Por Alfredo Zaiat
Mercado laboral en América Latina: en terapia intensiva
Cuando se escriba la historia del empleo en América Latina y el Caribe, el año 2020 marcará un antes y un después. El informe anual de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) 'Panorama Laboral' registra el impacto fulminante del coronavirus sobre los mercados laborales de la región.
Durante 2020, el año de la pandemia COVID-19, los mercados de trabajo de América Latina y el Caribe han retrocedido al menos 10 años y la crisis está lejos de terminar.
El resultado es un escenario enrarecido, con altas tasas de desocupación, un aumento preocupante de la inactividad y persistentes déficits de trabajo decente.
Unas 30 millones de personas están desocupadas y 23 millones habrán salido de la fuerza de trabajo ante la falta de oportunidades. En 2021 el empleo estará en terapia intensiva y los indicadores podrían empeorar, dice el informe anual de la OIT.
Debilidad
El Banco Interamericano de Desarrollo indicó que el coronavirus llegó en un momento de debilidad económica en la región: en los últimos años se ha registrado un deterioro del PIB per cápita, así como un aumento de la informalidad laboral, que alcanza al 56% de los trabajadores.
El documento del BID se pregunta: ¿por qué era necesario adoptar políticas públicas para mitigar los efectos de COVID-19 en los mercados de trabajo?
Se responde: la intervención estatal resultó clave para apoyar a las personas que se quedaron sin una fuente de ingreso y también para evitar, o al menos contener, la pérdida de empleos, que no solo implicaba un impacto directo en el bienestar de las familias afectadas, sino que podía retrasar la recuperación económica de la región.
Los Gobiernos adoptaron medidas para proteger los empleos, los ingresos y el funcionamiento de las empresas en tiempos de emergencia. Fue un esfuerzo importante pero en algunos casos las ayudas llegaron tarde, o bien no fueron suficientes para cubrir los ingresos perdidos.
Las proyecciones de crecimiento del PIB de la región han reflejado la evolución de los efectos inéditos de la crisis sanitaria. Las estimaciones apuntan a una contracción de la economía regional para 2020 en torno a -8%, y, para 2021, un crecimiento de 3,5%.
La crisis ha tenido un impacto sin precedentes en el mundo del trabajo en América Latina y el Caribe causando la pérdida de empleos, la quiebra de empresas de todos los tamaños y una abrupta caída en los ingresos de las personas.
Además puso en evidencia los déficits de trabajo decente en la región, reflejados en una alta tasa de informalidad laboral.
Crecimiento con empleo
Ese cuadro dramático fue detallado por el Director Regional de la OIT, Vinícius Pinheiro, en base al informe anual Panorama Laboral. "Llegamos a 2021 con el empleo en terapia intensiva", afirmó.
Frente a este escenario, los países de la región enfrentan ahora el desafío de "sentar las bases para una nueva y mejor normalidad", lo cual implicará adoptar estrategias para generar más y mejores empleos en la medida que se vaya reactivando la producción y vaya disminuyendo la emergencia sanitaria.
"Ahora es indispensable lograr crecimiento económico con empleo. El empleo es crucial para reducir la pobreza y enfrentar la amplificación de las desigualdades que está dejando como secuela esta pandemia", agregó Pinheiro.
Tasa de participación
Frente a un escenario inédito, tal vez comparable con el de la gripe española de principios del siglo XX, los Gobiernos en todo el mundo actuaron rápidamente, tanto en el plano sanitario como en el apoyo económico a los sectores más afectados.
Sin embargo, los costos han sido inmensos. El reporte de la OIT reveló un fuerte aumento en la tasa de desocupación en la región que subiría hasta 2,5 puntos porcentuales en comparación con el año anterior, pasando de 8,1% a 10,6%.
Esto significaría que el número de personas buscando empleo que no lo pueden conseguir aumentó en 5,4 millones y llega hasta 30,1 millones.
Pero el informe advierte que en un escenario de crisis tan abrupta la tasa de desocupación cuenta solo una parte de la historia. El año pasado se registró un inédito tránsito hacia la inactividad por parte de personas que desistieron de buscar trabajo ante la falta de oportunidades. La tasa de participación se desplomó en 5,4 puntos porcentuales hasta 57,2%.
Más allá de los porcentajes esto significa que unas 23 millones de personas salieron de la fuerza laboral temporalmente y han perdido sus empleos y sus ingresos. En la medida que las economías se recuperen, su regreso a los mercados de trabajo generará presiones adicionales para los indicadores de desocupación de este año.
Desocupación
En 2021 la tasa de desocupación subiría entonces todavía más, hasta 11,2%, al considerar que influirán también factores como un crecimiento económico moderado en torno a 3,5%, insuficiente para recuperar el terreno perdido en la crisis.
El informe agrega que antes de la crisis sanitaria, lo que ha sostenido la participación y ocupación regional ha sido la incorporación de las mujeres en el mercado laboral.
Por la pandemia, este proceso claramente tuvo un retroceso, como se explicó en un artículo anterior publicado en Sputnik.
La reducción en la tasa de participación proporcionalmente fue más importante entre las mujeres, que fue de -10,4%, que entre los hombres, de -7,4%.
"La crisis sanitaria en 2020 ha tenido un impacto aún más significativo en el desempeño de los indicadores laborales de las mujeres", dice el documento.
Jóvenes
En el caso de la población entre 15 y 24 años, durante 2020 las tasas de participación y de ocupación juveniles cayeron en 5,5 puntos porcentuales, hasta ubicarse en 42,7% y 33%, respectivamente.
La tasa de desocupación juvenil subió 2,7 puntos porcentuales hasta 23,2%, un nivel que no había sido registrado antes, y que implica que uno de cada cuatro jóvenes terminó el año sin empleo.
Al analizar los datos disponibles sobre categorías ocupacionales al tercer trimestre, el informe de la OIT dice que en 2020 el empleo asalariado total y el empleo por cuenta propia cayeron -6,8% y -8,9%.
También se observa el impacto que la crisis sanitaria tuvo en otras categorías ocupacionales, como los empleadores (-9,8%) y el servicio doméstico (-19,4%).
La contracción del empleo fue particularmente importante en sectores de servicios como hoteles (-17,6%) y comercio (-12,0%). La crisis sanitaria afectó fuertemente el empleo en la construcción (-13,6%) y la industria (-8,9%). La menor caída se registró en la agricultura (-2,7%).
Promedios
Uno de los aspectos clave para analizar los indicadores regionales tiene que ver con los comportamientos de los mercados laborales de Brasil y México, que influyen de manera determinante en los promedios subregionales y regionales por su tamaño, que en conjunto alcanza a cerca de dos tercios de la población económicamente activa de la región.
Aun cuando en 2020 los dos países también experimentaron contracciones muy fuertes en la oferta y demanda laboral y aumentos en la tasa de desocupación, esas caídas fueron de menor magnitud respecto del conjunto de los otros países.
Sin Brasil ni México, la región experimentó una reducción aún más acentuada de la tasa de participación y de la tasa de ocupación (-0,8 y -1,5 puntos porcentuales adicionales, respectivamente), y un aumento aún mayor de la desocupación (1,3 puntos porcentuales).
La tasa de participación se redujo en los 15 países, aunque la contracción fue menor a 2 puntos porcentuales en los países del Caribe angloparlante (Jamaica y Santa Lucía), seguidos por Uruguay. En cambio, en Perú, Chile, Ecuador y Argentina la caída de la participación superó los 5 puntos porcentuales.
Aprendizaje
Aunque se logre retomar la senda de crecimiento previo a la pandemia, esa trayectoria sería insuficiente, pues para el 2021 se tratará de un rebote desde niveles muy deprimidos.
De todas formas, para algunos sectores económicos se abren espacios en ciertos nichos especializados que pueden brindar oportunidades a actividades económicas, y nuevos emprendimientos que se inserten en algunas cadenas mundiales de suministro.
Pinheiro destacó que para el futuro será importante considerar las lecciones aprendidas de esta pandemia. En primer lugar, que no hay un dilema entre preservar la salud y la actividad económica, pues sin salud no hay ni producción ni consumo.
"La seguridad y salud en el trabajo ahora es un tema clave para la reactivación", sentenció.
En segundo lugar, que el diálogo social es más relevante que nunca pues permite contar con estrategias consensuadas entre gobiernos, empleadores y trabajadores para enfrentar la crisis.
Además destacó que será necesario hacer frente a asignaturas pendientes: "La región fue duramente golpeada por esta crisis, incluso más que otras en el mundo, y eso se debió en gran parte a problemas estructurales que existían y conocíamos".
Fuente: Sputnik
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