La cruda realidad

Por Luis Eduardo Swim

Antes de votar (2019): Meritocracia o inclusión? (Parte III)

(Por Luis Eduardo Swim) Entre los 10 dilemas esenciales a resolver de cara a la elección bisagra de este año, hay uno que es crucial. Y tiene que ver justamente con como esta sociedad quiere verse, contemplarse a sí misma y cómo quiere que la reconozcan.

Es un dilema que hace a la convivencia misma, a como la sociedad argentina decide “mirar”…y a como quiere ser vista. Es también una pregunta clave que hace a la capacidad de convivencia…y de supervivencia de esta sociedad.

Y de cuya respuesta dependerá el futuro de esta nación como tal. Es por este motivo es tan crucial para el futuro de la sociedad argentina.

Algunos comentarios que se escuchan por estos días,de parte de funcionarios de la actual Administración y gurúes económicos neoliberales (incluyendo a aquellos que son relativamente críticos con los pésimos resultados de la actual política económica) reflejan el temor por “el populismo que después viene y quiere dar y repartirle todo a todos…”

Mientras estas discusiones intelectuales se suceden, en las calles de Buenos Aires decenas de miles de personas sin techo, sin hogar, sin agua ni comida en muchos casos, se amontonan, expuestas a las enfermedades y completamente abandonadas a su suerte la mayoría de la veces, quizás esperando llegar al día siguiente…y quizás poder sobrevivir el próximo invierno, si tienen esa suerte.

Ellos ya no le piden nada a nadie y…sólo intentan ocultar su vergüenza cubiertos con frazadas- cuando las tienen- hasta arriba de la cabeza, mientras los fieles representantes de esta sociedad que se cree europea desfilan apurados ante ellos, casi como si nada sucediera, como si eso fuera algo ya natural.

Es la Exclusión en estado puro - justamente a la inversa de los temores expresados más arriba- cuando el Estado (y parte de la Sociedad) se desentienden, de todo, desatienden todo y no le dan nada a nadie…

Uno de los fundamentos ideológicos detrás de esta naturalización, de estas conductas indiferentes, es la concepción meritocrática: esa gente que solemos ignorar –¿ despreciar? – al pasar, seguramente no hizo los méritos suficientes como para salir de esa situación marginal: son vagos, drogadictos, no se capacitaron, hicieron malos negocios, no se educaron…Las argucias para explicarlo - en esa concepción de la sociedad – son muchas.

¿Es posible construír una Nación con semejantes disparidades?

Este es el verdadero dilema…Como dice brillantemente Eduardo Lopez (CTERA), la “verdadera grieta” reinstalada por la concepción de la Alianza Cambiemos hoy en el gobierno, tiende a aborrecer (hasta odiar en algunos casos..) todas aquellas cosas que vastos sectores de la sociedad amamos, empezando por el prójimo...por el vecino.

El tratamiento de la Educación Pública, gratuita e igualitaria es un ejemplo flagrante de esto (Eduardo López efectuaba esas declaraciones meses atrás, aún mucho antes que el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, comenzara la desarticulación de las escuelas nocturnas, un caso patético en esta concepción…).

De cara a la crucial elección de este año (y hacia el futuro), cabe entonces la pregunta: evitamos la Exclusión, ó profundizamos la sociedad insolidaria?? Elegiremos una suerte de “solución final", de vivisección, posiblemente para más de 20 millones de argentinos, descartados directamente del sistema, barridos por nuestra indiferencia, en una sociedad cruel y discriminatoria?

Para discutir la concepción meritocrática, muy arraigada en sectores medios y altos de nuestra sociedad, incluyendo capas de la intelectualidad y la “intelligentzia” (aún cuando estas son expulsadas por las políticas de gobierno…), repasaremos algunos de los fundamentos y contradicciones de la misma.

El filósofo español José María Agüera Lorente cita en su análisis en “El mito de la meritocracia”:

“Antes de la Revolución Francesa se legitimaban las desigualdades entre los integrantes de los diversos estamentos mediante el discurso religioso, haciendo del designio divino el fundamento moral del orden establecido. 200 años después, esta aristocracia es hoy reemplazada por la meritocracia. Es el mérito - y no la superioridad del linaje- el que da hoy la razón de la riqueza material moralmente aprobada, ya que – supuestamente - ha sido ganada en buena lid por el individuo en un contexto de competición en igualdad de condiciones.

La actual desigualdad, resultante del enriquecimiento de unos y el empobrecimiento de otros no tiene por qué ser objeto de corrección, puesto que en nada contradice el canon de la ética capitalista.

Esta construcción ideológica de la meritocracia permite – en parte- explicar la casi inexistente resistencia y resignación que caracteriza la actitud de buena parte de nuestra población ante el crecimiento de la desigualdad económica y social.

En la creencia del pensamiento neoliberal, que hoy impregna la atmósfera que respira la ciudadanía, las notables diferencias en las retribuciones reflejan una desigualdad en el talento y en la ejecución, necesaria para incentivar y alentar el trabajo duro, en ocasiones hasta condiciones cercanas a la esclavitud.

Dicha ideología enfrenta la concepción inclusiva, cuyo supuesto es que las desigualdades no son exclusivamente producto de las acciones de los individuos, que hay factores en la dimensión colectiva que objetivamente perjudican a unos y favorecen a otros al margen de sus méritos personales.

Si bien Agüera Lorente desarrolla sus conceptos en función de una visión de la realidad española – y europea – de hoy, es dable reconocer que muchos aspectos de la concepción meritocrática son reconocibles – e incluso ampliamente aceptados- por vastos sectores de la intelectualidad argentina, a menudo incluso en ámbitos ideológicamente progresistas, en teoría…

Un ejemplo sencillo de la influencia de las condiciones de contorno en el caso argentino es lo que sucede en algunos casos de la (numerosa) cantidad de familias que viven hoy a la intemperie en calles de Buenos Aires, aún teniendo un techo distante bajo el cual cobijarse, por no poder afrontar los ingentes gastos de transporte que necesitan cubrir para poder conservar – ó procurarse – un trabajo. Allí no hay igualdad de oportunidades, ni condiciones de partida comparables.

Por su parte y sobre el mismo tema, el profesor de Economía Política del Desarrollo en la Univ. de Cambridge, el economista Ha-Joon Change menciona en su libro “23 cosas que no te cuentan del capitalismo”:

La idea tan extendida que para que todas las personas reciban un salario correcto (y por tanto justo…) es preciso que “los Mercados” sigan su curso es un mito; un mito del cual habrá que olvidarse (comprendiendo lo político que tiene el mercado y lo colectivo de la productividad individual) si se quiere construír una sociedad más justa, en la cual se decidan las retribuciones a las personas tomando en cuenta como los merecen los actos colectivos, no sólo el talento y el esfuerzo individual.

La reconocida filósofa Hannah Arendt apunta el auge de la meritocracia como el establecimiento de una nueva oligarquía, no sólo ya de riquezas ó de nacimiento, sino entronizada en el talento.

Y observa que el país de referencia, en este caso la Gran Bretaña, pudiera llegar a ser gobernada (incluso con un gobierno socialista) por una oligarquía ó aristocracia que supone que los intelectuales mejor dotados son también los mejores, lo cual de ningún modo resulta evidente.

En verdad, todos estos aportes consolidan la conclusión general de que el sistema meritocrático reproduce las pautas de desigualdad social imperantes, y opera como una ideología que recicla tales condiciones, y las enmascara bajo el velo de la igualdad de oportunidades.

El mito de la meritocracia es un barreno en el pilar de la solidaridad, que es uno de los sustentos del Estado de bienestar, y cuyo supuesto es que las desigualdades no son producto exclusivo de las acciones de los individuos que forman parte de él, o sea, que hay factores en la dimensión colectiva que objetivamente perjudican a unos y favorecen a otros al margen de sus méritos personales.

La Meritocracia conlleva a la formación de una élite. Una vez conformada, esta élite meritocrática es – a su vez- la que decide quién hizo qué méritos y si estos son suficientes (ó no).

Esa élite tiene poder de veto sobre gentes e iniciativas y acaba por restringir ó limitar/condicionar los méritos que otros efectivamente realizan/alcanzan/desarrollan, para fortalecerse como élite indefinidamente y evitar así ser desplazados que han demostrado “meritocráticamente” ser más capacitados…

La élite meritocrática generalmente se exhibe como estéticamente agradable y culturalmente ilustrada.

En realidad estas cualidades le permiten frecuentemente bloquear el acceso a posiciones relevantes de gentes objetivamente más aptas y capacitadas, pero que son penalizadas por “portación de cara”…ó por no contar con las relaciones y contactos apropiados…ó por ser ideológicamente incorrectos, etc.

Porqué queremos - deberíamos- propiciar una sociedad equilibrada…una sociedad inclusiva?? Porqué no desear que el vecino, el amigo, la novia, el compañero de trabajo sea más parecido a uno, que viva igual (de bien)…?

No me importa cómo viven? Elijo YO que los demás no tengan las oportunidades que yo SI tengo? Porqué no alentar al otro? Porqué no ayudar al otro?

Los que duermen en la calle.. qué se arreglen? Son vagos y que se jodan..? No hay nada que el Estado y la Sociedad debieran hacer?

La alternativa que se nos presenta – frecuentemente contemplada con desprecio por sectores de nuestra intelectualidad…- es la de reconocer precisamente otra dimensión: la de pensar en una inclusión democrática...(aún asumiendo eventuales errores ó desviaciones).

(Es) La alternativa de construir apostando a la inclusión de aquellos que no tienen amparo ni quien los defienda, para balancear un poco (al menos) las condiciones de partida desde las cuales los méritos y cualidades reales puedan ser analizados y medidos correctamente, en un entorno adecuado. No es este precisamente el verdadero y trascendente sentido de aquella la concepción según la cual “la Patria es el otro…”??

De esta elección de vida trata también nuestra decisión electoral de Octubre…

···