Por Luis Zarranz
Silvio Rodríguez: “Los países con Estados fuertes demostraron estar más preparados para la pandemia” (+ Videos nuevas canciones)
Silvio Rodríguez Domínguez – Silvio, para todo el mundo – ocupa un lugar en el podio de los artistas más venerados de América Latina, ese pedestal al que aspira todo músico y solo alcanza una ínfima minoría de elegidos. A lo largo de su trayectoria compuso y cantó, con esa voz clara e inconfundible, diversos temas que, a lo largo de los años, se convirtieron en himnos. Nadie como él le ha cantado tanto y mejor a la Revolución, esa que los cubanos lograron fuese algo real como el sol de cada mañana.
Como referente de la Nueva Trova – el movimiento musical que, tras la Revolución, se convirtió en la banda de sonido de los sueños emancipadores de toda Latinoamérica – está enclavado en el corazón de cada militante, como un estandarte que da orgullo y pertenencia. De alguna manera, así, sus canciones y su poética dejaron de ser suyas para pasar a ser de los millones que, a través de varias generaciones, las cantaron y las cantan, según cada caso, como una realidad o una utopía.
En plena pandemia, en un mundo que detuvo buena parte su dinámica habitual, Silvio no para y lanza un nuevo disco, Para la espera, el vigésimo de estudio en su larga trayectoria musical, dedicado a diversos amigos fallecidos recientemente, como el español Luis Eduardo Aute, el chileno Luis Sepúlveda y el argentino Marcos Mundstock, a quienes no pudo despedir a raíz de las restricciones que genera el COVID-19.
El nuevo trabajo, que verá la luz el 12 de junio en las principales plataformas digitales, es la excusa perfecta para esta entrevista exclusiva con Contraeditorial. Vía correo electrónico, Silvio habla de su nuevo disco, claro, pero también analiza los cambios globales que genera la pandemia, la situación en Cuba, el bloqueo sobre la isla y la situación de los médicos cubanos que brindan asistencia sanitaria en todo el mundo, pero que en la Argentina la derecha y los medios hegemónicos, valga la redundancia, fueron tildados de “espías”.
—Estamos atravesando una situación de emergencia global a raíz de la pandemia del COVID-19. En este contexto tan difícil, en el que el mundo que conocimos indefectiblemente tiene que cambiar, sale a la luz tu nuevo disco, Para la espera. ¿Cómo fue el proceso de creación y qué te genera parir este nuevo trabajo en medio de esta situación tan excepcional, en la que parecemos detenidos en un presente continuo?
—Tengo una carpeta que se llama Siglo XXI, que contiene las primeras versiones de los temas compuestos desde el 2000 hasta hoy. Para la espera son algunos de esos temas, poco trabajados, un poco con el aliento que tienen las cosas cuando nacen. Todo está como fue concebido, apenas con unos pocos instrumentos o voces agregados por mí mismo. Viendo que todo el mundo está tratando de aportar algo en estas circunstancias especiales, me dije: “¿Por qué no extraer algunos de estos primeros acercamientos, tal como están?”. Y eso estoy haciendo.
—Para la espera. ¿Qué cosas te parecen que son para la espera y cuáles son tan urgentes que no la admiten?
—Es obvio que algunas cosas como la vida social e incluso el arte pueden esperar, y está visto que lo que no puede esperar es la atención a la salud, la investigación, y también la producción de alimentos, lo vital para sobrevivir. El nombre del disco está tomado de un tema que se llama Danzón para la espera, que compuse hace tiempo y resultó apropiado.
“Creo importante que se sepa aprovechar esta conciencia universal de cosas que nos estaban haciendo mal y de lo que ganaríamos haciéndolas mejor”.
—Has anunciado que este material estaba dedicado a “la memoria de varios amigos, excelentes creadores que el mundo ha perdido en el último mes”. ¿Cómo fue despedirlos en esta situación tan excepcional en que las posibilidades de juntarse a hacerlo con otros amigos está muy restringida?
—Mientras estaba ordenando las canciones empezaron a morir amigos. Algunos fueron muy cercanos, como Tupac Pinilla, que era el editor de los libros que he hecho, un joven brillante. Juan Padrón, con una trascendencia artística y cultural enorme, ya que fue el creador de historietas y películas de animación fundamentales. Luis Eduardo Aute fue mi hermano, lo sabe todo el mundo, su familia es como mi familia. César López fue un importante poeta cubano, un patriota de la Santiago de Cuba insurgente. Luis Sepúlveda, gran escritor chileno y una bella persona. Marcos Mundstock no recuerdo si estaba en un asado que nos hizo Daniel Rabinovich, hace años, pero es un incuestionable referente cultural latinoamericano. Con Oscar Chávez compartí muchas veces varios escenarios de México y de Cuba, un gran compañero. A todos tuve que decirles adiós desde lejos.
—Hasta este momento hemos conocido la canción “La Adivinanza”. Bellísimo tema. ¿Por qué, como se dice allí, te parece que el amor es siempre una adivinanza?
—Todo es una adivinanza, hasta la vida, e incluso cosas más grandes, como el universo. ¿Qué más da que lo sea, también, un sentimiento?
—¿Tenés previsto realizar alguna gira para presentar el disco, por supuesto una vez que la pandemia y la situación de emergencia lo permitan?
—Pre-visto no lo tengo. Ojalá alcancemos a post-verlo.
—Silvio, hay muchos intelectuales y pensadores que sostienen que la pandemia del COVID-19 implica el fin del capitalismo o de su fase neoliberal. Como hombre de las ideas, ¿cuál es tu mirada al respecto?
—Sí, he leído algunas hipótesis a partir de esta extraña realidad… Por lo que yo he vivido, intuyo que todo va a tratar de seguir siendo lo más parecido posible a lo que fue. Creo importante que se sepa aprovechar todo este movimiento pensante que la pandemia ha provocado, esta – digamos – conciencia universal de cosas que nos estaban haciendo mal, a los humanos y al planeta, y de lo que ganaríamos haciéndolas mejor… Potenciar esas ideas sería importante, creo que todo el mundo ganaría.
Modelo para a(r)mar
En el mundo, pocos artistas tienen una vinculación tan estrecha con su país como la que posee y genera Silvio con Cuba y su Revolución. Como militante y artista ha sido parte del proceso que, a partir de 1959, cambió el destino de la isla en forma definitiva. Siempre reivindicando y ejerciendo el derecho a la crítica y el disenso, que muchas veces, aquí y allá, confunde unidad con unanimidad, Silvio ha puesto el cuerpo en distintas etapas desde que, en 1961 y con solo dieciséis años, participó de las campañas alfabetizadoras – en su caso en las montañas del Escambray – que, a partir de allí, lograron eliminar el analbabetismo del país.
—A partir de la Revolución, Cuba se ha destacado por su política sanitaria y educativa, entre otros tantos aspectos. ¿Cuál es la situación actual que generó la pandemia allí, en términos de asistencia, por un lado; y en términos económicos, por ejemplo, a partir de la merma en el turismo que esta situación genera?
—Cuba y en general los países con Estados fuertes han demostrado estar más preparados para un evento como esta pandemia que el mundo llamado liberal. Esto ha desatado cierta suspicacia, para mi fascistoide, de comparar la disciplina que imponen estas circunstancias con la pérdida de libertades. Está claro que ninguno de estos ideólogos anda rozándose con la gente por la calle. A nosotros la recuperación nos va a costar trabajo, sobre todo por el recrudecimiento del bloqueo. Y creo que esto nos compromete a mixturar nuestras prácticas económicas, algo que estaba previsto en Cuba desde hace años y que un exceso de cautela ha ido postergando.
—¿Cuáles son tus aspiraciones para el curso de la Revolución en los próximos años?
—Que nuestro Estado siga siendo fuerte, para que continúe garantizando las conquistas de la Revolución y las profundice. Y también que con inteligencia libere las fuerzas productivas y sepa hacer cómplice suyo a la gestión privada. No creo que esto resuelva todos nuestros problemas, tampoco los que tenemos con el Imperio, pero va a corregir errores cometidos hace décadas y nos va a hacer más fuertes, más autosuficientes.
—A partir de la pandemia, el presidente argentino, Alberto Fernández, y varios líderes latinoamericanos reclamaron que Estados Unidos levante el bloqueo a Cuba, tras señalar que “no es una cuestión política sino humanitaria”. ¿Estás al tanto de esos pedidos? ¿Qué reflexión te merecen?
— Claro que lo conozco y por supuesto que lo agradezco. Cubanos que viven fuera del país, incluso en Estados Unidos, lo han planteado y los he apoyado – con no muchas esperanzas de su éxito –. Lamentablemente, no tengo mucha fe en la calidad humana de quienes dirigen esas políticas, que con toda justicia han sido bautizadas de genocidas.
—En Argentina, hubo una especie de polémica luego de que varios dirigentes de derecha, y sus voceros mediáticos, se opusieran a la posibilidad de arribo de médicos cubanos acusándolos de “espias” (sic). Vos siempre has estado cerca de toda la solidaridad que exporta Cuba a través de sus médicos y educadores. ¿Podrías contarnos, aunque sea brevemente, qué aspectos de todo lo que han hecho estos “espías” te genera más orgullo?
—Precisamente ayer Alicia Jrapko, una argentina-norteamericana, me pedía sumarme a la petición del premio Nobel de la Paz 2021 a la Brigada Internacional Henry Reeve, que es la que reúne a los médicos y personal de la salud cubanos que enfrenta la pandemia en tantos países. La Brigada toma el nombre de Henry Reeve por un brigadier norteamericano que llegó a ser un importante combatiente en el Ejército Libertador de Cuba, en la primera guerra de liberación, que duró diez años, en el siglo diecinueve. Lo de “espías” son patrañas de los que quieren desacreditar a toda costa a Cuba. La mayor parte del mundo reconoce la incuestionable calidad científica y humana de nuestros médicos.
La aldea y el juego
—¿De qué músicos de Argentina te nutrís o escuchás o admirás?
—Montones. Argentina siempre ha sido una potencia musical. Para no hacer la lista interminable mencionaré a Yupanqui, a Mercedes, a Pugliese y a Piazolla, a quienes tuve el honor de conocer.
—Lennon decía que “algunos están dispuestos a cualquier cosa, menos a vivir aquí y ahora”. ¿Qué significa y qué implica para vos lo cotidiano? ¿Cómo crees que desde allí se puede abordar lo trascendente?
—Siempre aparece algún motivo para recordar el proverbio indio con que el cineasta Satyajit Ray da inicio a su Trilogía de Apú: “Cuenta tu aldea y contarás el mundo”.
—A la hora de componer, ¿preferís apelar a momentos de inspiración o te imponés alguna rutina?
— Mi rutina no es componer, sino divertirme con la guitarra, de ahí sale todo. Todas mis canciones aparecen jugando.
(Tomado de Contraeditorial)
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