¿Es viable la modalidad virtual de enseñanza-aprendizaje en zonas rurales del interior del país?
(Graciela Puebla/ Docente ) Ha transcurrido el primer mes de cuarentena y nuestrasactividades, rutinas y hábitos se han modificado. Nuestras vidas se han transformado de una manera insospechada ante esta situación inédita. No registramos antecedentes y tampoco tenemos recetas sobre cómo sobrellevar esto. Ni siquiera tenemos idea de cuándo ni cómo terminará el aislamiento y cuáles serán las consecuencias que afrontaremos a nivel personal, familiar, social.
En medio de este mar de incertidumbres tal vez la institución que más se ha visto atravesada y sacudida por la pandemia y todos sus efectos insospechados sea la escuela. La escuela como institución y también tod@sl@s integrantes del proceso educativo. Alumnos, docentes,madres, padres, preceptor@s, directivos se encuentran, desde hace más de un mes, con múltiples actividadesque los exceden, los abruman, los agobian. Por la cantidad, por los nuevos formatos que se han puesto en juego, por la poca claridad que emana de la información que llega, por la invasión a la privacidad y a los tiempos de cada un@, por la disponibilidad que hay que estar dispuestos a ofrecer, por los gastos que esto demanda y muchas cuestiones que abarcan lo cotidiano de cada un@ de l@s actores involucrados.
Esta situación, de la que sólo se ha hecho una simple enumeración, es compleja, cambiante, frustrante, agotadora, pero es mucho más difícil de cumplir y de sobrellevar en el interior del interior, en las zonas rurales. Ahí se presentan una serie de situaciones que son inimaginables en las ciudades, sean grandes o pequeñas y que tienen que ver con el soporte material de todas las actividades que se demandan a docentes y alumn@s (por extensión a sus familias).
Veamos las más simples y a la vez las más comunes. Las actividades se envían y se resuelven usando el celular, mediante whatsapp. Esto parte del pre-supuesto de que todos l@salumn@s pueden disponer libremente de esa tecnología pero la realidad es otra. En muchas familias, generalmente de varios integrantes, hay un solo celular que se carga con tarjeta porque no hay ingresos fijos para pagar un abono.
Cuando hay dinero se carga, cuando no está esa posibilidad, no. Esto puede resultar difícil de entender para quienes viven con otros patrones de consumo, pero es así y ni siquiera existe la posibilidad de cuestionar en l@s jóvenes de esas familias. Así viven y hasta ahora no había problemas mayores. La pandemia cambió todo. Paradójicamente muchos padres están gastando dinero que no les sobra para cargar celulares y lograr que sus hij@s cumplan con las tareas, que son muchas. Otro tema es la conectividad. La cobertura no es amplia ni pareja en el interior, hay muchas zonas donde no existe y hay alumn@s que caminan varios kilómetros desde sus casas para llegar al punto que tienen identificado como el que tiene señal. Allí trepan al cerro, escribo desde Córdoba, descargan las actividades, vuelven a sus casas, realizan la tarea y vuelven al cerro para enviarlas.
¿Y qué pasa cuando el docente envía links a los que se debe acceder para resolver las actividades? El alumno, en el cerro, no tuvo tiempo de mirar las actividades de todas las materias, eso lo hace cuando llega a su casa, donde se da cuenta de que debe volver al cerro para abrir los enlaces…si es que le alcanza el crédito…. ¿Y qué pasa con l@salumn@s que no tienen electricidad en sus casas? Las escuelas, en zonas rurales, son los lugares donde es posible acceder a internety también cargar el celular, esa posibilidad no existe en los hogares de muchos alumn@s, que quedan fuera de la nueva escuela virtual salvo que lleguen a sus manos los cuadernillos implementados por el Ministerio de Educación. Acá se hace necesario aclarar que de ninguna manera se reclaman más antenas de telefonía celular, rechazadas en muchas comunidades por afectar la salud, dado que hasta antes de esta situación de pandemia la población rural estaba conectada con los ritmos y tiempos propios de la zona.
¿Y qué sucede hacia adentro de los hogares en este nuevo escenario? Muchos padres/madres no han completado su escolaridad y en las casas no hay libros, por lo tanto la ayuda que puede brindar la familia es escasa. Lo que l@salumn@s no entienden no puede ser resuelto por la familia y si hay que realizar consultas a l@s docentes volvemos a toda la serie de desplazamientos que ya se mencionaron… Hay padres y madres que, con la intención de que sus hij@s cumplan con las tareas, intentan con esfuerzo ayudarl@s y aquí sería bueno hacer un ejercicio de imaginación respecto a las actividades que realizan las familias campesinas para su sustento (cuidado y ordeñe diario de animales, bombeo de agua, preparado de la tierra, siembra, riego, cosecha, corte de leña para calefacción, amasado del pan para la semana, recolección de yuyos y nueces para venta, preparado de dulces para venta y consumo familiar, cosecha de miel,etc, etc)para tratar de entender que muchos no sólo no tienen formación docente como para asistir a sus hijos, tampoco tienen el tiempo material para hacerlo.
A esto tendríamos que sumar el desplazamiento semanal para acceder a los módulos alimentarios que se entregan para compensar la comida que l@sniñ@s recibían en las escuelas.
¿Qué sucede con l@sniñ@s en este contexto? Además de estar privados dela guía de docentes en el proceso de enseñanza-aprendizaje se enfrentan a actividades muchas veces carentes de significado y de difícil comprensión, extensas, que deben ser resueltas en la pantalla del celular. Aquí se hace imprescindible reflexionar sobre las consecuencias negativas de la eliminación del Programa Conectar Igualdad, que significó privar a escolares y estudiantes de la posibilidad de tener una maquinita que, además de tener cargados materiales educativos, facilitaba las tareas debido a su formato.
Y también se hace necesario pensar en l@s docentes y las tareas que se les solicitan, sean directivos, profesor@s o preceptor@s. Aquí hay que considerar un dato que no es menor: la mayoría de l@s docentes son madres/padres de familia, con niñ@s en edad escolar que a su vez reciben y deben enviar tareas, vía celular.En zonas rurales las condiciones de conectividad y disponibilidad de acceso al whatsapp no difieren demasiado de las reseñadas para alumn@s. Much@s viven en pequeños pueblos que no tienen señal y tod@stienen que disponer de buenos celulares (con capacidad de memoria para recibir trabajos que muchas veces incluyen imágenes). Además de diseñar actividades (previo acceso a plataformas virtuales y lectura del material propuesto) se les solicita contención y acompañamiento afectivo de los alumnos, con todo lo que eso implica en estas circunstancias.
Se encuentran así destinando una importante cantidad de horas de cada jornada al envío y recepción de actividades (indudablemente parte de su trabajo docente) pero también a una catarata de audios y mensajes de texto con las catarsis de alumnos y también de los padres, porque desapareció la privacidad de l@s docentes, cuyos contactos circulan entre toda la comunidad educativa. También desapareció el fin de semana, ya que los audios y mensajes ingresan a los celulares docentes cualquier día y a cualquier hora (cuando el celular quedó libre del uso intensivo familiar o cuando se pudo acceder al lugar donde hay señal).
Padres y alumn@s comprometidos expresan angustia por no poder cumplir con las actividades que les solicita la escuela, por la imposibilidad de entregar trabajos, por no contar con más dinero para destinar a la carga de datos, por no acceder fácilmente a puntos con señal y todo esto lo comparten con l@s docentes, que reciben todo multiplicado por el número de alumn@s. También deben registrar quiénes son l@s que se conectan poco, l@s que no lo hacen nunca y l@s que lo hacen regularmente, porque las estadísticas son importantes y parte del seguimiento. Exigencia ésta que les llega de los directivos, también docentes, que reciben todo desde la cúpula ministerial e intermedian con sus colegas pero a su vez reciben quejas de los padres, a los que todos estos requerimientos les resultan insostenibles.
Y la pregunta que ya much@s docentes se hacen: ¿qué y cómo se va a evaluar cuando llegue el momento? ¿Con qué instrumentos? ¿Cómo se va a evaluar a los alumnos que no cumplieron por no tener un celular en condiciones ni acceso a wifi? No admitir esa diferencia sería desconocer las condiciones de desigualdad en que viven, desde hace años y profundizadas desde 2015,niñ@s y jóvenes en nuestro país. ¿Y cómo se va a evaluar a los que, teniendo los medios materiales, se niegan a participar de la escuela virtual? ¿Se reconocerá esta forma de disidencia, cuando sea fundamentada?
Síntesis, seguramente parcial: las escuelas están atravesadas por la pandemia pero también por el estress de tod@s sus integrantes. Alumn@s, familias y docentes de escuelas rurales sufren de carencias en las condiciones de conectividad y acceso a las tecnologías que multiplican esta sensación de agobio y desborde emocional. Seguramente debe ser difícil de imaginar, desde una oficina ministerial, estas condiciones y las situaciones que conllevan. Tal vez sea momento de replantear, para lo que queda de aislamiento, nuevas estrategias para aplicar en la escuela virtual, que permitan un regreso sin estress a las aulas, cuando las circunstancias lo permitan
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