Cultura, Arte y Eventos

Por Alejandro Malowicki Director de cine-Docente

LA LITERATURA INFANTOJUVENIL EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Porque el idioma de infancia es un secreto entre los dos. Porque le diste reparo al desarraigo de mi corazón. María E. Walsh

(Por Alejandro Malowicki Director de cine-Docente) Afirmaba Maurice Sendak “Yo no escribo para chicos. Yo escribo. Y alguien más dice: “Esto es para chicos”. Y es muy interesante tener en cuenta el sentir de Sendak cuando se trata de reflexionar acerca de la literatura infantil por cuanto también amplía los estrechos márgenes en las que estuvo circunscripta ―y durante muchos años―al territorio de lo “educativo”, al de los valores familiares, moralizantes y religiosos.

En nuestro país fue María Elena Walsh quiéncon Tutú Marambá, su primer libro para niños publicado en 1960, inicia una nueva literatura infantil ―exenta de esos paradigmas culturales―que posibilitó que les niñes gozaran de la lectura en sus actividades escolares, en sus horas de juego y en las actividades familiares compartidas. Y es así que la literatura infantil es una de las expresiones artísticas más fecundas de las artes dirigidas a las infancias y a los jóvenes como así también la que configura una industria con emprendimientos nacionales, con la presencia de editoriales extranjeras y con todas las librerías exhibiendo obras de la literatura infantojuvenil.

Quiero compartir dos entrevistas que he realizado para ésta nota que nos aportan valiosos conceptos y opiniones. La primera con las opiniones de Guillermo Schavelzon, argentino radicado en Barcelona que estableció una agencia literaria representando a escritores latinoamericanos y la siguiente por las escritoras Adriana Ballesteros, Paula Bombara y Verónica García Ontiveros que forman parte del “Colectivo LIJ”integrado por escritores, ilustradores, especialistas, docentes, bibliotecarios y lectores relacionados con la literatura infantil y juvenil.

Guillermo Schavelzon es argentino, vivió varios años en México y en Madrid, y ahora en Barcelona. Editor, directivo de grandes grupos editoriales en Argentina y España, estableció hace veinte años una agencia literaria en Barcelona, que sigue muy activa representando a escritores latinoamericanos. En los últimos años, trabaja cada vez más en negociaciones con el mundo audiovisual, y como consultor en el sector editorial. Escribe sobre cuestiones del mundo del libro en su blog:https://elblogdeguillermoschavelzon.wordpress.com/

Alejandro Malowicki. Allá por los años 1997, en muchos países se comenzó a visibilizar a les lectores que transitaban edades entre los 8 y 12 años gracias al éxito de la saga de Harry Potter y me sorprendió que los jóvenes se entusiasmaron en leer libros con más de 300/400 páginas porque creo que se pensaba que los libros debían tener muchas ilustraciones y/o fotos y pocos textos; como por ejemplo los que se editaron como parte del merchandising de “La guerra de las galaxias” o “Los Simpson”, sin embargo aquí en Argentina era la primera vez que los púberes y adolescentes hicieran colas frente a las librerías para comprar los ejemplares de Harry Potter que justamente se caracterizaban por no tener nada que ver con esa concepción de la literatura juvenil: ¿sucedió en España algo parecido? ¿Hubo una mirada más valorativa de les escritores y del mercado en general para abordar una literatura que respetara la recién “descubierta” cualidad de les jóvenes para leer textos más acordes a sus necesidades y deseos?

Guillermo Schavelzon: Es una pregunta difícil de responder. Ante todo, hay que tener en cuenta que el marketing tiene sus limitaciones, y la posibilidad de imponer éxitos es escasa. La mejor prueba es que de los diez libros más vendidos según la tabla más importante del mundo, la de The New York Times, seis de ellos son bestsellers imprevistos, contratados con bajos anticipos y publicados en primeras ediciones temerosas. Harry Potter, por ejemplo, fue rechazado por más de veinte editoriales, hasta que una lo contrató y ya sabemos lo que sucedió. No tenemos que confundir los libros para niños y jóvenes, escritor por una autora o autor, con lo que se llaman “las licencias”, los libros que acompañan como merchandising los grandes lanzamientos de cine y televisión, como Disney o Warner. Estos libros fabricados por un equipo, sin autor, son hoy en día la parte más grande de la venta de libros infantiles. Lamentable, pero así es. En cuanto a Harry Potter, no podemos saber hasta donde los chicos hicieron colas (en todo el mundo) desde la noche anterior por un interés real por leer, o empujados por el fenómeno promocional. Yo creo que, siendo excelente la obra, introducieno a los niños en un mundo diferente, el tipo de promoción, la misma en todo el mundo, fue determinante. Para llegar al libro, luego en la lectura el libro se defiende solo, y por eso le fue bien y siguió. Pero son fenómenos muy aislados. En los años siguientes al mega éxito de HP, se publicaron más de una docena de libros que intentaban copiarlo, algunos con gran promoción internacional y apoyo de editoriales multinacionales, pero todos fracasaron. En síntesis, creo cada vez más que los editores no descubren nuevos lectores, sino que los lectores (a veces los padres de esos lectores), son los que descubren nuevos autores. Así como sabemos mucho de los libros que han sido exitoso, no sabemos nada de los que fracasaron, que son la mayoría.

A.M: teniendo en cuenta el universo de los lectores infantojuveniles y frente al incremento de las pantallas y pantallitas como medios de lectura y a la presencia de las plataformas como por ejemplo Amazon por mencionar la de mayor poder y alcance ¿cuáles son los cambios más importantes que se produjeron en la comercialización tanto desde el punto de vista de los autores como de las editoriales?

G.S:Los autores cada vez trabajan más, casa vez son más creativos, pero cada vez ganan menos. Ese es el mayor cambio. Si queremos que haya buenos libros para leerles a los hijos o a los nietos cuando se van a dormir, tenemos que comprarles los libros en las librerías, donde además nos aconsejarán bien. Leerles a los niños desde pequeños es el mejor entrenamiento para llegar a ser inteligentes, capaces, buenos científicos, buenos informáticos, o lo que deseen ser. No leerles es limitarle el futuro, y eso ningún padre ni ningún maestro es lo que quiere.

EL COLECTIVO LIJ

El colectivo LIJ es un colectivo formado por escritores, ilustradores, especialistas, docentes, bibliotecarios y lectores relacionados con la LIJ, que desde 2016 se proponen una participación política desde su especificidad, no académica, interesados particularmente en las políticas que promuevan la lectura y las distintas industrias culturales, en los derechos humanos y a favor de la igualdad y el respeto en cuestiones de género. https://www.facebook.com/groups/1747537285459805 Alejandro Malowicki: ¿Qué incidencia tiene la literatura juvenil dentro del espectro de las obras de LIJ en general?

LIJ: Si bien el Informe anual de producción del libro argentino 2019, de la Cámara Argentina del Libro, no discrimina en sus estadísticas LIJ entre destinatarixs infantiles y juveniles, la literatura juvenil es un segmento que viene creciendo sostenidamente en los últimos años, aún en contexto de crisis. Eso puede verse en las librerías, con sectores y mesas especialmente destinados a los libros juveniles o en los fenómenos observados antes de la pandemia en las Ferias del Libro de Buenos Aires o eventos diversos, donde booktubers y bookstagramm congregan a multitudes de jóvenes, igual o aun más que autores consagrados. Pero más allá de estas deducciones visibles, dicho crecimiento se debe a que muchas de las obras destinadas a jóvenes terminan siendo leídas por niñxs. Y esto es una muestra de que la división editorial por rango etario es una mera sugerencia de lectura según el nivel lector que cada editorial estima, y que no necesariamente concuerda con los intereses de lectura que mueven a lxs niñxs. Lo mismo puede pensarse sobre la literatura argentina que consumen lxs jóvenes. Las obras de autoras como Selva Almada, Mariana Enríquez, Gabriela Cabezón Cámara, Samanta Schweblin, entre otras y otros, es muy leída por jóvenes dentro y fuera de los ámbitos escolares y está publicada en colecciones dirigidas a adultxs. Otro motivo de esta incidencia es que también hay un público lector de sagas extranjeras, que llegan mediadas por películas, por exitosas campañas de difusión a través de redes sociales de consumo masivo o por ser adaptaciones literarias de famosos juegos de consolas.

A.M: Allá por los años 1997, en muchos países se comenzó a visibilizar a les lectores que transitaban edades entre los 8 y 12 años gracias al éxito de la saga de Harry Potter y sorprendió que les jóvenes se entusiasmaran en leer libros con más de 300/400 páginas porque creo que se pensaba que los libros debían tener muchas ilustraciones y/o fotos y pocos textos; como por ejemplo los que se editaron como parte del merchandising de “La guerra de las galaxias” o “Los Simpson”, sin embargo aquí en Argentina era la primera vez que los púberes y adolescentes hicieran colas frente a las librerías para comprar los ejemplares de Harry Potter que justamente se caracterizaban por no tener nada que ver con esa concepción de la literatura juvenil: ¿hubo cambios en la mirada de les escritores para abordar una literatura que tuviera en cuenta las características generacionales de les lectores?

LIJ: Como lo demuestran los cuentos clásicos de tradición oral, no se necesitan ilustraciones sino imaginación. Cuando la palabra poética es capaz de suministrar elementos para que la imaginación se ponga en marcha, “pica” a lxs lectorxs y, una vez que quien lee se sumerge en el universo propuesto por quien escribe, para lxs lectorxs con imaginación, cuantas más páginas, mejor. Cuando la historia los lleva, los transporta, no es necesaria la ilustración como excusa, como bastón, a una edad donde se ha desarrollado una autonomía lectora. No hay cansancio si las páginas convocan. Y, como sucede en todo deporte, cuanto más entrenamiento, más resistencia: también pasa en el ámbito de las lecturas. Los casos mencionados en la pregunta, justamente nombrados como merchandising, no tienen como punto de partida convertirse en obras estéticas, sino generar aún más ganancias sobre los éxitos televisivos o de taquilla. Que exista un soporte libro, no quiere decir que lo que haya dentro sea literatura. Incluso posteriormente se editaron muchísimos libros sobre Harry Potter de estas características, para colorear, con stickers, con cartas, etc., etc. Lo que sí demostró aquel suceso editorial que hoy día perdura es que los lectores están dispuestos a leer cuando una historia los atrapa. Lo interesante es que los chicxs van progresando en la complejidad y el desafío, y que ese ejercicio de lectura extensa, sin imágenes, se traslada a leer libros para adultos o clásicos. La autora de Harry Potter supo combinar elementos de lo mejor de la literatura del género fantástico (Le Guin, Tolkien) con clásicos de Dickens y Twain que en su momento generaban adicción entre sus lectorxs, novelas y sagas que, hoy en día, podrían incluirse dentro del acervo de la literatura infantil y juvenil. El genio de Rowling y su casa editorial fue identificar con precisión a los destinatarixs de la saga y no subestimarlxs. Se dieron cuenta de que crecerían junto con los personajes y que eso hacía de los libros mucho más que un material de lectura ocasional. La diferencia generacional hoy, no estaría dada tanto por la cantidad de páginas que puedan o no leer, como en el consumo adictivo de redes sociales con microvideos, que están continuamente produciendo contenido original y alentando a lxs consumidorxs a sumarse y producirlo para ser “famosxs”. La globalización y el modo de vivir la virtualidad son a nuestro entender los desafíos intergeneracionales.

A.M: ¿Podrían mencionar aquellos que les parezcan más representativos como así también algunas de las obras más leídas?

LIJ: Ya existían sagas de largo aliento del género fantástico, como El señor de los anillos, de Tolkien; Los libros de Terramar, de Ursula Le Guin; Las crónicas de Narnia, de C. S. Lewis, entre otros. A nivel nacional podemos mencionar La saga de los Confines, de Liliana Bodoc, o Caídos del mapa, de María Inés Falconi, de la que acaba de editarse el libro XIII. Y tal cual plantea la pregunta, lo más leído no es necesariamente lo más representativo. Por mencionar una saga exitosa posterior a Harry Potter, nos referiremos a Crepúsculo. Muchos jóvenes se iniciaron en la lectura con esa saga, que padres y mediadores calificarían de muy poco recomendable. Pero la experiencia nos muestra que el lectxr toma lo que le interesa en determinado momento, crea el hábito y luego podrá pasar a grandes autores, a clásicos o a lo que le parezca. Un ejemplo para compartir: en un taller de lectura, un alumno de secundaria que solo leía cómics, por consejo de una compañera muy lectora tomó, para probar, un libro. No era un libro muy grande, ni tenía muchas páginas así que se le animó. Lo fue leyendo de a poco. Como pudo. Siempre eligió ese. Lo terminó, lo dejó en la mesa y se lo recomendó a un compañero: “Agarrá este, que es re cómico el chabón” El chabón era Oscar Wilde y la obra era una de sus piezas teatrales.

A.M: El mercado de la industria nacional del libro muestra una concentración importante de grandes grupos editoriales extranjeros que lo dominan: ¿cómo impacta esta característica en la calidad y diversidad de las obras y en los lectores?

LIJ: Ante todo, el escenario es muy complejo y no todo es blanco o negro. Es verdad que existen editoriales multinacionales mayoritarias, y que la distribución y publicidad con la que cuentan no aseguran calidad y menos diversidad, pero sería injusto no reconocer obras de calidad y singulares en sus catálogos. Que los capitales de las editoriales sean extranjeros no implica necesariamente que prioricen obras de autorxs extranjerxs. De hecho, las grandes son las que más incentivan la lectura de autorxs localxs a través de los canales de venta escolares, porque responden al interés de las escuelas en enseñar con libros escritos en el castellano que se habla en el país. Por el contrario, algunas editoriales nacionales difunden especialmente la obra bestseller de autorxs extranjerxs. Desde otro ángulo, también existe un gran número de editoriales medianas y pequeñas que presentan multiplicidad y mirada local en sus obras. Y algo que también aportan es que no hacen una distinción etaria tan fija entre literatura juvenil y para adultxs como hacen las editoriales que imprimen los manuales escolares. Las cadenas de librerías trabajan mayormente con los grandes grupos, lo que genera rentabilidad son los bestsellers y se da una alianza natural en función de las variables de negocio que corresponden a las grandes estructuras. Las pequeñas librerías, por su lado, saben que no pueden competir, entonces buscan abrir la diversidad de los libros que ofrecen y eso hace que tengan mayores vínculos con las editoriales independientes. Algo interesante para destacar es que la reciente compra estatal a través del Plan Nacional de Lecturas, contempló todos los tamaños y localización de editoriales, con lo cual una variedad más que interesante de títulos, autores y de varias provincias, no solo de Buenos Aires, llegarán a todas las escuelas del país.

A.M: ¿Cuáles son las dificultades más importantes que debieron enfrentar les escritores antes de la pandemia del COVID 19 para que sus obras lleguen a sus lectores?

LIJ: El año que llevamos de cuarentena plena y posteriores aperturas parciales hizo que un sector muy golpeado por la gestión del gobierno anterior terminara de hundirse, llegando a niveles de 2001 y hasta peores. La industria había empezado el 2020 con ciertas expectativas porque se auguraba una lenta reestructuración económica. Pero con la pandemia se cortó el consumo de libro, la gente no tenía dinero o tenía miedo de gastarlo o de salir de su casa. También se interrumpió inicialmente desde la política pública, porque el Estado se vio más demandado y frágil ante una sociedad empobrecida con muchas demandas sociales urgentes. Por otro lado, la necesidad de llevar la educación a la virtualidad hizo que todo fuera muy distinto con respecto al contacto de las infancias con los libros de papel. Aun así, no todo fue desesperanzador. Desde el comienzo fue muy importante el recientemente reinstaurado Plan Nacional de Lecturas, de la mano de su directora, Natalia Porta López, que como programa en formato virtual supo adaptarse a la nueva situación y encontró la manera de continuar el vínculo de las infancias con la literatura y la lectura, además de la importantísima noticia de la compra institucional de un millón y medio de libros destinados a escuelas de todo el país. También el apoyo de la Conabip, que movilizó la compra de las bibliotecas populares de manera virtual.

A.M: Durante la pandemia del COVID 19 ¿fueron las plataformas también visitadas por los jóvenes lectores para adquirir libros?

LIJ: Desde siempre la juventud ha tenido que rebuscárselas para consumir productos culturales a bajo costo o gratis, pues históricamente es una porción de la sociedad que no tiene dinero propio.Lxs jóvenes saben de la existencia de estas plataformas y otras desde hace mucho más tiempo que lxs adultxs. La práctica de descargar libros, traducir y/o transcribir sus favoritos en plataformas como watpad para que sean leídos por su comunidad de amigxs directo de la pantalla, es algo que los jóvenes comparten con los autores de otras generaciones que los visitan en sus escuelas. Muchos libros están transcriptos por fans que agregan notas personales a sus transcripciones, por ejemplo: “a los agradecimientos de la autora voy a agregar los míos, por todas las horas que me tomó copiar acá su libro”. Las editoriales tradicionales están atentas a esta realidad y cuentan con catálogos digitales de libros para descargar de títulos que también editan en papel. Muchas veces no son el foco del negocio, pero inician el camino para responder a este nuevo escenario que el tiempo dirá cómo termina de transfigurarse.

A.M: ¿Cuáles son los géneros más buscados por les lectores?

LIJ: Esto depende mucho de la edad de los niñxs y jóvenes, y no es generalizable, porque cada recorrido lector es único, además de que muchas veces no son los niñxs y jóvenes los buscadores directos, sino los mediadores (familiares, maestros, bibliotecarios, etc.), dependiendo de la edad. Con esta salvedad, podríamos pensar en los primeros lectores, desde bebés, cuando son los papás, maestros o mediadores diversos quienes eligen, y la poesía suele ser una de las puertas de entrada más elegidas, por su condición musical y lúdica con la palabra. También el libro álbum e ilustrado, por la preponderancia de imagen y color. En el medio podríamos pensar en la edad donde la escuela es protagonista, y cuentos o novelas de terror o policiales, lo detectivesco, son de los más elegidos. En los adolescentes, las sagas de fantasy, ciencia ficción, románticas y también una búsqueda del realismo, además de la novela gráfica, cómic, animés, manga, en la heterogeneidad propia de esta franja etaria. De todas formas, retomando la idea de que no sean las listas de ventas lo que infiera lo “más buscado”, destacamos que cuando hay ganas de leer -y adultxs mediadorxsatentxs a ese deseo-, el material de lectura muchas veces “se encuentra”.

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