La cruda realidad

LA BRECHA

La distribución del ingreso se hizo menos equitativa durante 2018, con una mayor concentración en el 10 por ciento que más ingresos recibe (32,3 por ciento de los ingresos totales en el último trimestre del año, contra 31 por ciento del año anterior) mientras que el 10 por ciento de menores ingresos sólo participó del 1,6 por ciento del total de la torta (1,8 un año atrás).

La estadística del Indec refleja el impacto regresivo en la distribución que tuvo una inflación del 47,6 por ciento, la desocupación que alcanzó en la última medición al 9,1 por ciento y un incremento también en la población por debajo de la línea de pobreza, que alcanzó al 32 por ciento.

La brecha entre el 10 por ciento más rico (en términos de ingresos) y el 10 por ciento más pobre, se amplió entre el último trimestre de 2017 y el último de 2018, al pasar de una relación de 17 a 1 a otra de 20 a 1. La relación también empeoró (se hizo más desigual) si la comparación se hace con el cuarto trimestre de 2016, cuando la brecha era de 19 a 1, según la referencia del Indec sobre el ingreso promedio por decil.

El ingreso per cápita familiar, según lo define el anexo metodológico del Indec, surge de dividir el total del ingreso familiar, tanto de fuente laboral como no laboral (jubilaciones/pensiones, subsidios, rentas, otras transferencias) por la cantidad de miembros del grupo familiar. El ingreso per cápita familiar del primer decil resultaba, en el cuarto trimestre de 2018, de 1815 pesos en promedio. El del decil más alto, de 36.261 pesos (para una familia tipo, representa 145.044 pesos de ingreso familiar mensual). Según el cuadro de ingresos estimado por el Indec, el 20 por ciento con ingresos familiares más altos concentraban a fines de 2018 casi la mitad del total de ingresos de la población: 48,6 por ciento. En tanto que el 20 por ciento de menores ingresos (decil 1 más decil 2) recibía menos del 5 por ciento: apenas 4,7 por ciento.

El coeficiente de Gini es un indicador de desigualdad en la distribución del ingreso, en una escala entre 0 y 1. El valor 0 representa la “igualdad absoluta de ingresos”, situación en la que todos los individuos tuvieran el mismo ingreso. El valor 1 es el caso extremo contrario, suponiendo que todas las personas menos una tuvieran cero ingreso, y una sola persona recibiera el total de los ingresos de la población. El Gini de la distribución de ingresos en el cuarto trimestre de 2018 arrojó un valor de 0,434, según el Indec, que resultó mayor al 0,417 correspondiente al último trimestre de 2017. Es decir, que se aleja de la igualdad absoluta del indicador 0. En los dos años previos, 2016 y 2017, el coeficiente de Gini del cuarto trimestre había dado una mejora en la distribución con respecto al tercer trimestre. En 2018 esta tendencia se quebró, con un aumento de 0,424 en el tercero, a 0,434 en el cuarto.

La relación entre ingresos de fuente laboral y no laboral de cada individuo, según la muestra que toma el Indec, no guarda correlación con el nivel de ingresos. Un ejemplo de ello es que el ingreso de origen laboral entre los varones del primer decil (el más pobre) alcanza al 75,5 por ciento de los ingresos totales, mientras que en el decil más alto llega al 79,3 por ciento. Pero tanto las proporciones más altas como las más bajas se dan en los deciles intermedios: entre los varones del octavo decil, los ingresos de origen laboral representan el 89,9 por ciento del total, mientras que entre los pertenecientes al tercer decil explican el 36,4 por ciento de sus ingresos totales. Entre las mujeres, en cambio, los niveles de mayores ingresos (deciles 8, 9 y 10) tienden a identificarse con personas en las que el origen laboral es fuertemente predominante (más del 70 por ciento), en tanto que en los de más bajos ingresos (deciles 1, 2, 3 y 4) los ingresos de origen laboral representan una proporción menor (menos del 50 por ciento) que los de origen no laboral.

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