Por Nadia Luna
Conicet: Ajuste, protestas y nueva presidencia
Alejandro Ceccatto pidió licencia como titular del CONICET y lo reemplazó la vicepresidenta Mirtha Flawiá. En el organismo la situación es crítica: los institutos no logran pagar los gastos, los becarios exigen una recomposición salarial, el personal de apoyo reclama por derechos laborales y dos investigadores elegidos para integrar el directorio no fueron designados a nueve meses de la elección.
La noticia era una especulación entre pasillos pero recién se formalizó este miércoles: Alejandro Ceccatto se aleja temporalmente de la presidencia del CONICET por cuestiones de salud. El anuncio se realizó durante la última reunión de directorio, que se llevó a cabo los pasados martes y miércoles en el Polo Científico Tecnológico, sede central del organismo. Fuentes del CONICET le dijeron a TSS que la licencia de Ceccatto no tiene un tiempo determinado pero que en principio será por uno o dos meses. Mientras tanto, quien quedará en su lugar será Mirtha Flawiá, vicepresidenta de Asuntos Científicos del CONICET y parte del directorio, que ejercerá funciones como presidenta interina desde inicios de marzo.
La socióloga Dora Barrancos, también integrante del directorio, le dijo a TSS que como los problemas de salud de Ceccatto vienen desde hace un tiempo, “ha ido pensando estratégicamente cuándo disparaba la propuesta del pedido de licencia. Mientras, la situación del CONICET se ha deteriorado gravemente. Hoy el presupuesto se aproxima más al de 2016 que al del año pasado. Es una situación gravísima porque al problema presupuestario se le sumó la crisis institucional en la conducción”. Una medida que generó gran indignación a fin de año fue la decisión de cortar el financiamiento para reuniones científicas. “¡Ni en la época de Cavallo se habían cortado! Estamos en un ciclo muy crepuscular”, señaló la investigadora. Fue uno de los tópicos que se discutió en la reunión y se espera que se liberen algunos fondos para compensar ese déficit.
En diciembre, cinco miembros del directorio (compuesto por ocho) publicaron una declaración en la que manifestaban su preocupación por el ajuste y por la degradación del Ministerio de Ciencia a secretaría de la cartera de Educación. Allí reconocían lo que la mayoría de los directores de institutos de CONICET vienen denunciando desde principios de 2018: que solo se ejecutó el 40% del presupuesto para gastos de funcionamiento. La carta fue firmada por Barrancos, Francisco Tamarit, Miguel Laborde, Roberto Rivarola y Tulio del Bono. No estaba, en cambio, la de la flamante presidenta interina. Sin embargo, Barrancos es optimista con respecto al nombramiento de Flawiá: “La designación de su reemplazo es una facultad que tiene el presidente y puede ser alguien interno o externo. Dentro de todo, para mi gusto, ha quedado alguien que ocupa un cargo de gobernanza en la institución desde hace años. Las diferencias se podrán charlar luego pero ahora me parece que el directorio tiene que acompañarla con firmeza en la procura de mayores recursos”.
Si bien el pedido de licencia de Ceccatto es reciente, en la práctica, hace tiempo que muchas de las decisiones correspondientes al presidente del CONICET son tomadas por funcionarios externos. Según Barrancos, “el CONICET ha ido perdiendo su autarquía y está sometido a dos constelaciones. Por un lado, la Secretaría de Modernización, que responde a la Jefatura de Gabinete y que es el verdadero comando administrativo. Y por el otro, la Secretaría de Ciencia, cuyo nexo es el subsecretario (de Planeamiento) Jorge Aguado. Estamos muy regulados. Ahora nos preocupan iniciativas que está tomando el Gobierno respecto de cambios en la estructura institucional del CONICET, vinculados a la modificación de gerencias. Son medidas que agregan calamidad”.
La investigadora considera que desde el directorio todavía pueden presionar un poco para tratar de conseguir fondos, pero ella, que es miembro del directorio por el Área de Ciencias Sociales y Humanidades, está con mandato vencido. En mayo de 2018, hubo elecciones para renovar dos cargos en el directorio y fueron elegidos los científicos Mario Pecheny, por el área de Barrancos; y Alberto Kornblihtt, por el Área de Ciencias Biológicas y de la Salud, quien debería haber ingresado al lugar de Flawiá. A nueve meses, sus nombramientos aún no fueron firmados. Algo similar había sucedido antes con el actual diputado Roberto Salvarezza, quien había ganado en 2016 por el Área de Ciencias Exactas y Naturales pero nunca fue designado. El factor en común entre los tres es que son críticos de las políticas de ajuste del Gobierno actual.
“La justificación que nos dan es que así son los procedimientos burocráticos. Lo que nos dicen informalmente es que los expedientes salieron de CONICET en noviembre y están a la espera de la firma del ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro. Después tienen que llegar al jefe de Gabinete, Marcos Peña, y al presidente Mauricio Macri, para que firme el decreto”, le dijo Pecheny a TSS. Una posibilidad de acelerar el nombramiento era que Flawiá fuera nombrada presidenta de manera formal y su puesto quedara vacante pero, al ser interina, sigue siendo parte del directorio, aunque con mandato vencido.
Por su parte, Barrancos advirtió: “Ya he venido avisando a la comunidad que en mayo renuncio, haya o no resolución, porque no se puede seguir así. Acá hay que hacerse cargo de que si no se designa a estos dos colegas, habrá una profunda avería en la institución”.
Becarios y técnicos, discriminados
¿Hay científicos debajo de la línea de pobreza? La respuesta del INDEC es que sí, ya que una familia tipo (dos adultos y dos niños) necesita $ 26.442 para comprar la canasta básica, según el organismo de estadísticas. Hoy, los becarios y becarias doctorales de CONICET, la mayoría entre los 26 y los 36 años, muchos con hijos y en el rol de sostén económico de la familia, cobran un salario de 22.700 pesos y no perciben derechos básicos como aguinaldos y licencias. La cosa no mejora demasiado para los becarios posdoctorales, cuyo sueldo no llega a los 28.000 pesos, pese a tener más de una década de formación y casi tantos años dedicados a la investigación. Por eso, el martes pasado, los becarios y otros trabajadores del sistema científico se movilizaron nuevamente a la explanada del Polo Científico para solicitar una recomposición salarial para todos los escalafones del organismo.
“El salario de becarios y becarias siempre estuvo sujeto a las paritarias de estatales, pero como no hay una resolución que estipule eso, el año pasado el directorio resolvió no actualizar nuestros salarios. Después de sucesivas movilizaciones, nos prometieron un 10% de aumento a partir de enero pero no cumplieron”, explicó a TSS Lucila D’Urso, becaria posdoctoral del CONICET e integrante de Jóvenes Científicxs Precarizadxs (JCP). “La movilización al Polo tuvo dos ejes: reclamar que el aumento prometido sea retroactivo y pedir una recomposición salarial”, precisó.
Mientras se llevaba a cabo la reunión del directorio del organismo, D’Urso y una compañera de JCP fueron recibidas por el gerente de Asuntos Legales, Alan Temiño; el de Recursos Humanos, Alberto Arleo; y la coordinadora de Becas, Costanza Rivero. Los funcionarios confirmaron que el directorio decidió conceder el aumento retroactivo y reconocieron la necesidad de una recomposición, para lo cual afirmaron estar en tratativas con el Ministerio de Educación. “Les dijimos que esto es algo que nos vienen prometiendo desde septiembre pero la recomposición salarial no llega y el ajuste cada vez es más fuerte”, dijo D’Urso. El próximo paso es volver a movilizarse al Polo durante la próxima reunión del directorio.
Otro sector muy perjudicado en el sistema científico es el de la Carrera del Personal de Apoyo (CPA) del CONICET. Comprende a científicos, técnicos y profesionales de todas las áreas del conocimiento que trabajan junto con los grupos de investigación de diversas maneras, entre ellas, manejando equipos de alta complejidad y brindando asistencia en los laboratorios. Al igual que para ingresar a la carrera de investigador, los aspirantes deben pasar por rigurosas evaluaciones para el ingreso y ascenso. Desde 2017, sin embargo, se dejaron de firmar las designaciones de quienes ganaban estos cargos.
“Nos ofrecen una beca bajo ‘modalidad de estadía corta’, que tiene menos beneficios que una beca común. No tenemos antigüedad, licencias, vacaciones, descuentos por jubilación, obra social para el grupo familiar ni estabilidad laboral, y el sueldo es menor”, indicó María Sol Martínez, bibliotecaria y archivista, aprobada para ingresar a la CPA en 2017. Martínez trabaja como técnica de datos de investigación en Lingüística y Antropología en el Centro Argentino de Información Científica y Tecnológica (CAICYT–CONICET). Allí se ocupa de organizar, digitalizar y colocar en un repositorio de acceso abierto documentos, fotos y entrevistas realizadas a pueblos originarios de América del Sur.
La justificación que han recibido ante el reclamo por las demoras en el nombramiento es la misma que para los becarios: el ajuste presupuestario. Ante eso, integrantes de la CPA de todo el país hicieron una nota dirigida al directorio del CONICET para solicitar un cronograma de efectivización de las designaciones y, hasta que eso suceda, el cumplimiento de los derechos laborales básicos. La carta fue entregada este martes por Martínez y miembros de ATE CONICET. Como las puertas del edificio estaban cerradas por la movilización, tuvieron que pasar las hojas con las 600 firmas conseguidas a través de la rendija de la puerta, una por una.
Institutos en decadencia
El trabajo de los científicos del Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular (INGEBI–UBA/CONICET) depende, en gran medida, de insumos importados. Tener que lidiar con la suba del dólar y demoras en la Aduana son problemas que conocen bien desde siempre. Lo que quizás no imaginaban hace unos años es que a causa del recorte presupuestario llegaría un día en que tendrían que reducir el número de ratones de laboratorio por no poder comprar su alimento.
Marcelo Rubinstein es doctor en Ciencias Químicas y director del INGEBI. Su equipo trabaja en entender cómo funcionan los genes y circuitos cerebrales que regulan el apetito. Rubinstein fue uno de los 240 directores (90% del total) que en agosto firmaron una carta denunciando que sus institutos estaban al borde de la parálisis porque en la mayoría de los casos solo habían recibido el 40% del presupuesto para gastos de funcionamiento. Esto fue calculado sobre el monto recibido en 2017, sin tener en cuenta siquiera una compensación por inflación, ya que nunca les explicitaron cuál iba a ser el monto total para 2018. El año terminó y el resto de las partidas nunca llegó.
“En el Gobierno hay dos niveles de discurso para justificar la situación. Desde el ex Ministerio de Ciencia los funcionarios siguen negando el ajuste. Por otro lado, desde el Gobierno, especialmente el ministro Dujovne, lo dicen claramente: el objetivo es bajar el déficit fiscal y cumplir con los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional. Por lo tanto, la política es bajar el nivel de gasto en todas las carteras”, le dijo Rubinstein a TSS.
El caso del Instituto de Ciencias de la Computación (ICC–UBA/CONICET), dirigido por Sebastián Uchitel –doctor en Ingeniería de Software–, también se inscribe dentro del ajuste a los institutos pero tiene algunas particularidades. En 2016, el ICC recibió 280.000 pesos para gastos de funcionamiento; el año pasado, solo el 20% del total; y, para 2019, se les asignó apenas 75.000 pesos. Lo paradójico, señala el investigador, es que al mismo tiempo el Gobierno está planeando poner en marcha un Plan Nacional de Inteligencia Artificial. “Obviamente es muy importante la inversión en el área pero, en un contexto donde están desfinanciando los institutos de computación, es una incoherencia”, apunta.
A diferencia del INGEBI, el trabajo que realizan los investigadores del ICC no depende tanto de insumos importados. “Nuestra principal limitación son los recursos humanos. La reducción en el número de becas nos complica mucho. También que los salarios sean tan bajos: hay una brecha enorme con lo que se gana en la industria. En las becas doctorales a veces ni siquiera tenemos candidatos. Es una lástima porque la formación de recursos humanos en esta área aporta valor agregado no solo a la industria del software, sino a la industria de cualquier sector”, dijo.
Las historias de Rubinstein y Uchitel son apenas la punta de un iceberg de ajuste en ciencia que se extiende por todo el país. En Puerto Madryn, Chubut, el director del Instituto Patagónico de Ciencias Sociales y Humanas (IPCSH–CENPAT-CONICET), Rolando González-José, contó que el presupuesto solicitado para 2017 fue de 334.000 pesos pero les giraron 150.000, mientras que en 2018 apenas les llegaron 32.000. En Santa Fe, el investigador repatriado Enzo Ferrante señaló que al Instituto de Investigación en Señales, Sistemas e Inteligencia Computacional (sinc(i)–UNL/CONICET) le ejecutaron 120.000 pesos en 2017 y 48.000 en 2018. Para 2019, les asignaron 75.000.
Mientras tanto, los directores de institutos se enfrentan con una disyuntiva: cómo hacer para contener a los investigadores y que no se vayan del país. “En el INGEBI, hay algunos que están buscando lugares para irse y otros que estaban haciendo los trámites para volver y postergaron su regreso”, cuenta Rubinstein. “Nosotros tampoco podemos engañarlos diciéndoles que esto va a mejorar porque no lo sabemos. Aunque haya un cambio de gobierno y se vuelva a apostar por el desarrollo de la ciencia, va a llevar tiempo recomponer lo que se perdió”, finalizó.
(*) Fuente: Universidad Nacional de San Martín
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