Cultura, Arte y Eventos

Por Ariel Scher

Mago (Una historia para leer el 3 de diciembre o el 6 de enero)

(Por Ariel Scher) "El Mago Capria escribe fútbol con la pierna zurda" fue el título de la más extraordinaria tesis que algún estudiante de Letras, mago o no mago, zurdo o no zurdo, construyó alguna vez.

Ya sabemos: nos invocarán que dos alumnas de hace algunas décadas se consagraron con una tesis dedicada la visión irónica del golf que despliega Macedonio Fernández en Continuación de la nada, o que un mediocampista derecho entusiasmado con la literatura aprobó con 10 su tesis sobre la gravitación de la esgrima en las páginas de Leopoldo Lugones, o que un meticuloso rosarino arrancó estruendos de su grupo de examinadores cuando expuso en torno de todas y cada una de las ocasiones en las que el Negro Fontanarrosa incorporó en sus cuentos a la palabra "Central".

Pero esta tesis era mejor.

Era mejor y no porque la elaborara, estudiante crack, un amigo como el Barba Nico. Y no mejor porque, ya que mencionamos a Fontanarrosa, la tesis incluyera una cuidadosa interpretación del sentido que adquiría en No te vayas campeón (el libro en el que el Negro desanda la historia de los grandes equipos del fútbol nacional) un epígrafe en el que el Mago Capria aparecía cerca de Christian Bassedas, por entonces volante de Vélez. Era mejor y no porque, tampoco, insertara esa brevedad con la que Walter Vargas sacudía en su Fútbol Delivery al revelar que alguien "alucinó con que el Mago Capria podía ser tres". Era mejor porque esa tesis del Barba Nico desparramaba los cimientos ortodoxos con los que se entretejía una tesis: más o menos lo mismo que había conseguido el Mago Capria con la colección vencida de defensores rivales a los que dejó tirados arriba de un césped en la circunstancia del nacimiento de esa maravilla llamada "El Mago Capria escribe fútbol con la pierna zurda".

Existen tesis que se desarrollan en lo que va de un verano a otro verano y existen tesis que se empiezan con un amor y se concluyen con otro amor o, para qué mentir, con ninguno. Son experiencias loables que, en general, permiten que la sociedad ascienda paso tras paso rumbo a las cumbres del conocimiento. En cambio, "El Mago Capria escribe fútbol con la pierna zurda" fue alumbrada por el Barba Nico a través de los fuegos encendidos por un ciclo bien distinto. Sin vueltas, sin metáforas, sin exigir paciencia de los que no quieran ignorar por qué esta tesis era mejor que las demás tesis: se trató de una tesis edificada en exactos noventa minutos.

O en noventa minutos y diez goles.

O en noventa minutos, diez goles y una sucesión inmedible de asombros.

O en noventa minutos, diez goles, una sucesión inmedible de asombros y una clase magistral de destreza a bordo de una pelota.

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De nuevo sin vueltas: "El Mago Capria escribe fútbol con la pierna zurda" requirió para su realización de noventa minutos, diez goles, una sucesión inmedible de asombros y una clase magistral de destreza a bordo de una pelota que todo eso transcurriera el 3 de diciembre de 1995, cuando Racing le ganó a Boca por 6 a 4 en la Bombonera, con tres goles, trescientas fascinaciones, tres mil sutilezas y tres millones de aplausos generados por la zurda del Mago Capria. Pasó delante de una multitud apretada en las tribunas. Una multitud de la que, sudoroso, desbordante, meándose por la gloria y por la imposibilidad de moverse en dirección a un baño, formaba parte el Barba Nico.

También lo sabemos: cualquier estudiante más o menos afianzado en la carrera de Letras podría argumentar que la presencia del Mago Capria en la literatura argentina justificaba una tesis por lo que acota Pedro Mairal en "La suplencia" ("Después, cuando empezó a contarme sobre un jugador que se llamaba el Mago Capria, el ascensor volvió a funcionar y pudimos salir") o por lo que desliza Manuel Soriano en un punto de sus Variaciones de Koch ("La tarde en que Boca se comió seis contra el Racing de Delgado, Capria y López, el Gordo hizo volar La dama del perrito hasta la tribuna de abajo; el libro dio en la cabeza de un veterano de la tribuna de socios, que resultó ileso"). O inclusive por "El falso Capria", ese texto de Horacio González desprendido a partir de que un engatusador excelso se hizo pasar por el Mago Capria real y engañó a un conductor radial que se creía excelso pero, evidentemente, no lo era.

Lo que no cualquier estudiante más o menos afianzado de la carrera de Letras estaba en condiciones de reconocer era que una tesis, la mejor de todas las tesis sobre el Mago Capria o sobre lo que fuera, quedara bordada por el Barba Nico en lo que dura un partido de fútbol.

Y eso no es nada. O es mucho, pero no lo excepcional de lo excepcional. Tranquilos, lo anunciaremos también sin vueltas: "El Mago Capria escribe fútbol con la pierna zurda" era una tesis no escrita.

No estaba escrita y, más todavía, en eso no consistía su defecto sino su mérito mayor.

-El arte -oyeron del Barba Nico los profesores que componían el tribunal evaluador de las tesis-, sí, el arte. ¿Qué cosa es el arte? Y el arte transformado en literatura, ¿qué cosa es el arte transformado en literatura? ¿Acaso la literatura exige estar escrita para ser literatura? ¿La literatura no es un arte, según muchos, que se resume en esa cosa fantástica a la que denominamos poesía? Y la poesía, francamente, ¿es sólo poética porque le ponemos vocales, adjetivos y versos? La poesía, amigos, es gracia y es desgracia, es una armonía elegida -y vieran lo armónica que funcionaba la zurda del Mago Capria ese 3 de diciembre- y una ruptura -y vieran lo destruidos que parecían los jugadores de Boca cuando la zurda del Mago Capria les amagaba para allá y se iba para acá, les amagaba para acá y se iba para allá-, es el matrimonio entre la estética y los sentimientos, es el divorcio entre lo que se había establecido y lo que se acaba de inventar. ¿"La poesía del chanfle al segundo palo", que así bautizó Juan Sasturain a uno de sus más famosas meditaciones futboleras, no es poesía? ¿Y no es poesía, entonces, el chanfle al segundo palo que metió la zurda del Mago Capria para embellecer la vida esa tarde en la Bombonera?

Una vez más, ya lo sabemos. Y lo sabemos sin vueltas: la tesis radicaba en ese parlamento en ese parlamento que el Barba Nico le legó a la eternidad. Porque, con sinceridad, ¿podría una persona, hasta la más despoetizada, desliteraturizada y descapriada persona, no percibir que eso que había expresado el Barba Nico le dejaba la piel erizada, le ponía el corazón en galope y le elevaba sus ansias de libertad? Imposible pero real. Tan imposible y real como la actuación de la zurda del Mago Capria en la Bombonera. Y, no obstante, alguien en el tribunal de tesis pretendió objetar tamaña reivindicación de la literatura, de la poesía, del fútbol, de la zurda del Mago Capria. Es que siempre en los tribunales de tesis hay alguien que objeta apenas por objetar. Y ese alguien sugería que una tesis que no se escribe -que no escribe como las otras tesis, que no se escribe con las manos- no es una tesis. Pero no pudo avanzar porque los oídos se le abastecieron, otra vez, de razones. De las razones que surgían de la voz del Barba Nico, quien, como si lo inspirara el propio Mago Capria, procuró completar su obra:

-¿Hace falta escribir "El Mago Capria escribe fútbol con la pierna zurda" si miles y miles observaron y observamos que el Mago Capria escribía fútbol con la pierna zurda? ¿Hace falta escribir con letras lo que está escrito con fútbol para que eso sea poesía, literatura, fiesta, conmoción, humanidad?

Van las excusas por la reiteración, pero es que ocurrió una reiteración: siempre en los tribunales hay alguien que objeta apenas por objetar. Y uno de los doctos miembros de ese tribunal quiso objetar del modo en que objetan los peores objetores, o sea disfrazándose de tolerante, hablándole al Barba Nico con ese paternalismo insoportable que distingue a los que, porque acomodan la cola en un tribunal, suponen que el conocimiento es uno solo y que lo poseen, quién si no, ellos:

-Mire, alumno, nosotros coincidimos en que la literatura y el fútbol pueden compartir un espacio. Hasta concederíamos en tipificar que se consolida algo así como una literatura del fútbol. Pero la literatura la hacen los verdaderos escritores. Escritor de muchas cosas y, también, de fútbol era, por dar una referencia, Osvaldo Soriano...

-Ahí tiene-, interrumpió el Barba Nico, que ya no cobijaba sus sudores de hincha del 3 de diciembre de 1995 y tampoco sudaba por el cuestionamiento: había desembarcado con la preparación suficiente para defender su tesis, la mejor de las tesis.

-¿Ahí tengo qué?-, devolvió el del tribunal.

-Soriano.

-¿Qué pasa con Soriano?

-"Le amagué una gambeta y toqué la pelota de zurda, cortita y suave, con el empeine del botín, como para que pasara por ese paréntesis que se le abría abajo de las rodillas". ¿Quién escribió esta frase, esta frase tan calcada de las jugadas de Capria? Dígamelo. Dígamelo usted, que sabe de literatura. Y, por las dudas, esta otra: "Un wing me mete una pelota larga, cortada, y yo supe enseguida que la agarraba, que era mía. Yo soy zurdo contrariado: zurdazo cruzado, palo, adentro". ¿De quién es esta otra frase?

-De Soriano. La primera está en "Gallardo Pérez, referí" y la otra, creo, en una charla que dieron por televisión con el Negro Fontanarrosa-, contestó el del tribunal, que, aunque fuera un objetor innecesario, de literatura entendía.

-Correcto. Ahí tiene-, punzó, agudísimo, el Barba Nico.

-¿Ahí tengo qué?-, se repitió el objetor del tribunal.

-Soriano era zurdo. Como Capria. Los dos escribían fútbol. Y de zurda. Fíjese si eso no le suma belleza a la belleza de "El Mago Capria escribe fútbol con la zurda".

Casi el tribunal de tesis a pleno se tentó con ofrendarle una celebración compacta al Barba Nico porque si toda la tesis era la mejor de las tesis, ese aspecto, ese último, la sincronía de las zurdas del Gordo Soriano y del Mago Capria, significaba el cielo entre los dedos.

El objetor titubeó. Y el Barba Nico, atento, copió el comportamiento del Mago Capria en aquella cita dorada con la pelota y con la literatura. Sencillo: la zurda del Mago Capria escribió fútbol hasta el últimos suspiro de ese triunfo de Racing sobre de Boca, como si se obligara a asentar que la creatividad no dependía y no debía depender de lo que patentaban los números. Esa concepción anidó en el apunte de cierre de la tesis del Barba Nico. Si el tribunal no requería más, no importaba: él iba a dar más.

-Y algo más-, agregó, con los ojos tan fijos en la ojos del objetor como fijos se habían posado los ojos del Mago Capria en los ojos de cada uno de los espectadores de aquel día, casi avisándoles que tenían la suerte de asistir a una función de gala.

-¿Algo más?

-Sí, algo más. Usted aludió a Soriano. ¿Se acuerda de la fecha en la que lo parieron a Soriano? Seguro que se acuerda, pero no le voy a exigir que se esfuerce ahora en eso: 6 de enero.

-¿Y entonces?- interrogó el objetor, y, junto con él, nos interrogamos nosotros, los amigos del Barba Nico, que temíamos que, en algún instante, esa tesis que era una lluvia de luces patinara hacia algún abismo.

Pero no. Si la zurda del Mago Capria no falló nada en la tarde de la Bombonera, la tesis del Barba Nico no encontró fisuras en la ocasión imborrable en la que la ofreció al tribunal, a nosotros, a la historia. No falló. Al revés:

-Soriano nació un 6 de enero. ¿Como quién? Como el Mago Capria.

Para cuando el Barba Nico intentó precisar que no era relevante que el de el 6 de enero de Soriano fuera de 1943 y que el del Mago Capria llegó con zurda y magia el 6 de enero de 1970, ya casi no lo escuchaba nadie.

Todos lo aplaudían.

Todos lo aplaudían y, al aplaudirlo, aplaudían, además, a la literatura, al fútbol, a la certeza de que la literatura y el fútbol no son lo mismo pero pueden ser lo mismo. Y, por supuesto, aplaudían a la zurda del Mago Capria.

El objetor principal descendió de su estrado, lo saludó con honores y, distendido, le balbuceó una confidencia: "Un domingo, hace muchos años, tiré un córner de zurda que fue un poema. Yo también tenía una buena zurda para el fútbol y soñaba con que fuera mágica. Tal vez por eso, como el Mago Capria en la Bombonera, me dediqué a la poesía".

Eso es casi todo. El Barba Nico jamás se jactó de ser el autor de la mejor tesis que algún estudiante de Letras construyó alguna vez. Siguió jugando al fútbol con nosotros y siguió estudiando. Hace poquito nos comentó que avanza en otra tesis que nos sonó fabulosa. Sin vueltas, tal cual nuestra costumbre, anticipamos el título, una delicia: "Roberto Arlt patea libros con la mano derecha".

La tiene casi lista. El próximo 3 de diciembre o el próximo 6 de enero, porque hay gratitudes que no se extinguen y porque es una tesis para que la disfrute un poeta, se la va a llevar de regalo al Mago Capria.

(*) Fuente: Deporte y Literatura

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