciativa COVAX, que fomenta la donación de vacunas a países pobres, debería ser una obligación moral de aquellas naciones que tienen viales de sobra para compartir. Ahí queda mucho por hacer porque la Unión Europea apenas ha entregado el 6% de las dosis comprometidas.
Por otro lado, ninguna de las vacunas que actualmente se administran en los cinco continentes son efectivas al 100%, y en una situación de alta circulación del virus, como la que actualmente vivimos, algunas personas vacunadas se infectan, enferman e incluso fallecen.
Más que una crisis económica
La pandemia ha generado una crisis económica sin parangón. Según los datos del Fondo Monetario Internacional, la economía mundial se hundió un 3,5% en 2020, lo que representa la recesión global más profunda desde la época de la Segunda Guerra Mundial. El impacto directo en el sector del turismo y otros próximos ha sido cuantificado en unas pérdidas de 4 billones (4 millones de millones) de dólares en 2020 y 2021. Y lo peor es que este largo y duro trance puede convertirse en una crisis de desarrollo a largo plazo, del que cueste recuperarse.
De hecho, ya ha provocado un fuerte aumento de la pobreza extrema en 2020, con 88 millones de personas más a los 115 millones que había entonces. En este escenario, sin asistencia exterior, los países menos desarrollados son los más vulnerables porque carecen de redes de seguridad económicas y su sustento se ha visto muy perjudicado por las medidas asociadas al confinamiento, por ejemplo, la reducción de las remesas enviadas por los inmigrantes.
Transformaciones sociales y laborales
La crisis todavía abierta ha provocado una fuerte transformación en los modelos de negocio y en los hábitos de los consumidores. El teletrabajo se ha disparado, alcanzado niveles inauditos. El mismo fenómeno lo ha experimentado el e-commerce. La fuerte digitalización ha crecido de forma exponencial, exigiendo que se reforzaran las estructuras de telecomunicaciones y de ciberseguridad.
Fuente: Sputniknews
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