Opinión. Por Pilar Rahola
Tres crisis
Desde el momento en que China construyó un hospital en pocos días, para paliar la falta de recursos ante la epidemia que empezaba a sufrir, era evidente que la crisis vírica conllevaría una segunda crisis muy grave: la crisis sanitaria. Y, con la sanitaria, nadie podría evitar la crisis económica que se cerniría sobre la población. Se trataba, pues, de actuar con celeridad en la primera de las crisis, la vírica, para impedir la eclosión de las dos crisis consiguientes. Y esa celeridad es la que falló de manera estrepitosa en el continente europeo.
Primero fue el humor con tintes etnicistas: los chinos, lo que comen, etcétera. Y mientras China hacía un esfuerzo titánico para contener la pandemia, en Europa nos lo mirábamos con arrogante estulticia: Asia siempre quedó lejos. Después pasamos a la preocupación moderada, pero sin atisbo de asumir la necesidad de preparar la grave situación que, inevitablemente, comportaría la pandemia. Y el resto es conocido: Europa no se preparó, no actuó, no coordinó y, en definitiva, no existió durante semanas, a pesar de la alarma que lanzaban los científicos. Y dentro de Europa, el caso italiano fue un ejemplo de improvisación, caos e ineficacia que sólo se vio superada por la improvisación, caos e ineficacia española. Ni se destinaron recursos, ni se prepararon contingencias, ni se establecieron protocolos de prevención, ni se creó un gabinete de crisis, ni se hicieron compras masivas de útiles sanitarios, ni se aprendió nada de la lección china. Después, cuando todo ha estallado, Europa ha continuado sin existir y cada Estado ha tomado sus decisiones unilaterales, como si el virus supiera de límites fronterizos.
Europa no se preparó, no actuó, no coordinó y no existió durante semanas
Por muchos motivos, el caso español parece el más preocupante, no en vano todos, desde profesionales sanitarios hasta científicos y organismos internacionales, se ponen de acuerdo en algo fulminante: en España se podía haber evitado esta progresión tan descomunal, tomando las medidas necesarias, aunque fueran rotundas. No sólo no se hizo en su tiempo, sino que continúan siendo parciales, y así, de la crisis vírica hemos pasado a la sanitaria, mientras se acerca la económica. ¿Se actuará igual en este caso? El temor es inevitable porque, mientras Francia y otros países toman medidas muy contundentes para frenar el sangrado económico de la población, en España parece que las soluciones vienen con un gran titular y mucha letra pequeña. Es decir, no se frenó la crisis vírica, no se previno la crisis sanitaria y veremos qué pasa con la crisis económica. Un desastre en tres dimensiones.
Fuente: lavanguardia.com
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