Por Maxi Quelle
Marcos Almada: “Con la cuarentena hubo en los lectores y en las lectoras una necesidad impulsiva de comprar libros”
(Por Maxi Quelle ) Marcos es editor. Tiene a su cargo una editorial independiente llamada Alto Pogo. Conoce el sector como nadie. Fue uno de los responsables del armado de la Coop, cooperativa de Editoriales Independientes, un proyecto compuesto por un conjunto diverso de editoriales: Alto Pogo, Añosluz, Audisea, Conejos, Espacio Hudson, Mágicas Naranjas, Santos Locos, Sorojchi, Clubcinco, Nudista, Fera, El Caracol, Llantén, Bajo La Luna y El Cuervo, y Crack up. En esta oportunidad, conversa y se expresa con respecto a la situación actual de las editoriales independientes.
¿Cómo impactó la cuarentena al sector editorial independiente?
Le pegó duro como a toda industria. La industria del libro es muy frágil, y es un sector en el que hay muy pocas políticas públicas. Es un sector que tiene varios de sus insumos a precio dólar. Digamos que la pandemia “nos complicó bastante”, porque muchas editoriales trabajan su circulación en ferias nacionales e internacionales, tampoco pudimos participar de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, y la Feria de Editores. Las librerías estuvieron durante mucho tiempo cerradas. Hubo una merma en las ventas y una disminución en la tirada. Las imprentas también ganaron menos; algunos talleres gráficos que tuvieron que cerrar, también durante mucho tiempo.
¿Un panorama desolador o algo bueno se puede tomar?
Con la pandemia digamos que hubo un pequeño equilibrio. Hay editoriales que vendieron mucho más en 2020 que en 2019. Porque hubo en los lectores y en las lectoras una necesidad impulsiva de comprar libros impresos. Hay que tener en cuenta que, todavía, se venden más libros impresos que digitales. Con la cuarentena hubo además una necesidad de digitalizar los catálogos y subirlos a varias plataformas de venta. También las librerías tuvieron que convertirse rápidamente, montar una tienda nube, adecuarse a la logística de los envíos, algo que si bien, ya había empezado a funcionar, todavía no estaba desarrollado del todo. Durante el 2020 la labora de las librerías fue fundamental para la supervivencia de las editoriales.
¿El impacto de la crisis sanitaria evidenció las diferencias respecto del tamaño de las editoriales?
Es proporcional a lo que uno tiene o puede aguantar. O también tenés la otra: despedir a personas que son parte de la industria y la comercialización de libros. Las editoriales grandes, al igual que las pequeñas y medianas, también dejaron de publicar libros. En el caso de una editorial chica, como la mía, es probable que no tengas plata para imprimir. Entonces la pregunta que deberíamos hacernos es: cómo hacemos para que nuestra producción se venda y se exporte. No siempre cuando se abren las importaciones, es una política que beneficie. Tiene que ser dinámico, tiene que haber un equilibro: si abrís importaciones y podés comprar a diferente precio, también debe pasar que puedas vender en el exterior, que se faciliten esos caminos, que haya políticas que ayuden al sector a que pueda producir y vender sus productos.
¿Qué lectura hay sobre el proyecto-ley que crea el Instituto Nacional del Libro Argentino?
Yo personalmente no participé del armado de la ley. Pero me parece que es fundamental que una ley de esas características salga con el consenso de todo el sector, algo que no es tan simple. Si bien hay algunos subsidios que algunas editoriales y librerías pueden obtener, hay también mucha discontinuidad en las políticas públicas para el sector: considero que se deberían “iluminar” ciertos sectores que actualmente no lo están. También hay que destacar que el Estado hizo una compra grande de libros desde el Ministerio de Educación con un trabajo conjunto con la Cámara Argentina del Libro.
¿Qué recomendás para quienes se inician en el mundo editorial?
Del mismo modo en que gran parte del trabajo de los editores y las editoras, es leer muchas obras para generar un sistema, un universo propio, con una identidad definida, que es el catálogo, de la misma manera, los escritores y las escritoras, también tiene que leer, hurgar en los catálogos, encontrar los sellos que puedan tener en su catálogo un espacio acorde a su propia obra. Es recomendable eso, investigar, y leer, no es conveniente enviar un mail masivo a veinte editoriales para ver cuál muerde el anzuelo. Hay que ser conscientes del texto que uno tiene, y relacionarlo con un catálogo, y ahí sí, comunicarse con la editorial, e intentar que reciban el material y que tengan intención de leerlo.
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