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¿Nuevas guerras monetarias?
La divisa china se ha apreciado un 11% en relación a la estadounidense en los últimos 12 meses, la subida más rápida en tres años. Algunos analistas sugieren que la depreciación del dólar le viene bien a Washington en su nueva guerra fría con Pekín.
En una ocasión, John Connally, exsecretario del Tesoro (1971-72), dijo a sus interlocutores europeos, desentendiéndose de los efectos que causaban las fluctuaciones del dólar en los mercados de capitales, que el billete verde era “nuestra moneda y vuestro problema”. La historia se repite, pero esta vez con el yuan, que en los últimos 12 meses se ha apreciado un 11% en relación al dólar, minando con ello la competitividad de las exportaciones chinas y forzando al banco central chino (PBoC, siglas en inglés), a intervenir en los mercados de cambio para frenar la mayor apreciación en tres años.
Aunque la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, ha subrayado que la cotización del dólar será fijada exclusivamente por el mercado, algunos analistas sugieren que la depreciación del dólar le viene bien a Washington en su nueva guerra fría con Pekín. Diluye su deuda con China, que entre agosto de 2017 y octubre de 2020 redujo sus tenencias de bonos del Tesoro de Estados Unidos de 1,2 a 1,05 billones de dólares.
En una reciente comparecencia ante el Congreso, Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, reafirmó que no subirá los tipos “preventivamente” y que esperará a tener evidencias sólidas de inflación real antes de hacerlo. La Fed prevé que la inflación, excluyendo alimentos y energía, se mantenga en torno al 3% en lo que queda de año, por lo que muchos apuestan que comenzará a subir sus tipos de referencia en 2023.
El gasto del ahorro acumulado por las familias durante la pandemia (20,5% del PIB, frente al 7% de 2019), el bajo desempleo y los aumentos salariales podrían retroalimentar las presiones inflacionarias, forzando una subida de tipos que tendría efectos potencialmente devastadores en las economías emergentes.
El monetario es, por tanto, un campo de batalla más. En la cumbre del G7 en Cornualles, Joe Biden dejó clara su principal preocupación, China, que apareció tres veces en la declaración final y fue citada por primera vez en un comunicado oficial de la OTAN. Pero la Unión Europea no parece muy convencida. Armin Laschet, uno de los principales candidatos a suceder a la canciller Angela Merkel, cree que China es tanto “un socio como un competidor”.
Según el último informe del FMI sobre los niveles de las reservas de divisas de los bancos centrales, las denominadas en dólares cayeron al 59% durante el cuarto trimestre de 2020, su menor nivel en 25 años. En 1999, cuando nació el euro, esa cifra rondaba el 71%. Por su parte, debido a su dependencia de EEUU en asuntos de seguridad, Japón y Corea del Sur han aumentado sus compras de bonos del Tesoro.
China no renuncia a liderar una gradual “desdolarización” global, promoviendo el uso del yuan en los países que se integran a su Nueva Ruta de la Seda y su comercio exterior. En 2020 las transacciones comerciales bilaterales valoradas en rublos y yuanes entre Rusia y China alcanzaron el 25% del total. Según Mu Changchun, director de monedas digitales del PBoC, el banco central chino quiere ser el primero entre los grandes en emitir una moneda digital soberana para impulsar la internacionalización del yuan, que actualmente solo supone el 2% de las reservas de divisas de los bancos centrales, apenas un poco más que las denominadas en dólares canadienses.
Muchos creen que las políticas fiscales de Biden favorecerán la estrategia china. Ray Dalio, fundador de Bridgewater Associates, un fondo de inversión que gestiona 150.000 millones de dólares en activos, advierte que el aumento de la deuda pública y su monetización para estimular la economía inevitablemente debilitará el dólar. Stanley Druckenmiller, director ejecutivo de Duquesne Family Office, prevé que el dólar perderá su hegemonía en los próximos 15 años debido a las políticas monetarias y fiscales expansivas. Larry Summers, exsecretario del Tesoro con Bill Clinton, sostiene en The Washingon Post que las políticas macroeconómicas y fiscales de Biden son las “más irresponsables de los últimos 40 años”.
En 2020, China superó a EEUU como principal destino de inversiones extranjeras directas. Ya alberga el segundo mercado de bonos y el tercer mercado bursátil del mundo.
Un informe del centro de investigación de los bancos centrales (OMFIF) afirma que la apreciación del yuan ayudará a Pekín a frenar la inflación y acelerar el giro económico del mercado externo al interno. El divorcio tampoco parece nada fácil. Apple fabrica casi todos sus iPhone y Mac en China. Gracias en parte a esa simbiótica relación, EEUU tiene hoy 60 de las 100 compañías con mayor valor en bolsa, una cifra que no ha dejado de crecer pese al ascenso chino, mientras que el de las europeas se ha reducido a la mitad desde 2000.
fuente: https://www.politicaexterior.com/
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