Por TavoCibreiro
Marchas simuladas con olor a comunicación tóxica
(Por TavoCibreiro (*)) Los medios hegemónicos necesitan las marchas para validar su relato. Allí materializan su agenda y parte de su ficción recurrente.Como ya sabemos, hace un buen rato, abandonaron su rol histórico y se transformaron en los punteros políticos de sus propios intereses multisectoriales y, al mismo tiempo, de la derecha nacional y por qué no también latinoamericana.
Ellos convocan, movilizan y hasta ponen a disposición el discurso a utilizar. Su guion anatómico se adapta fácilmente a cualquier necesidad o coyuntura latente. Las usinas de sentido, a través de sus cadenas metonímicas, configuran la escenografía deseada en cuestión de horas y con una naturalidad apabullante. Entonces, obviamente, el “Somos Venezuela” se hace cartel y “viva el cáncer”, otra vez pared. Además, si a todo eso le sumamos una práctica política farandulera y un territorio digital exacerbado, con trolls bien financiados y noticas falsas, el Frankenstein resultante es aquello que todos y todas vimos el 9 de Julio frente al Obelisco. Una locura tragicómicapero peligrosa a la vez.
Desde luego, la concentración mediática maximiza la molestia simbólica inexplicable, pero molestia al fin para ellos y ellas. Una porción no menor de la sociedad, imaginando una acción colectiva reparadora, cae en la trampa sin saberlo, ni preguntárselo jamás.
Hoy, la prensa hegemónica y la derecha argentina son parte de un mismo entramado ideológico, con aspiraciones evidentes y militancia sistematizada. Con roles diferenciados, pero con los mismos objetivos, la simbiosis entre ambos es total y absoluta. Sin fisuras. Son una totalidad enajenada, y no simplemente la suma de las partes, como conjeturan algunos y algunas. En la región, el desequilibrio estructural dentro del ámbito de la información es obsceno, tóxico y endémico. Bajo este formato, al potenciar las tensiones antagónicas y la violencia explícita, las democracias corren peligro real. Sin ir tan atrás en el tiempo, Bolivia es un claro ejemplo de eso.
Transitar otras formas de comunicación es urgente. Indagar sobre la trayectoria de los medios no hegemónicos puede resultar un ejercicio lúdico liberador, capaz de aportar insurgencia informativa y desobediencia normativa. Ambas situaciones, por cierto, son bienvenidas en esta realidad repleta de voces iguales, donde sólo la tajada más rica de la población tiene acceso a los medios de comunicación masivos.
Si un mundo diferente es posible tras la pandemia viral, también es viable un nuevo soporte comunicacional, donde los medios populares y pymes tengan las mismas oportunidades que los corporativos y hegemónicos. No sólo para dar la batalla cultural ansiada, sino también, para generar empleo directo e indirecto, valor agregado y crecimiento económico.
(*) . Comunicador Popular. Periodista. Integrante de Ucaya y colaborador en Motor Económico.
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