Por Ariel Prat
Apretando los dientes
"El Sanatario 1030",es el programa que conduce Ariel Prat "El Juglar" por Radio Del Plata los lunes a medianoche . Como para que sus editoriales o crónicas lunáticas no solo queden vibrando en el éter, el autor y colaborador de Motor Económico, en un orden aleatorio, las acerca a lxs lectorxs del portal para compartir sensaciones. Como dice la presentación radial: Desde el arte a lo cotidiano. Desde lo académico a lo callejero. Desde el fútbol hasta el sofá. Desde la cama al living o desde la bóveda al pozo, estallan los prejuicios y las ignorancias bien aprendidas en años de zonceras repetidas"
(Por Ariel Prat) Mirá lo que te digo Juan…a vos te gusta el fútbol, la gambeta, la locura, el abrazo de cancha cuando un gol en la tribuna o te va cualquiera que le juegue lindo más allá de tu cuadro Juan, no me dejes mentir…te pasó con el Bocha Juan, o hasta con Riquelme ¡vos que sos hincha de River Juan!
Porque todos nosotros, no tenemos camiseta cuando se trata de los que te conmueven en el cuore y elevan al fútbol de categoría y pasa de ser un deporte cualunque a una regla física estudiada por científicos, a una religión sin líder, un virus que en la sangre se propaga fuera de género y condición social y produce generaciones de infectados que en lugar de morirse, regenera alegría no exenta de sufrimiento y reformula la condición humana Juan…no quiero ahora hablar de la violencia o los negocios del fútbol Juan, ya se no me digas…porque en realidad quería hablar, relucir, homenajear a uno que nos ofreció la alegría y la razón de ser amantes de la pelota, que es la vida misma en pantalones cortos, el referí no se te cruza y genera que el juego se parezca a lo que queremos en el fondo de esta vida Juan…Me voy referir al Loco, o al Hueso, o al Queno, a ese que apenas jugó 26 minutos de su vida profesional en el club que ama y es de color verde en el corazón del bajo Juan.
Al pibe endemoniado, que nació en Santiago del Estero y se vino con la familia a la villa a soñar una vida mejor, que la rompió en el Globo años más tarde y por eso fue convocado a lucir la blanquiceleste para ser campeón mundial en el desquiciado 78. Don René Orlando Houseman, como no ibas a adivinarlo Juan, de ese quiero hablar ahora. Hay en él la reencarnación de la figura del maldito estigma del wing. Todos los vicios y costumbres que les asignan aunque tal vez un wing no chupó más que una naranja en toda su vida, y aunque así fuera, no escapa al implacable veredicto de ser un loco. Lo que importa es que esa gambeta y esa locura impensada, son impuestas por ese destino que se transforma en sueño de primera, antes de pasar por el gol, el campeonato y si se llega al fina a debutar en primera a lo grande. Y él loco René tuvo todo eso en sus pies previo nacimiento en su cabeza de pájaro libre. Esa cabeza que por afuera nunca recibió tratamiento capilar y ni en su cara una visita a despejar las arrugas que la vida en rayas lo marcó.
Que bah…esas arrugas llevan barrio y esquina, café, billar, noches largas de postres amargos y sobre todo compañeros y amigos sin la frontera mentirosa que confunde pueblo con marketing. En ese mapa nunca estuvo René, Juan…pero sí estuvo en Rosario esa noche que luego de golear a Perú y en pelotas en las duchas saludó sin taparse las cuestiones al dictador oportunista, no estuvo en largas noches de Recoleta dejando propinas como sueldos que no gana ni todo Fuerte Apache pero si en las noches de carnaval murgueando con Los Audaces del Bajo, acercando a la murga del barrio todo el cariño perenne que los barrios incrédulamente atestiguaron a través de su magia uniendo dos pasiones como son fútbol y murga y viajando en un bondi, no en un auto de alta gama rodeado de chetos chupaculos que en una noche de sobriedad de country mandan preso a todo morocho que lleve gorrita o le meten bala, no Juan, él loco siempre firme junto a su gente como cuando se abrazaba a través del alambrado en el Ducó, fiel a sí mismo, con todo los riesgos asumidos pero con la nobleza del que no se entrega sabiendo que le toca barajar y dar de nuevo sin cartas señaladas en el buffet, porque hablando de cartas, no se puede con la magia de este guapo sabio, y la que acecha como ahora en su camino, no sabe a quién se enfrenta Juan…justamente a él que gambeteó hasta a los palos del córner…
No quería hablar de fútbol ni de colores, solo quería recuperar la poesía que como todo poeta, aunque haya escrito a los veinte, nos lleva a conmover a los contemporáneos como a los que vendrán en ese remolino de emociones que unos versos provocarán por siempre sin almanaque.
Para quienes no lo vieron jugar, para quienes solo les suene ese nombre de banda de rock, para los que se adentran curiosos en la pasión del fútbol sin mojarse los pies en el barro ni en la fuente, para los que aun suponen en la bohemia una resurrección en el cementerio de las ilusiones de la piel y lo no recomendado por una FM o un programa de software o la meritocracia pura espuma de cervezas artesanales; es que quería yo esta noche mentar sin chamuyo flaco Juan…a Don René Orlando Houseman, pura sangre de barrio, chacarera enmilongada, criollo iconoclasta del rezo mediático…pensemos y tiremos todos los centros que él tiraba cerca de la raya cuando el fin parecía dar el final de la jugada…alma de wing!
Besos de esquina y abrazos de cancha.
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