La cruda realidad

Crisis de la industria láctea

El cierre de la fábrica ILBA golpea a la región

Ubicada entre Trenque Lauquen y Treinta de Agosto, la industria láctea dejó de producir en octubre del año pasado. Los trabajadores no cobran desde hace 8 meses. Veintisiete familias pertenecientes en su mayoría a Garré y Trenque Lauquen esperan una solución y viven días de mucha angustia.

Diario Nep en Garré

“Garré es un pueblo chiquito, y éramos unos cuántos trabajando ahí, ahora está todo parado y queremos una certeza, que nos digan si vamos a poder seguir trabajando o no” dice preocupado Oscar Funes, quien trabajó durante 22 años trabaja en la fábrica ILBA y ahora hace changas para poder subsistir.

En una mañana cálida de marzo, Funes recibe a algunos de sus compañeros de la fábrica en el patio de su casa. Comparten mates y cada tanto se ríen. Pero vuelven una y otra vez a la pregunta que los asfixia por estos días. ¿Se sabe algo?, ¿a vos te llamaron?. Y luego un silencio interminable como sus días sin trabajo.

ILBA (Industrias Lácteas Buenos Aires) se levantó en la década del ’90, cimentada en la antigua fábrica denominada “La Llave”. Las políticas de ajuste y tarifazo del Gobierno Nacional y el mal manejo de la administración formaron un combo que hoy tiene a 27 familias en la calle, a la espera de una urgente solución.

ILBA dejó de producir en octubre del año pasado y desde agosto sus trabajadores no cobran, con una entrega excepcional que se hizo en enero de este año, donde se les abonó una suma de 10 mil pesos.

De los 27 trabajadores, 14 se dieron por despedidos y se fueron, en el marco de pactos incumplidos. El resto continúa siendo parte de una fábrica que hoy tiene cerradas sus puertas.

El dueño de la empresa, Osvaldo Paluci, se ha negado sistemáticamente a concurrir a las audiencias pactadas en la Oficina del Ministerio de Trabajo de Trenque Lauquen. “Que de la cara y no dispare porque ni siquiera vino a darnos una respuesta” reclama Julio Andreo, un trabajador que fue llevado desde Buenos Aires hasta Garré por el propio dueño de la empresa. “Desde 2004 trabajando en la fábrica, me trajo él (Paluci) y me abandona acá”.

Andreo tiene 65 y ya está en condiciones para obtener su jubilación, pero el cierre de la fábrica complicó su futuro y sus derechos. “Estamos tirando con una pensión y con lo que pude ahorrar con mi trabajo” cuenta, y reclama que Paluci “nos pague lo atrasado”. En ese sentido se pregunta “qué hizo él con la plata de los quesos que tenía, había cerca de 20 mil hormas, dónde está esa plata, a dónde la metió, compró dólares, la tiene en plazo fijo… la plata está”.

El más joven de la rueda de mate se llama Alexis. “Estoy sin trabajo, como mis compañeros, y no sabemos nada, si vamos a seguir o no, ahora estoy haciendo algo para no estar al pedo, porque para mantener una familia o generar algo… estoy lejos” admite, y resalta que “estuvimos trabajando muchos meses a la deriva también”.

Su compañero Ezequiel coincide en el reclamo colectivo para que el dueño de la empresa “se presente a darnos una respuesta”. Describe la situación como “muy complicada, porque ni siquiera se presenta para darnos una solución o decirnos qué es lo que va a pasar”.

Como sus compañeros, tuvo que salir a buscar “lo que podía porque tengo una familia que mantener… que no nos mientan más, que nos paguen lo que nos deben”.

Una causa de la comunidad

El caso ILBA tiene que ser una causa, una bandera de las comunidades de la región. Las 27 familias que quedaron en la calle son por un lado la foto del impacto de las políticas neoliberales del Gobierno de Cambiemos, y por el otro, el aprovechamiento de la patronal, que ni siquiera le ha dado explicación alguna a sus trabajadores.

Las 27 familias que quedaron en la calle no pueden ser la resignación de los pueblos. Quizá porque el caso aún no se ha hecho visible, o porque venimos tan golpeados que ante un mazazo más es difícil levantarse. Pero la comunidad y el sector político tienen una deuda pendiente con una causa que llegó hasta el despacho del intendente, aunque desde el gobierno municipal no se ha hecho ningún tipo de declaración.

Por estos días, el único acompañamiento que tienen los trabajadores, además de sus familias que bancan la lucha, es el gremio ATILRA. “Tenemos ese acompañamiento, nos reunimos seguido y nos dan una mano” destaca Carlos Martínez, quien con sus palabras transmite la angustia colectiva. “Estamos jodidos –asegura-, esperando una solución, no puedo esperar más, tengo que salir para cualquier lado a buscar trabajo”.

Martínez cuenta que su esposa tiene una discapacidad y que por eso el de él es el único ingreso para la vivienda. Tras quedarse sin trabajo en ILBA trabaja de albañil “haciendo cualquier changuita que salga” para subsistir y para que su hija pueda seguir con su carrera terciaria en Trenque Lauquen.

Martínez suma problemas personales pero tiene la enorme capacidad de pensar en las personas que tiene a su lado, en los compañeros que exigen una solución urgente y en los que ya se fueron. En este sentido, hay que decir que los que se dieron por despedidos ya no viven en Garré. “El impacto es grande, la fábrica le daba vida al pueblo, los muchachos se fueron a otro lado, vienen por un tiempo y después se van” comenta Martínez.

Impacto económico en una población de 1.500 habitantes, familias desocupadas y la migración obligada que golpea a la identidad de la localidad.

Que me digan si soy desempleada

Petrona Dávalos trabajo en la fábrica durante 6 años. “Acá estoy… de ama de casa y sin trabajo” cuenta consultada por Diario Nep. Como sus compañeros, Petrona necesita una respuesta, y alguna certeza para poder continuar con su vida. “Que me digan si soy desempleada o no, porque la verdad que no sabemos nada. Quiero que el patrón de la cara y que nos de una solución” exige la mujer.

Petrona explica que todavía “no tengo ningún aviso de nada” y recuerda que “la última vez que vi al patrón fue cuando nos dijo que íbamos a seguir trabajando”.

Actualmente, sigue viviendo en Garré, un pueblo donde “es muy difícil encontrar trabajo, hay para la mujer por muy poca plata, la situación está mal… tengo dos hijos y cuesta un montón que uno solo esté trabajando”.

Víctimas del vaciamiento

Los Palmieri, matrimonio encargado de la fábrica que aún permanecen en una vivienda lindera a ILBA, advertían sobre la situación en los primeros meses de conflicto, en diálogo con un integrante de ATILRA, que se ha dedicado al registro histórico de las industrias lácteas de la región. “Vendiendo maquinas no se va a salvar, nosotros vendemos quesos no maquinas” decían los Palmieri en referencia a la venta de los conos ricoteros por parte de la patronal y al vaciamiento realizado el 28 de diciembre de 2018. “Estamos dispuestos a seguir trabajando pero nadie le tiene confianza a Paluci, dejo colgados a un montón” decían los Palmieri por ese entonces.

El cierre de la fábrica ILBA sacude a Garré, Trenque Lauquen y la región. Es un reflejo de la crisis de la industria láctea. El resultado de las políticas que atentan contra la producción sumado al desmanejo de una patronal que ni siquiera da la cara ante sus trabajadores. ILBA es la causa de 27 familias, pero debería ser la causa de las comunidades de la región.

Fuente: Nep Cooperativo

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