América latina

Oscar Laborde: "La posibilidad de reconstruir una Patria Grande es que le vaya bien a Alberto Fernández"

El titular del Parlasur y coordinador de observadores de Mercosur en las elecciones bolivianas analiza el triunfo de Luis Arce en primera vuelta, sus repercusiones regionales y la influencia del gobierno argentino. "Los movimientos populares aprenden que no hay que encasillarse en los líderes", reflexionó.

( Por Alberto López Girondo - Boyanovsky Bazán - Ricardo Gotta )

"Se ratifica lo que escribí en Tiempo: hay una América Latina en disputa. Cuando en 2015 perdemos con Macri se abre una etapa. Muchos teorizaban que era un cambio de época, nosotros decíamos que era un momento en disputa. En estos años hay un hartazgo, una bronca, un enfrentamiento de los pueblos con los modelos neoliberales. Estos no son los '90, cuando EE UU triunfaba sobre sus enemigos estratégicos e ideológicos. Parecía que el modelo era el capitalismo salvaje, el fin de la historia. Ahora hay alternativas. De hecho, Venezuela y Cuba subsisten por tener alternativa. También las tiene Argentina: Rusia, China, India, Vietnam… El año pasado, cuando ganamos las PASO, se desató una serie de luchas de los pueblos de América Latina: Ecuador, Chile, Colombia, Perú. Por el boleto, por el gas, por consecuencias del modelo neoliberal. No hay un cambio de época que se asimile a los 2000, pero hay pujas. La acumulación del hartazgo por los modelos neoliberales más el éxito de AF en Argentina generó un momento favorable". El diálogo con Oscar Laborde comenzó con una reflexión que no hace más que reafirmar un pensamiento de quien suele ser columnista en estas páginas. Fue por zoom desde La Paz, donde aún permanecía en su rol de presidente del Parlasur y coordinador de la Misión de Observadores de Mercosur en las elecciones bolivianas.

–¿Considerás ese 11 de agosto como un hito?

–Ni aquello era el avance irrefrenable de la derecha ni esto es el avance irrefrenable de los procesos populares. Pero sí son señales muy fuertes. Argentina es una gran referencia en América Latina. Se demuestra que ese avance de la derecha es reversible. –En Argentina la derecha fue gobierno. Ahora no se banca no serlo y muestra poder y capacidad de manifestar, con visos desestabilizadores. En Bolivia también hubo manifestaciones en contra del resultado, a pesar del 55 por ciento.

–Esta derecha aprendió a ser más descarada y a veces parecería que exagera su brutalidad, su homofobia, su racismo, su odio a lo diferente, a lo indígena. Eso le dio resultado con Trump, con Bolsonaro, con Patricia Bullrich, con Macri. Representa una parte de la población. Su movilidad puede escalar hasta la provocación. Aunque en Bolivia, después de un 55 por ciento, con 25 puntos de diferencia…

–Pasa en muchos países donde ganan gobiernos que no son afines a la Unión Europea, la OTAN, a EE UU. Hay una estrategia de deslegitimar el voto popular. Se intenta lo mismo con las elecciones legislativas en Venezuela.

–Eso es el achicamiento de la democracia. Es la expresión de los cívicos bolivianos, de la juventud cochala, de la santacruceña. Ellos lo saben: es muy difícil ganar en condiciones de igualdad con los movimientos populares. Bolivia es la demostración: el MAS sacó 15 puntos más que antes.

–Ahora recupera su caudal histórico.

–El MAS logró sacar el 55% porque amplió la unidad. Los movimientos populares están comprendiendo que en América Latina tenemos la maldición del 40%. Cristina, Lula, Correa, Evo, Lugo eran la primera fuerza, pero luego si no ampliaban, no ganaban. La derecha aprende que tiene que violentar la democracia y también los movimientos populares aprenden que no hay que encasillarse en los líderes. Cristina no va de primera candidata. Evo acepta no participar. Correa impulsa una fórmula donde él no está. Podrían haber optado por desconocer al régimen, pero se responde ampliando: es una medida inteligente. En Bolivia no pudo prosperar el ajuste neoliberal por su propio fracaso y porque el MAS se amplió: volvieron dirigentes históricos como Quispe; cerró un acuerdo electoral sólido con la COB, que no apoyaba en los últimos gobiernos. Atrajo a un montón de gente que se le había ido. Y hubo autocrítica: Arce habla más de lo que no deben hacer de vuelta y se centra en la idea de volver mejores. Es la admisión de que no siempre es imprescindible que los líderes vayan y es importante que surjan nuevos, y que estén juntos. Por otro lado, las movilizaciones fueron determinantes en Ecuador y en Chile, donde no hay líderes ni partidos preexistentes que puedan capitalizar. Pero la movilización permitió que se modificara una Constitución “casi intocable”. En Argentina, en Brasil, en todos lados, las fuerzas populares siguen existiendo y son la primera fuerza. La inteligencia es saber salvar los escollos que te ponen violentando la democracia.

–Se supone que le van a dejar a Luis Arce un país arrasado, como sucedió en la Argentina de Macri. ¿Va a estar muy condicionado?

–Bolivia estaba muy bien económicamente cuando le dan el golpe a Evo. En un año no pudieron hacer tanto desastre como hicieron en Argentina, donde tuvieron cuatro años para retroceder derechos, endeudarse, general un déficit fiscal brutal… Todo retrocedió, pero no a los niveles del macrismo. Arce tiene planes muy modernos, es un economista brillante y tiene un sentido muy interesante de cómo adecuarse a cada momento. Y la primera fortaleza para gobernar es la votación. Muchos empresarios se dieron cuenta de que el MAS es un dato insoslayable. Trataron de hacerlo olvidar, dividirlo, perseguirlo: no pudieron. Volvió reforzado, con paciencia, con astucia y con unidad. Lo que no soslaya la puja interna. Hasta 2017 no nos apoyábamos entre nosotros y eso generó la maldición del 40% que nos provocó varias derrotas. Es un aprendizaje: el conflicto lo podés desarrollar al límite de la crisis.

–¿A riesgo de tener gobiernos más concesivos?

–Sí, pero no en el caso del MAS, que no compromete su hegemonía absoluta con los acuerdos de amplitud… Claramente: vos hacés acuerdos con sectores que sabés cómo piensan, que no es como vos pensás… Se cuestionó en muchos sectores la votación argentina en la ONU sobre Venezuela. Ahora, hablemos de todo: el gobierno de Alberto Fernandez reconoce a Maduro; en la fiesta su asunción, él optó por Jorge Rodríguez en lugar de Claver Carone; reconoció a Stella Lugo como representante de comercio… Y eso Venezuela lo sabe. ¿Qué se dice de la importancia que tuvo Alberto Fernández en el triunfo del MAS? ¿Hubiera ganado el MAS si Evo estaba en México? Bancar a Evo tiene un costo descomunal con los yanquis. Estoy convencido: en México hay muy poca comunidad boliviana, se hubieran comido todo el lawfare, está cerca de los EE UU y Evo hubiera tenido hasta riesgo de vida. Alberto lo bancó siempre a Evo. No hizo ninguna concesión. Por eso digo que tenemos que apostar a que le vaya bien: el camino crítico en la recomposición del movimiento popular y la posibilidad de reconstruir una Patria Grande es que le vaya bien a Alberto. Por el gran triunfo del MAS y por la articulación que van a hacer. Luis Arce piensa en un gran acuerdo con Argentina de explotación común del litio y de otras muchas cuestiones.

–¿Puede seguir Almagro al frente de la OEA?

–La OEA es una herramienta de los EE UU que colaboró a achicar la democracia y a promover la desestabilización en la región. Con lo cual, Almagro no puede estar a la cabeza de una organización que debería representar a todos los Estados. Está siendo absolutamente capcioso en el manejo, lo utiliza claramente para achicar la democracia, ayudar a los intereses de los EE UU y para producir desestabilización en la región. Si hubiérase permitido que el MAS asumiera como correspondía en noviembre del 2019, ¿cuántos problemas se habrían ahorrado, cuántos muertos, cuánta confrontación se habría evitado? Él es culpable. Lo dice Arce y con razón: debería renunciar. Hablo como jefe de una Misión de Observación. Todo el mundo sabe, entre los observadores, que la votación era correcta y que lo principal, lo que motorizó el golpe, fue la opinión de la OEA. Después, cuando se comprueba la mentira, ya estaba Áñez en el gobierno.

–Con ese antecedentes, ¿por qué no hubo fraude de la derecha?

–Porque el fraude es muy difícil. En los sistemas americanos se puede hacer una trampita, pero tergiversar toda una elección, 20 puntos, no. El golpe más burdo debe tener un pretexto, debe tener cierto respaldo de una parte de la población y cierto respaldo de la comunidad internacional. En esta, el MAS no gobernaba, Arce ni siquiera había cruzado un semáforo en rojo, y las Naciones Unidas fue factótum de la unidad con Coppal y la Unión Europea para equilibrar a la OEA. El 70% de la población pensaba que la OEA había sido partícipe en la resolución de la elección del 2019. La ONU ve esto y los propios empresarios ven que económicamente les fue muy bien con el MAS y que además tienen el respaldo de una gran parte de la población.

–¿Cuál va a ser el rol de Evo en su convivencia con el gobierno?

–Hablé mucho con él y está convencido, de antes del domingo: se instalará en Chapare para volver a su vida de antes de ser presidente. Va a estar en la parte de formación de cuadros. Va a ser una referencia.

–¿Cree que corre peligro, que pueda sufrir un atentado?

–Puede ser. Pero él asume este rol que intentó hacer Lula: retirarse y opinar cada tanto, un rol superior al ejercicio cotidiano de gobierno. Creo que el papel de Evo en la presencia pública va a ser menor. Por eso le piden que no les de el argumento de que Luis Arce va a ser su títere. Porque los tipos siembran la idea de que te van a hacer quilombo aunque vos tengas razón. Imaginate, vuelve por la puerta grande acompañado por Alberto Fernández con una elección ganada con el 55% y es Gardel. ¿Se va a quemar peléandose con Arce? Creería que no.

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