Cultura, Arte y Eventos

Por Marcos Doño

ALGO MUY GRAVE ESTÁ PASANDO CON LAS PALABRAS

(Por Marcos Doño) Esta vez que nos hable Gabriel García Márquez. Que sea él quien nos ayude a alertarnos sobre el peligro que conllevan las palabras cargadas de odio, de paranoia y locura. Y que sea con este breve cuento, que alguna vez leyó en un congreso de la lengua. En él está la enseñanza de cuánto poder destructivo pueden llegar a tener las palabras cuando ruedan como piedras caídas desde un barranco, y sin que nadie las detenga a tiempo.

El muy nuestro escritor colombiano, quien entendió como nadie la esencia de la vida y los sueños de los pueblos latinoamericanos, acaso como pocos tratados del campo de las ciencias sociales han logrado penetrar, nos ayudará a entender una Argentina presente, en la que la conspiración y el discurso falaz parecen haber secuestrado a la verdad, así como lo haría un ejército de ocupación que invade un territorio y se apropia de la identidad de sus habitantes. Y resulta que ese territorio es hoy nuestra Argentina, su gobierno y su pueblo, acosados de peligros, enfrentados a mentiras y conspiraciones.

Por eso este cuento, porque es la metáfora de los peligros que se ciernen sobre quienes nos hemos decidido a vivir en paz y con justicia social. Por eso este cuento, porque es hora ya de que tomemos el riesgo por las astas y miremos de frente las amenazas y las profecías que nos auguran a diario una nueva catástrofe, un castigo divino, el diluvio final.

Por eso este cuento, porque los malos augurios no tienen un origen divino sino que son el eco de una trama real, pergeñada para asestar su golpe en medio de la confusión y el marasmo social. Por eso este cuento, porque aún es tiempo de detener lo que aún es evitable.

Cuento

ALGO MUY GRAVE VA A SUCEDER EN ESTE PUEBLO

(Por Gabriel García Márquez)

Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde: -No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo. Ellos se ríen de la madre. Dicen que esos son presentimientos de vieja, cosas que pasan. El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice: -Te apuesto un peso a que no la haces. Todos se ríen. Él se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla. Contesta: -Es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo. Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con su mamá o una nieta o en fin, cualquier pariente. Feliz con su peso, dice: -Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto.

-¿Y por qué es un tonto? -Hombre, porque no pudo hacer una carambola sencillísima estorbado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo. Entonces le dice su madre: -No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen. La pariente lo oye y va a comprar carne. Ella le dice al carnicero: -Véndame una libra de carne -y en el momento que se la están cortando, agrega-: Mejor véndame dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado. El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar una libra de carne, le dice: -Lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas.

Entonces la vieja responde: -Tengo varios hijos, mire, mejor deme cuatro libras. Se lleva las cuatro libras; y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor. Llega el momento en que todo el mundo, en el pueblo, está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto, a las dos de la tarde, hace calor como siempre. Alguien dice: -¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo? -¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor! (Tanto calor que es pueblo donde los músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos.) -Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha hecho tanto calor.

-Pero a las dos de la tarde es cuando hay más calor. -Sí, pero no tanto calor como ahora. Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz: -Hay un pajarito en la plaza. Y viene todo el mundo, espantado, a ver el pajarito. -Pero señores, siempre ha habido pajaritos que bajan. -Sí, pero nunca a esta hora. Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo. -Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me voy. Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde está el pobre pueblo viéndolo. Hasta el momento en que dicen: -Si éste se atreve, pues nosotros también nos vamos. Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo.

Se llevan las cosas, los animales, todo. Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice: -Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa -y entonces la incendia y otros incendian también sus casas. Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, clamando: -Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca…

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