El Titánica con media proa bajo el agua
La caída sin retorno: en 2018 con peor pronóstico para 2019
La actividad económica marcó un retroceso interanual de 7 por ciento en diciembre. El EMAE, que es un indicador aproximado de la evolución del Producto Interno Bruto, acumuló una caída del 2,6 por ciento en 2018. La debacle es todavía peor a la de los pronósticos pesimistas. La performance del mercado interno fue muy pobre.
El retroceso de la actividad se explicó por la crisis cambiaria, las políticas de ajuste fiscal, las medidas monetarias contractivas y la aceleración de la inflación, con pérdida de salarios reales. Los principales sectores de la oferta agregada terminaron diciembre con bajas de hasta 16 por ciento. La obsesión con el déficit cero de las cuentas públicas y tasas de interés por encima de 50 por ciento adelantan en 2019 otro año de fuerte contracción de la economía.
El informe mensual del Indec sobre la evolución la actividad economía permite cuantificar la crisis que atraviesa el mercado interno. La economía terminó 2018 con un retroceso del 7 por ciento, mientras la inflación cerró en torno de 49 por ciento. En la jerga de economistas este proceso se llama estanflación e implica que la actividad se contrae mientras los precios se aceleran. La única economía de la región que registró una situación similar fue Venezuela, un país que enfrenta una guerra económica y se encuentra bloqueado financieramente por las potencias del mundo desarrollado.
El documento del instituto de estadísticas oficial precisó cuáles fueron los sectores que más cayeron en diciembre. El comercio mayorista y minorista se derrumbó un 15,7 por ciento. Lideró la lista de sectores en baja. La pérdida del poder adquisitivo a lo largo del año pasado fue de más de 15 puntos e impactó en el nivel de consumo de la población. Los saltos del tipo de cambio, que empezó el año en 20 pesos y lo terminó en 40, fue otro de los elementos centrales para explicar el retroceso de la demanda agregada. La volatilidad del dólar posterga las decisiones de compra de bienes durables, al igual que ocurre cuando suben las tasas de interés. Las tasas de interés de referencia marcaron en 2018 picos de 74 por ciento.
La construcción y la industria manufacturera fueron los otros dos sectores que encabezaron el podio de caídas. La rama industrial cayó un 14,2 por ciento y explicó 2,4 de los 7,0 puntos que se contrajo el mercado interno en diciembre.
Las pequeñas y medianas empresas fueron algunas de las fábricas que anotaron la peor performance. La falta de consumo junto con el aumento de los costos y el encarecimiento del crédito fueron un combo explosivo para los establecimientos productivos. La destrucción del empleo industrial fue uno de los principales problemas del año pasado (ver aparte).
En lo que refiere a la construcción, se registró un retroceso del 12,7 por ciento. Los principales motivos de la caída fueron el parate de la obra pública y la inestabilidad cambiaria. La falta de nuevas obras impactó también en el despacho de los insumos para la construcción, con fuertes retrocesos en las pinturas, el asfalto y la grifería, entre otros. El comercio, la industria y la construcción son los sectores más representativos de la economía y lideraron las caídas de actividad. Pero no fueron los únicos rubros golpeados por crisis. Hoteles y restaurantes registró una pérdida de 3,5 por ciento, mientras que la explotación de minas y canteras bajó un 1,8 por ciento, servicios básicos (-6,8 por ciento) y transporte y comunicaciones (-4,1), entre otros.
La lectura de economistas del Gobierno, pese a las fuertes caídas en casi todas las ramas de actividad, fue optimista respecto de los datos de diciembre. Mencionaron que el mercado interno avanzó un 0,7 por ciento respecto de noviembre, por el buen desempeño del turismo, del agro y del comercio. Se trata de un argumento poco convincente si se tiene en cuenta que en octubre, agosto y julio también se había anotado una suba mensual. Pero en la comparación interanual la economía siguió acelerando su caída y finalizó el año con una baja del 7 por ciento.
El optimismo oficial no es de ahora, y ya forma parte de una estrategia de marketing electoral que queda cada vez más en evidencia ante la contundencia de los datos duros. A principio del año pasado, habían dicho que la inflación iba a cerrar en torno del 15 por ciento, el dólar por debajo de los 25 pesos, la economía iba a crecer más del 2 por ciento y que no iba a haber inestabilidad financiera.
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