Por Ariel Prat
El Carnaval invisible
En la página de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires hay una referencia "oficial" sobre el Carnaval porteño y su festejo. Penosa reseña en recursos referenciales tanto históricos como culturales en sí, pudiendo haber acudido a los archivos aunque sea -sin ofenderles- haciéndoles trabajar o con la participación de alguien que se vincule al estudio del tema, para no autodesacreditar el festejo con simplezas de ignorancias bien aprendidas que repiten al calor negado de "tambores con campanita", como los nombrara alguna vez una señora paqueta para intentar ser simpática con Alejandro Caraballo, nuestro gran percusionista murguero, luego de un recital del querido maestro Juan Carlos Cáceres en el Borges.
El texto que extraigo:
"Palabra de carnaval
El carnaval tiene su propio lenguaje. A continuación, te dejamos una lista de las palabras que más se usan en el carnaval porteño.
Comparsa: con su origen en Europa, las comparsas son grupos organizados de artistas carnavaleros. Se trata de bailarines y músicos que tocan y desfilan en vivo, luciendo disfraces espectaculares.
Murga: es la esencia del festejo rioplatense y proviene de un género español. La música al ritmo de la cual bailan suelen ser satíricas y su contenido,social y político. Invitan a la participación del público, animando con su percusión, entre bombos y platillos.
Corso: así se llama al desfile de comparsas y carros que se desarrollan durante los festejos del carnaval.
Candombe: junto con la murga, da vida al carnaval del Río de la Plata. Su origen es afro-uruguayo y su ritmo irresistible invita a bailar sin parar.
Redoblante: es uno de los instrumentos de percusión más usado en las murgas y posee un característico timbre muy estridente y metálico".
Parece mentira. Pero está...
Ignorar el poder del carnaval desde sus orígenes en la ciudad, festejo que llegó en 1870 a superar en festejantes callejeros a Río de Janeiro. No saber que en Buenos Aires lo afro es afro porteño, más allá de si su ritmo es "irresistible" también como parece ser en la otra orilla citada en la página de ésta. Que la esencia del festejo no es "la murga", que el carnaval existía desde antes y que si bien el nombre proviene de Cadiz, en Buenos Aires, la ciudad en cuestión; proviene de la vieja comparsa negra que se "blanquea" aun con integrantes de la comunidad afro en sus filas, pero se integran al festejo como "Murgas" recién a principios del siglo XX al calor de los barrios crecientes con la inmigración europea y va apareciendo el "Bombo Murguero" reemplazando en las calles a los viejos tambores en un cambio de manos y parches muy rico, pero que no es "el redoblante" ese instrumento tan temido, -perdón por mi chascarillo personal no le den pelota; debería haber escrito "tan usado"-como dice esta página que versa sobre su propia cultura "oficialmente". Es realmente patético e injusto.
Pero en fin. La ceguera europeista cultural, falsa visión sesgada, no dejan lugar a equivocaciones del no ver "tres en un burro" de la mirada tilinga expuesta en la página en ciernes.
Al principio yo mentaba lo de recurrir a la memoria al menos de alguna o algún intelectual que no escasean en nuestra tierra, aunque hayan caído en la enseñanza pública. Voy a recurrir a uno que no nació en CABA justamente, pero de esto sabe lungo: Oscar Chamosa.
"...El carnaval después de Caseros se convirtió en un elemento importante del discurso civilizador...de la mano de las sociedades carnavalescas el corso se convirtió en un acontecimiento especial en el cual la sociedad civil se expresaba en pleno. Esta conjunción de elites, inmigrantes y criollos pobres constituía un momento destacado en el cual se imponía cierto sentido de solidaridad entre los distintos grupos políticos, sociales y étnicos. La distensión y el humor colectivo facilitaban esa amalgama, pero la concurrencia en las calles de damas de la alta sociedad con hombres jóvenes de los sectores marginados podría crear potenciales situaciones de tensión...pero algo había de verdad. Los carnavales de un centro metropolitano, como era el de Buenos Aires en 1900, no podían tener el mismo contenido emocional que las fiestas populares de la gran aldea de 1870. Aunque Buenos Aires era ya entonces una sociedad compleja y estratificada, la presencia de la elite en el mismo lugar de juego y diversión que los más pobres es un hecho significativo...En ese momento, al ritmo del candombe callejero, laúdes y gaitas, la ciudad alcanzaba un momento de comunión radicalmente opuesto a las tensiones sociales y políticas cotidianas. La ciudad heterogénea, cambiante, sórdida a veces, se convertía entonces en una celebración de sí misma..."
Y concluye:
"...Los habitantes de los conventillos se enredaban en las academias de baile al ritmo de milongas y tangos precoces. Así, el ritual se daba por acabado y cada cual volvía sin estridencias al grupo al que pertenecía para confirmar que el carnaval marcaba el rumbo del progreso hacia una sociedad clasista, liberal y de mercado." (de su "Lúbolos, Tenorios y Moreiras: Reforma liberal y cultura popular en el carnaval de Buenos Aires de la segunda mitad del siglo XIX)
Tal vez lleguemos entonces, tanto propios como extraños; a entender de que se trata esto, Por sobre todo a los de la visión estatal de una página como la ciudad de Buenos Aires a quienes representa esa visión.
A los propios, valga lo "de aquellos lodos estos polvos". Caseros fue una batalla. Pero la grieta sigue estallando y escribiendo, como estigma de una piel que se niega a quedarse pálida y ruge en las calles con levitas, estandartes, silbatos, apliques y bombos.
En una de esas hasta contagia, o al menos que sea nuestra especie de vacuna batiendo en tono a la actualidad por donde hoy se discute como será el próximo carnaval envueltos en esta pandemia porteña que no era nueva, al menos culturalmente.
Ariel Prat
(Zaragoza. 28/09/20)
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