Por Antonio Muñiz/ Especial para Motor Económico
Una segunda oportunidad
**(Por Antonio Muñiz/ Especial para Motor Económico ) Parece prematuro exponer una descripción exhaustiva de los cambios que están sucediendo en la economía mundial a partir de la gran crisis de 2008, nunca del todo superada y la pandemia actual que ha ido agravando una situación ya de por si caótica. Que quede claro los problemas originados por los cuarenta años de neo liberalismo y globalización de la economía ya estaban latentes y solo la miopía de una clase dirigente global podría negarlos. La Pandemia solo aceleró los tiempos y puso los problemas sobre la mesa, en lugar de barrerlos bajo la alfombra.
La derrota de Trump o el triunfo de los demócratas en EEUU, puso grises y sombras sobre un futuro cercano incierto. El fracaso de Trump más allá de sus payasadas y exabruptos, puso fin al intento de sectores de EE.UU de cerrarse sobre sí mismo y dejar de lado la globalización. El intento de Trump de recuperar el poderío industrial estadounidense a partir traer las líneas de producción hoy dispersas por el mundo, en especial China y Oriente, fue derrotado en las urnas, pero logro mucho consenso sobre todos en las zonas otrora ciudades industriales, hoy venidas a menos por la desindustrialización de las últimas décadas. El proyecto demócrata siempre estuvo alineado con la idea de la globalización económica y productiva y gobierno global. Este proyecto también está en crisis, por lo que la principal potencia del mundo está en un conflicto que no se puede superar hoy por medio de las urnas. En los próximo meses se verá cómo evoluciona la situación interna yanqui, pero cualquiera sea el camino emprendido tendrá consecuencias globales.
En el resto del mundo pareciera encaminarse a situaciones de cierre de las economías, a fin de preservar el trabajo y el ahorro y el mercado interno, impulsando la demanda doméstica, las potencias occidentales están implementando política de desarmar los incentivos a la deslocalización de la producción en Asia. Así Japón acaba de disponer una línea de crédito de 14 mil millones de dólares a disposición de las empresas para que repatríen las líneas y procesos de producción actualmente instalados en China.
Una tendencia similar se nota en Europa que ha decidido mantener la nacionalización de empresas estratégicas, como las aéreas. Y desarrollar una política llamada de relocalización industrial, e iniciar un proceso de sustitución de importaciones, sobre todos en sectores semi estratégicos, la producción farmacéutica, la producción de energía “verde”, etc. El fantasma de desempleo se instaló en la vieja Europa, hoy muy convulsionada por conflictos sociales económicos, raciales y políticos. La destrucción masiva de empleos pude ser un escenario apocalíptico para la UE.
La actual de crisis mundial ha mostrado con toda crudeza el fracaso del modelo político y económico encarnado en el neoliberalismo y el Consenso de Washington. Todas las teorías que le dieron sustento han mostrado su inoperancia para dar respuestas.
La crisis del 2008 y la larga recesión que le siguió,mostró, en primer lugar, que la primacía del capital financiero por sobre la organización de la economía mundial destruyó amplios sectores y regiones, antes prosperas zonas industriales y productivas, para llevar esas industrias a regiones del tercer y cuarto mundo, buscando mano de obra barata, en algunos casos casi esclava, destrozando el medio ambiente y saqueando recursos naturales. Ese modelo toco su punto límite.
Como segundo elemento puede citarse la guerra comercial larvada que existía detrás del “exitoso modelo de libre comercio”, políticas de dumping, barreras arancelarias y para arancelarias, destinadas a restringir las importaciones y aumentar exportaciones. Estas ventajas para comerciales, tenían mucho que ver con “ventajas” que vulneraban leyes, convenios y acuerdos multinacionales. Salarios muy bajos, explotación infantil, sobre explotación de los recursos naturales y depredación del ecosistema, guerras por los recursos, etc, etc. Queda claro que este “libre comercio forzado” solo ha provocado crisis sociales, sanitarias, ecológicas.
También el modelo neoliberal mostró sus limitaciones, ya que mientras las grandes corporaciones ganaban más dinero a partir de baja significativamente sus costos de producción, los países centrales veían aumentar sus costos sociales, a partir del aumento del desempleo, la seguridad social, la recaudación impositiva, lo que obligo a la desmantelamiento del estado de bienestar de post guerra con el costo político y social que eso implicó.
Todo esto pone en tela de juicio la lógica del andamiaje social de la globalización, en teoría, las importaciones de bienes de consumo a bajo precio permiten incrementar el poder adquisitivo de los salarios, pero esas importaciones destruyen los puestos de trabajo internos e incrementan el costo social lo cual restringe la tasa de beneficios que el gran capital preveía.
Por último y no menor, el mundo que surge en estas cuatro décadas de neoliberalismo, pone en cuestión la hegemonía global tras la caída del muro de Berlín y la debacle de la Unión Soviética. La hegemonía política y militar norteamericana es hoy puesta en cuestión por el surgimiento de otras potencias económicas, como China, la Federación Rusa, India o el surgimiento de nuevos bloques económicos y políticos, como el Brics.
Todos los analistas predicen el reemplazo de la hegemonía yanqui por la China para la década de 2030. Esta situación llevará seguramente durante estos años a conflictos comerciales y políticos muy duros. Hay que recordar que estas batallas por el liderazgo regional o mundial siempre se han dirimido a través de grandes guerras.
Las salidas a la crisis post pandemia son limitadas, continuar con el modelo actual aceptando el costo en todos los órdenes que este ha generado, pero teniendo en claro que la tasa de beneficio se limita o, se pone límites a la lógica globalizadora del libre comercio y la libre circulación de capitales. Esta podría ser la salida más racional, volver a un esquema de producción con fortalecimiento del mercado interno en detrimento del sector financiero global, el gran y casi único ganador de este proyecto fallido. Por supuesto que esto no se hará sin conflictos entre los distintos grupos de poder.
América Latina y Argentina.
Hoy Latinoamérica vive en un estado de convulsión interna muy fuerte. Todos los países de la región están sufriendo las consecuencias de décadas de políticas neoliberales impuesta por el FMI, el Banco mundial, y otros organismos internacionales que son poderes internacionales destinados a penetrar e instaurar en los países periféricos las políticas del consenso de Washington. Hoy los pueblos, en especial los jóvenes, han salido a la calle hartos de políticas económicas que les roban el presente y sobre todo el futuro.
Hay manifestaciones populares en Guatemala, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, crisis política en Brasil, donde en gobierno de derecha de Bolsonaro fue derrotado en las elecciones municipales y estaduales de ese país. No es casual, los países de la región, fueron víctimas de golpes de estado sangrientos, que solo sirvieron para instalar las políticas neoliberales y monetarista, que solo han empobrecido a su población, primarizando su economía, desindustrializaron los países, se privatizo los servicios públicos y aumentó considerablemente la concentración de la riqueza en pocas familias, además de saquear sus recursos naturales y contaminar el medio ambiente.
Esta modelo, como decíamos más arriba, está en crisis y difícilmente puedan sobrevivir en la post pandemia.
Frente a la crisis global y regional, el sentido común indica que no se puede volver a las viejas recetas que nos han llevado a esta situación. Es necesario plantearnos como país y como región alternativas de desarrollo sustentable, una política deliberada hacia una mayor soberanía y auto suficiencia nacional. Como decía Alfo Ferrer, en la década del 80 “un vivir con lo nuestro”.
La salida de la crisis solo puede lograrse a través de un incremento de la demanda interna, del consumo, de mejores salarios y pleno empleo en marco de una planificación de gobierno sustentable en el mediano y largo plazo.
En este marco es necesario retomar el camino de la reindustrialización acelerada por sustitución de importaciones. Esta fue el camino exitoso de crecimiento y desarrollo nacional desde la década de 1930 hasta su destrucción y punto final con el golpe de 1976, que vino a terminar a sangre y fuego con el sueño de una Argentina industrializada.
Argentina cuenta con recursos valiosos para re iniciar este proceso de industrialización acelerada, tienen los recursos naturales y humanos y una experiencia histórica, un saber hacer, que tiene un valor extraordinario. El caso del petróleo y el litio abren importantes posibilidades, son ejemplos de oportunidades.
El petróleo por ejemplo, no debería ser no sólo para consumo interno, sino también un bien exportable para generar divisas. Es necesario agregarle valor, por ejemplo en lugar de gas debemos producir y exportar plásticos, pero para eso es necesario desarrollar una industria petroquímica. En lugar de exportar petróleo crudo debemos exportar nafta. Pero para eso hay que construir una otra refinería. En necesario desarrollar más tecnología en la explotación petrolera tradicional y en particular en Vaca Muerta para hacerla más eficiente y más rentable
Otro rubro con potencial es el litio, mineral básico para la producción de baterías: es un mineral estratégico, existente en pocos lugares del mundo y uno de esos lugares es en el Norte Argentino, Bolivia y Chile. Lamentablemente la Constitución del 94, con un supuesto fundamento en el federalismo entregó la explotación minera a la provincias y está en búsqueda de recursos para sus arcas concesionó la explotación de los mejores salares en suelo argentino.
Las empresas que hoy lo explotan lo sacan a granel hacia sus países de origen donde es procesado. Es fundamental recuperar ese recurso para los argentinos y constituir empresas que agreguen valor. Esto es así además para muchos minerales que son extraídos con técnicas que dañan el medio ambiente, dejando muy pocas regalías a las provincias. La meta debe ser agregar valor a todos los productos exportables.
Por ejemplo a partir de las baterías de litio podemos avanzar en la construcción y desarrollo del colectivo eléctrico y por ende en el auto eléctrico. Industrias de gran potencial futuro y en las cuales tenemos capacidad de desarrollo.
Lo mismo puedo decirse de los desarrollos en energía atómica, pequeños reactores, en industria aero espacial, satélites, comunicaciones, industrias para la defensa, desarrollos 4 y 5 G, farmacéutica, y salud, etc.
Por supuesto que, y el gobierno junto al sector están trabajando en ello, esta el agregado de valor a toda la producción agro pecuaria. Argentina puede y debe ser uno de los principales exportadores de alimentos elaborados del mundo. Argentina está en condiciones de duplicar y hasta triplicar sus exportaciones en alimentos en un corto plazo.
El potencial de desarrollo existe y siempre existió, pero sigue habiendo restricciones internas y externas que dificultan esta proceso virtuoso. Uno y fundamental es desmontar el andamiaje legal del neoliberalismo que actúa con un lógica saqueadora, de acumulación de capitales y su posterior fuga hacia guaridas fiscales, es necesario controlar los flujos de divisas especulativas, porque son un vehículo de deuda y empobrecimiento. En ese orden es necesario desdolarizar la economía y sobre todo el anclaje dólar precios internos.
Y la otra restricción que tenemos es la falta de una burguesía nacional. No solo no tenemos una burguesía que pueda liderar un proceso de industrialización, sino que como muestra la historia argentina, es la misma burguesía la que resignó siempre su rol histórico y sus intereses de clase al servicio de los negocios de la oligarquía y los capitales extranjeros.
En ese marco un proceso de re industrialización acelerada solo puede ser liderado por un “estado desarrollador”, un proceso en el que el Estado no solamente regule y vigile sino que en ciertas áreas se convierta en un Estado empresario. En un estado motor de la economía. Un estado que lidere, asociado a los privados, si es posible, un proceso de investigación, desarrollo e innovación científico tecnológica Por supuesto que no planteamos un estado omnipresente, que se haga cargo de todo, pero sí de todas aquellas actividades básicas y de aquellas donde el privado no puede o no quiere invertir.
El estado debe fijar el rumbo y las reglas de juego para los actores del proceso económico, y debe premiar a los que las cumplan así como sancionar a aquellas que sacan los pies del plato.
Los países del primer mundo, EEUU o Alemania o China por poner algunos ejemplos esconden el rol del estado. Mientras nos hablan de libre comercio, libre empresa y ajuste del estado como recetas para nuestros países, ellos tienen estados fuertes, asociados a la actividad productiva, invierten ingentes sumas en investigación y desarrollo de nuevos productos y tecnologías, que luego son comercializados por empresas privadas. En estos casos las industrias militares o la industria espacial, fueron como ejemplo, el comienzo de las nuevas tecnologías que hoy se usan en la vida diaria, como internet, celulares, GPS, etc., subvencionadas por contratos del estado con empresas privadas.
Vamos hacia un mundo donde se cerraran fronteras, donde el comercio entre países será complejo, donde los conflictos por los mercados y los recursos naturales pueden llegar a ser violentos. Argentina debe cerrarse sobre sí misma, desarrollar un mercado interno fuerte y sustituir con producción local muchos productos que hoy se importan.
Es probable que estemos en los umbrales de un proceso de integración de bloques geográficos regionales, que disputen el comercio pero también la hegemonía global. Es un escenario así Argentina debe integrarse a Latinoamérica, no solo por razones de hermandad histórica o cultural, sino por razones económicas y comerciales. Un mercado común latinoamericano es un mercado que permitiría escala a nuestra producción, ya que la industria argentina, a pesar de las políticas de destrucción internas durante los gobiernos liberales, tiene prestigio y mercados seguros en la mayor parte de los países de la región.
Antonio Muñiz Noviembre 2020
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