#MotorDomingo Por Alejandro Malowicki Director de cine-Docente
“CRÓNICA DE UN NIÑO SOLO”. EL DESPOJAMIENTO DE LA CONDICIÓN DE INFANCIA
(Por Alejandro Malowicki Director de cine-Docente)
Yo no hice nada le digo, no hice nada… Dialogo de Polín en “Crónica de un niño solo”.
La primera vez que vi la película de Leonardo Favio “Crónica de un niño solo” fue durante el VII Festival Internacional de Cine de Mar del Plata en el año 1965. Estudiaba cine en la Escuela de Bellas Artes en la Universidad de La Plata, tenía 20 años y recuerdo que María Vaner, compañera y gran colaboradora de Favio, y a la que admirábamos como actriz y por su belleza y porque formaba parte de ése cine independiente que se denominó NUEVO CINE ARGENTINO que reunió películas y directores como “Tres veces Ana” de José Cohon, “Los jóvenes viejos” de Rodolfo Kuhn, “Shunko” y “Alias Gardelito” de Lautaro Murúa, “La mano en la trampa” y “La casa del ángel” de Leopoldo Torre Nilson, entre tantas otras bellas películas de aquel momento. Digo, estaba ella tratando de reunir a la mayor cantidad de personas convocándolas a asistir a la exhibición y nos pidió que la ayudáramos en ésa tarea a la que nos plegamos de manera muy entusiasta. Recuerdo que fue tal la conmoción que provocó la película en ésa primera exhibición, que fue necesario programarla con dos funciones más de las previstas.
También recuerdo lo ilusionados que estábamos con que iba a ganar el premio no solo a la mejor película sino al mejor director aunque no fue así porque para nuestro desencanto recibió la Mención Especial del Gran Jurado y el Primer Premio de la Crítica, lo cual visto a la distancia no era poco aunque sin duda insuficiente dado que desde hace muchos años y hasta el día de hoy “Crónica de un niño solo” es considerada una de las mejores películas argentinas al igual que su Director, uno de sus mayores creadores.
El encuentro que para mí significó “Crónica…” fue muy importante porque ya en ésas épocas de estudiante andaba buceando en lo que iba a ser mi dedicación como director al cine dedicado a las infancias, y si bien la película no estaba dirigida al público infantil, buceaba en el sufrimiento de un niño, o sea, que, me presentaba la dura realidad de gran parte de aquellos seres humanos a los que yo quería llegar con mis historias. Y es hasta el día de hoy que no puedo olvidar a Polín cada vez que abordo la escritura de un guión y su consecuente realización.
Desde aquella primera visualización de “Crónica…” he recorrido el transitar de Polín muchas veces y en todas ésas incursiones pude atisbar y sentir frente a sus imágenes diferentes lecturas acordes a mis inquietudes políticas y estéticas; tratando de encontrar respuestas a preguntas como ¿qué es la infancia?, ¿cómo se construye la infancia?, ¿cómo se define la condición de infancia? Y si bien estas preguntas fueron intentadas de ser respondidas desde la sociología, desde la psicología, desde la pedagogía, Favio nos propone internamos en ella no para ansiar comprenderla sino para hacernos sentir la enorme soledad de un ser humano al que le robaron la infancia como a tantos otres niñes. Porque si admitimos que la infancia es una construcción social, ¿cómo deberíamos definir ésa condición cuando nos encontramos frente a un niño como Polín que es un ser humano que no tiene recuerdos infantiles de caricias hogareñas, de juegos, de deseos y de alegrías. Polín es un niño que crece y que en ése devenir deambula sin esperanzas, salvo aquella de carácter inmediato y desesperado como es la de pasear con un caballo blanco. Porque la otra esperanza, la que nos insta a vivir, para quien no la conoce, como Polín no tiene valor y si no tiene valor no existe. Y al no existir en él, Polín deambula perdido, sin saber cómo protegerse ni tampoco pedir ayuda hundiéndose en la oscuridad de la noche junto al policía que lo lleva detenido hacia el reformatorio en dónde adivinamos volverá a crecer en él la única esperanza que cobijó en su cortita vida que no es otra que la de volver a escaparse.
En un reportaje, el escritor Guillermo Sacomano fustigaba: “…Hoy, muchos niños no pasan de la cuna a la explotación. Pasan directamente de la cuna, si es que tienen cuna en la intemperie de la miseria, a la calle, al delito y la droga como antídotos contra el hambre, y después al fusilamiento policial.”
“Crónica de un niño solo” es la crónica de un niño solo pero no es la crónica de un solo niño es la de muchos niños que no conocen la infancia pero si el reformatorio, la cárcel, el calabozo, a niños violando niños, a adultos que se mueren cayendo de un andamio. Esa es la “Crónica de un niño solo”.
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