Aldea Global

No dejan que sus empleados domésticos con los que tuvieron contacto pierdan días de trabajo

Coronavirus: Nordelta, los viajes al exterior y una preocupación que se propaga

Decenas de familias de Nordelta viajaron a Europa, Estados Unidos y Asia en las últimas semanas. Vecinos exigen que cumplan el aislamiento. El Poder Judicial, en cuarentena. En las farmacias de Nordelta vuelan los medicamentos. Antifebriles, antigripales, tés con paracetamol, expectorantes por la tos, pañuelitos descartables por las secreciones continuas, alcohol en gel, desinfectantes y hasta barbijos, todo se vende en exceso, día tras día. La alta demanda de medicinas en los barrios cerrados del norte del conurbano bonaerense tiene una explicación: en Nordelta corre el miedo al coronavirus.

Vecinos de Nordelta y trabajadores que todos los días viajan hasta allí -la mayoría en los micros de Mary Go- detectaron a decenas de personas engripadas, con malestar de salud, resfriados, con tos o bajo síntomas similares a los que provoca el contagio de coronavirus. Chicos, grandes, ancianos. Hombres, mujeres y mascotas.

Lo que sucede en Nordelta es preocupante. Esta semana el colegio Cardenal Pironio informó que una familia (padre, madre y los cuatro hijos que asisten al establecimiento) se auto-aislaron luego de tener contactos con un cuñado que regresó de Boston. El hombre dio positivo: estuvo internado en el Otamendi. La información generó pánico entre los alumnos y el resto de la comunidad educativa. Muchos padres decidieron no enviar más a sus hijos al colegio hasta que se desinfecten. El temor se expandió por otros colegios de Nordelta y ahora los directivos de las escuelas evalúan dar “clases virtuales”.

La mayoría de las familias de Nordelta tienen ingresos y recursos por encima de la media -al igual que en Barrio Norte, Recoleta, San Isidro, Vicente López- y es lógico pensar que esas familias tienen más posibilidades de viajar al exterior. Aunque no hay estadísticas oficiales, se cuentan de a cientos los vecinos de Nordelta que viajaron en los últimos dos meses a Europa, Estados Unidos o Asia.

Lo que realmente preocupa -y molesta- es que los viajantes no quieren ponerse en cuarentena por cuenta propia, y que tampoco dejan que sus empleados domésticos con los que tuvieron contacto pierdan días de trabajo. Aunque tengan amparo legal.

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