Por Marcelo Stiletano
El cierre de una histórica distribuidora agrava la crisis del cine independiente y de arte en el mercado argentino
(Por Marcelo Stiletano) El cierre de Distribution Company, la más antigua e importante distribuidora de cine independiente de los últimos años en nuestro país, dejó en las últimas horas todavía más al desnudo la crítica situación del cine de arte en la Argentina, con la pérdida cada vez mayor de diversidad en la cartelera local y la concentración de la gran mayoría de las pantallas en pocos títulos, casi todos llegados desde Hollywood.
"El insulto es el último título que estreno. Cierro la distribuidora", confirmó a La Nación Bernardo Zupnik, histórica figura con más de medio siglo de respetada trayectoria en la producción y en la distribución cinematográfica. Responsable de la producción de destacadas películas argentinas entre fines de los años 60 y principios de los 70 como Crónica de una señora y La tregua (que logró una nominación al Oscar), luego se volcó a la distribución a través de firmas como Faro Films, Filmarte y Distribution Company, fundada en 1998, que llevó a los cines premiados títulos locales ( El hijo de la novia, El secreto de sus ojos) e internacionales ( Vivir al límite, Slumdog Millionaire, La reina, Secreto en la montaña).
"Me cansé. Me ganaron el pochoclo y el doblaje. Hoy el negocio del cine no son las películas, son las golosinas y las gaseosas. Y el otro problema que tenemos es que antes nuestro público estaba acostumbrado a escuchar a Marlon Brando en inglés y a Mastroianni en italiano. Hoy, los exhibidores multipantalla solo quieren películas dobladas y con eso fueron raleando al público bueno del cine, ese público que no quiere que al lado se le siente alguien comiendo pochoclo, con ese olor y ese ruido. Las películas buenas cada vez tienen menos pantallas", se lamentó Zupnik.
La prueba de sus quejas queda a la vista en la cartelera del fin de semana extralargo de Pascua. Los tanques de Hollywood tuvieron una holgada presencia. Entre los estrenos, Ready Player One dispuso de 282 pantallas y Un viaje en el tiempo, de 201. A la cabeza de la convocatoria del público estuvieron ambas junto a Titanes del Pacífico: la insurrección (186), Las aventuras de Peter Rabbit (187) y la imbatible Coco (107). Del otro lado aparecen varias películas independientes y de autor que se sumaron a El insulto (30 pantallas) en un lanzamiento simultáneo el último jueves: Proyecto Florida (29), La Ciambra y Visages Villages (ambas con 7). Los números que marcan las diferencias entre unas y otras son abrumadores. No podría haber mejor prueba de la tendencia clara hacia la concentración que existe hoy en la cartelera.
"Quería terminar a lo grande con esta película libanesa nominada al Oscar, pero no pude. Además de una salida mucho más chica de lo que la película merece, ¿usted se imagina proyectar El insulto en versión doblada?", se preguntó un dolido Zupnik, que seguirá ligado a su pasión de toda la vida, pero ahora solo de manera individual. "Me voy a ocupar de acompañar todos los detalles del lanzamiento de películas argentinas que valgan la pena. Voy a empezar con la próxima de mi gran amigo Juan José Campanella, la remake de Los muchachos de antes no usaban arsénico", adelantó.
Las quejas de Zupnik sobre la falta de espacio para que pueda verse en la Argentina el cine independiente y de autor se conocieron casi al mismo tiempo de la difusión de un estudio de la distribuidora CineTren a través del sitio especializado Otroscines.com. En ese trabajo difundido por tercer año consecutivo y titulado "Reporte de Ocupación de Salas" se muestra que las cinco majors (filiales de los grandes estudios de Hollywood) se adueñaron durante 2017 de casi el 75 por ciento de las funciones cinematográficas. El escaso 25 por ciento restante quedó para las cuatro distribuidoras independientes grandes y las restantes 15 distribuidoras más pequeñas, a las que deben sumarse las películas autodistribuidas y aquéllas que se exhiben en ciclos especiales, retrospectivas y festivales.
La falta de diversidad en la cartelera, que en otros tiempos no muy lejanos constituyó una característica del mercado local, quedó todavía más al descubierto cuando junto a estos datos también se conoció una llamativa propuesta de tres cadenas de exhibición: Cinemacenter, Atlas y Multiplex, que anunciaron que agregarán todos los jueves funciones subtituladas a partir del 5 de abril, hasta completar un 50 por ciento de la oferta de títulos en todos sus complejos.
"En los últimos años el público latinoamericano, no siendo el argentino ninguna excepción, viene prefiriendo el cine doblado. Por ese motivo, la mayoría de las salas de cine se ve en la obligación de programar este formato por sobre el subtitulado", reconocieron las cadenas. A partir de este diagnóstico y " a pedido de varios de sus clientes", decidieron tomar esta iniciativa porque "un grupo de espectadores, que aunque no sea el más voluminoso, tiene derecho a poder ver cine en el formato que prefiere". La histórica tradición de ver cine en la Argentina mayoritariamente en versiones originales subtituladas, a diferencia de lo que siempre ocurrió en algunos países europeos, dejó de ser una regla para convertirse cada vez más en algo excepcional.
Como La Nación señaló varias veces, cada vez es más grande el número de salas que exhibe los estrenos más importantes de cada semana en los complejos multipantalla a través de versiones dobladas al castellano. Esta tendencia se hace notoriamente fuerte en los cines del Gran Buenos Aires, sobre todo en las localidades ubicadas en las zonas Oeste y Sur, inclusive en los títulos destinados al público adulto. Y en el caso de películas de gran presupuesto pero con marca de autor como Ready Player One, la más reciente película de Steven Spielberg estrenada este jueves, es directamente imposible ver la versión original hablada en inglés en localidades como Temperley, Lanús, Quilmes, Moreno, Malvinas Argentinas, González Catán, Boulogne, Tortuguitas, Pilar y San Justo. Solo hay unas poquísimas funciones subtituladas en Avellaneda, Morón, Haedo y Martínez. "Ya nadie quiere hacer el esfuerzo de seguir la acción escuchando las voces en inglés y leyendo los subtítulos en castellano. Todo el mundo pide la versión doblada", es la justificación que se escucha más a menudo y que lleva, entre otras cosas, a que cada vez tengamos menos diversidad y más concentración en los cines. Además de la despedida de históricas figuras del medio y el cierre de un nombre clave en la distribución independiente de cine.
(*) Fuente: La Nación
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