
Por Ariel Prat
Lectura para el verano: “De gatos y de sueños cantados”
(Por Ariel Prat (Especial para Motor Económico (*)) Nunca vi un gato azul. Es más, no me llevo bien con los gatos de cualquier color y eso que la leyenda los pinta como recomendables a la hora de escribir o componer, hay uno en casa color casi naranja y me la paso echándolo de donde me ronde. Roberto Carlos no sé qué habría tomado pero me inclino a la visión de un sueño para describir su pena amorosa con el triste y azul felino.
En la casa de Perigny, a unos cuantos kilómetros de París, en la cual vivía el legendario y querido maestro Juan Carlos Cáceres*, había más de diez gatos que entraban y salían del antiguo caserón cuando querían, tomaban algunos el agua de la canilla subidos a la bacha en la cocina y comían todos en la misma mesa de los humanos, que consecuentemente a diario, era fregada luego con un trapo con lavandina y nadie me lo contó. A metros de allí, curiosamente, estaba desocupada pero cuidada, la casa en donde en el año 1938 se habían reunido para armar la cuarta internacional los trotskistas.
Yo estaba parando en su casa esa primavera europea, invitado por él mismo para armar una serie de actividades musicales y culturales, el eje era por supuesto la murga argentina y el tango negro. Será por eso que en el altillo destinado a los invitados, yo dormía con la puerta cerrada evitando la molesta presencia de algunos de los felinos.
Por eso es que esa mañana y tan temprano, el sonido del piano con esa melodía incipiente subió como un perfume, un vapor estupefaciente y se apropió de mi último sueño. Dicen que se sueña varias veces.
Hacía un par de años que me había separado de una pareja y estaba comenzando una nueva relación y como suele ocurrir, las cenizas del amor al primer viento cruzado, salen a estorbar impensadamente. Ella de pronto fue la protagonista del sueño y se haría canción. No tuve más remedio que bajar a la sala en donde el viejo maestro tramaba una nueva canción a las siete de la mañana rodeado de gatos. Me senté a su lado y mientras él seguía yo comencé a poblar la hoja en blanco, fetiche fastidioso de los que escribimos. No hice más que describir el sueño…
Acaso volverás
Sabes que encontrarás
Amar es tanto azar como deseo.
Si el barrio que cambió
Su casa dejó igual
¿Será ya un nuevo hogar
Con otro adentro?
Espiarás por la ventana
Como un extraño que da miedo
Un pibe correrá hacia el patio
A señalarte con el dedo,
O la verás sola y tendida
Con esa luz que da un video
Como en aquellas horas, tantas
Que son espacio más que tiempo.
Acaso volverás
Por bien o para mal,
Amor es tanto luz
Que cruel incendio,
Valor para correr
También para marchar
Hay que saber leer
Cuando los besos.
Y no esperar a la mañana
Cuando los cuerpos sean un peso
O bien llegar en el ocaso
Con el hechizo y en silencio.
Lo más difícil es seguir
Con la conciencia de dudar
Y aun siendo libre de elegir
Sufrir viajando a la verdad.
“Acaso volverás”, fue bautizada la pieza y luego incluso grabada por el “Tango negro trío” en uno de sus discos.
Por eso los gatos pueden ser azules o rojos o incluso verdes…
Besos de esquina y abrazos de cancha.
*Juan Carlos Cáceres (1936-2015) Argentino. Pintor, profesor de bellas artes en La Sorbona, trombonista animador de la primera “Cueva” de Pueyrredón y compositor, pianista autor de “Tango negro”, investigador y disertador de los orígenes negros del tango y la implicancia afro en la música Argentina incluida la Murga. Murió en París.
(*) Compositor. Murguista. Poeta. Colaborador de Motor Económico.
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