Por Patricia Barral
La tristeza y la bronca
( Por Patricia Barral) Perdí la cuenta de las veces que empecé esta columna. Intenté repasando las portadas del fin de semana. Allí, en las tapas de los principales diarios, no hubo ni una mención, menos un título central, dedicado a la situación de la gente en situación de calle. Tampoco al abandono del Gobierno a lxs más vulnerables, y mucho menos, como señaló el colega Héctor Sosa, a “la pérdida del control del Gobierno sobre disponer y entregar la ayuda solidaria” a las personas que no tienen dónde dormir en estos días de ola de frío.
Después probé repasando los spots de campaña que empezaron a circular también el fin de semana. Me detuve en la lista de obras que Juntos por el Cambio (como se llama Cambiemos desde la absorción del ex? peronista Miguel Angel Pichetto) dice haber hecho donde antes había abandono.
Consulté con una colega de Chaco sobre las supuestas vías desvencijadas del Belgrano Cargas en Pampa del Infierno que ahora repararon. Florencia Calvo me avivó de que también justo este fin de semana se cumplió un año del tremendo descarrilamiento del tren de ese ramal que un día antes había inaugurado Macri. La colega chaqueña me recordó además mediante unas notas periodísticas que el obrador de reparación y reconstrucción del Belgrano Cargas había sido armado en 2015 por la administración nacional anterior. Entonces reparé en las alrededor de 500 obras que quedaron en ejecución y que fueron inauguradas en estos últimos años.
Por cierto lo que me había alertado de esos spots fue la imagen de lo que presentaron como Nuevo Centro de Trasbordo en el marco del Metrobús de La Matanza. En 2015, por cuestiones profesionales, había tenido acceso al proyecto original para un nuevo sistema de transporte que cruzaría el distrito por la RN 3. Un proyecto diseñado por la gestión municipal de La Matanza con el Ministerio de Transporte gracias a un crédito internacional que beneficiaba a la gente de González Catán tanto como a la de San Justo y Ramos Mejía. Y era mucho más amable sobre todo con la gente de “los kilómetros” que el temático Metrobús de Macri-Dietrich. Se llamaba Mi Bus y era un proyecto clave de la jefa comunal Verónica Magario que fue apropiado sin pudor por Macri-Dietrich y Vidal.
Pero el asunto de la gente en situación de calle me siguió taladrando y todo me parecía menor comparado con esa tragedia. No hay acuerdo en la cantidad. Las cifras oficiales hablan de alrededor de 1000. Las ONGs de entre 7000 y 8000. El dato más duro en este marco es que en los últimos 10 días murieron 5 personas por el frío.
Con este panorama de fondo apareció la bajeza de un diputado nacional de Cambiemos%Juntos por el Cambio atacando a Juan Carr, líder de la Red Solidaria, y a todo el operativo montado en River para que las personas tuvieran algo de abrigo y cuidado. Apareció la miserabilidad de un cómico a quien, después de poner en duda la honestidad del operativo de emergencia solidaria, el oficialismo de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires honró con la distinción de Personalidad Destacada de la Cultura. Y la repugnancia por la actitud de los grandes medios de información de invisibilizar la tragedia.
La tristeza y la bronca. La impotencia. Escuchar o leer que "siempre hubo gente en la calle", que "siempre se murió gente por el frío", que "dejemos la política de lado y seamos solidarios”. Bronca por esa negativa a discrimar. Porque no es que no se puede. Es que no se quiere. Porque si se discriminara habría que aceptar al menos una equivocación por haber elegido/aceptado un Gobierno que muestra insensibilidad total. Que utiliza un criterio totalmente cuestionable y repudiable para el uso y destino de los recursos públicos y los bienes comunes de todes les argentines.
Impotencia por esas personas, esxs periodistas, esxs dirigentes que el mejor de los casos cuestionan a Macri o Larreta o Vidal o Stanley pero no dejan de recordar "ah, pero en el kirchnerismo pasaba lo mismo!". Lo repiten como una oración de esas que puede dar un sacerdote después de una confesión para “el perdón de los pecados”.
Sin embargo si alguien se detuviese unos instantes a revisar cómo fue “Antes” y como es “Ahora” (como dice el spot de Macri-Pichetto), los datos duros, objetivos, muestran que no es lo mismo ni son lo mismo. Aquel Gobierno utilizaba los recursos del Estado a favor de la gente. Difícil encontrar una medida de gobierno que fuera "en contra" de les ciudadanes.
Y no, el llamado “cepo al dólar” no cuenta en esta lista. “Ah pero Cristina vetó el 82% móvil en las jubilaciones”. “Ah pero no sacó el pago de Ganancias como impuestos a determinados sueldos”. ¿En serio esas serían las respuestas que los igualarían o que demostrarían que el gobierno anterior también impuso políticas contra la gente?
Se podría decir más diplomáticamente, más técnicamente, con términos de la economía ortodoxa inclusive y quedaría re bien. Pero para este momento elijo una forma, una manera más callejera: éste gobierno de Macri-Vidal-Larreta puso todos los recursos del Estado al servicio de la timba financiera, al servicio del endeudamiento histórico con el FMI y de los designios de Wall Street. "Ah, pero antes también robaban", dicen algunxs buscando meter a todxs en la misma bolsa. "Ah, con Cristina también había gente en la calle". Sí, con Cristina había gente en la calle, podía morirse alguien en una vereda probablemente, pero no sería por desidia. No por ausencia de políticas públicas para las personas. No porque se priorizara pagarle a los Fondos Buitres y a los timberos locales e internacionales. Entonces, después de empezar y reempezar diez veces esta columna, terminaba enojada. “Qué falta de rigor periodístico”, me espetarán en la cara. ¿De qué rigor periodístico me hablarían? ¿Del de Clarín, La Nación y Perfil que durante el fin de semana ignoraron la gravedad de la situación de las personas en situación de calle? ¿Del rigor periodístico de los que practican el “periodismo de guerra” y después acusan al kirchnerismo, a La Cámpora o a alguna organización social de violentxs? ¿Del rigor periodístico de aquellxs que repiten y repiten como desquiciadxs que “Cristina está enferma de poder” y no dicen nada de los ojos extraviados de una gobernadora asegurando que cuando gane Kicillof “va a gobernar La Cámpora, porque Kicillof es Máximo, y eso es Máximo 2023”? ¿El rigor periodístico con el que se analiza la postura de Macri y Peña imponiendo su candidatura como cuando un ex presidente decía “la Ferrari es mía, mía, mía”? ¡O el rigor periodístico que se usa para afirmar que los intendentes van a jugar en las PASO con Kicillof y después lo van a abandonar para jugar con Vidal en la general?
Con sólo haber asistido a uno de los actos de lo que fue el espacio de Unidad Ciudadana, o el Frente Patria Grande, o ahora del Frente de Todxs, cualquiera de esas afirmaciones se derrumbarían por carecer del más elemental rigor periodístico. Porque sólo parecen buscar instalar ideas convenientes a un sector que prácticamente no puede mostrar gestión. Que prometió el oro y el moro y mintió, miente y manipula con una naturalidad que asusta. Y esto “es información” como gustan decir en un programa de tele de la noche para hacer creer que no están operando.
Ahí están los videitos editados de Macri y el pavimento. El cemento de las obras oponiéndolas al relato. Como si la construcción de cualquier obra no necesitase de un relato, una historia, una idea, una argumentación, una necesidad, un derecho. Pero aún así podríamos aceptar que este gobierno hizo obras donde antes no había. Y, ¿no sería eso lógico? ¿No es natural y esperable que haya un proceso de gestión y administración del Estado?
¿No es lógico que hagan obras donde antes no había?
Sin embargo lo que parece estar pasando es que el gobierno de Cambiemos/Juntos por el Cambio no puede mostrar mucha más gestión en obras que aquellas que quedaron plantadas en 2015. A cambio, mientras termino esta columna, se les observa mostrando orgullosxs el gasto en equipamiento represivo moderno adquirido por Macri-Bullrich con los recursos públicos. Jugando a los soldaditos frente a la Embajada de EEUU montando un desfile “cívico-militar” justo el Día de la Independencia. Y, casi en simultánea, mandando a reprimir en el Obelisco a gente que sigue intentando proteger un poco a lxs más vulnerables de la catástrofe social. Represión a ciudadanxs que sirven comida y acercan un colchón limpio. Represión a militantes sociales, justo el 9 de Julio, el Día de la Patria. A horas de la muerte de Fernando de la Rúa, el presidente radical de la Alianza que dejó la presidencia montado en un helicóptero en medio de una represión brutal que dejó 38 muertos y una de las peores crisis en 2001. Paradojas que en unos años contará la historia.
Mientras tanto, como a esta columna, habrá que empezar a reescribir otra vez. Reconstruir otra vez esas historia de personas de carne y hueso y alma, a las que las políticas del gobierno de Macri-Vidal se las rompió con tanta saña.
- Periodista
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