Entrevista exclusiva de Motor Económico a la diputada y economista del Frente de Todxs (FDT)
Fernanda Vallejos y la deuda: "Es muy difícil de pagarla casi en cualquier escenario y en el que está planteado es objetivamente impagable"
(Por Estefanía Cendón y Héctor Sosa ) La diputada nacional por el Frente de Todxs, Fernanda Vallejos, abordó en una entrevista con Motor Económico diversos temas que abarcaron la problemática social/ económica actual de la Argentina, el contexto geopolítico que más afecta a nuestro país, el crecimiento en tiempos de pandemia, alianzas estratégicas en la región, la administración de la Hidrovía Paraná-Paraguay, renegociación de la deuda y la inflación que impacta en los alimentos. “Argentina necesita un programa económico autónomo para crecer y desarrollarse”, aseguró.
Fernanda Vallejos propone pensar a la política económica como subsidiaria de la política sanitaria en tiempos de pandemia. Frente a una etapa donde el crecimiento económico queda supeditado a un fin elemental como es preservar la vida de los argentinos, la economista sostiene: “Las políticas de asistencia en la emergencia son políticas de estímulo a la demanda, esa demanda tracciona el crecimiento. Cuando el Estado instrumenta una política como el IFE permite que los ciudadanos accedan a una capacidad de consumo que de otra manera no podrían hacerlo”.
La legisladora hace referencia a la necesidad de un programa autónomo en materia económica, que permita a nuestro país crecer y desarrollarse, lo que define como “materias postergadas en nuestro país durante los últimos años”. "En la renegociación de la deuda con el FMI se juega gran parte de esa autonomía, situación que se replica a nivel regional. El fortalecimiento de esos lazos de cooperación entre los países, bloques y regiones se tornan vitales para el diseño y la persecución de estrategias conjuntas que nos permiten pisar con más fuerza a la hora de negociar”, advierte Vallejos.
¿Cómo debería ser la administración de la Hidrovía Paraná-Paraguay, espacio estratégico para el comercio argentino? ¿Cuáles son los beneficiosde una reforma tributaria progresiva? ¿Qué ejes nos permiten analizar la inflación en nuestro país?, son algunos de los ejes temáticos abordados por la diputada del FTD, en el reportaje concedido a Motor Económico.
MOTOR ECONÓMICO: ¿Cuáles son las posibilidades de crecimiento económico para Argentina en un contexto de pandemia?
Fernanda Vallejos: Es muy difícil pensar la Argentina y el mundo sin anteponer la pandemia, que es la realidad que se impone ante cualquier plano que queramos consideramos. Tiene que ver con que está en juego lo más preciado que podemos tener: la salud y la vida. Esta circunstancia nos obliga a reordenar prioridades y a pensar la economía de una manera distinta a la habitual. Si antes podíamos arrancar pensando en el crecimiento económico hoy necesariamente tenemos que pensar en cómo hacemos para salvar la mayor cantidad de vidas posible, por lo que la política económica queda subordinada, de alguna manera, a la política sanitaria. La política económica debe pensarse como una colaboradora de la política sanitaria. Esta es la gran pregunta hoy:¿Cómo se pone la economía al servicio de la vida? En ese marco el rol indiscutible del Estado es la necesidad de acompañar económicamente a todos los ciudadanos y ciudadanas, los trabajadores, consumidores y sectores productivos económicamente afectados por las medidas sanitarias para restringir la circulación del virus y, por ende, la circulación de personas. Cuando el Estado, desempeñando ese rol, asiste a través de la política económica a los ciudadanos y empresas, pymes particularmente, que necesitan asistencia en este marco de 'economía pandémica' está instrumentando medidas de política económica que tienen mucho que ver con el crecimiento. Estas políticas de asistencia en la emergencia son políticas de estímulo a la demanda. Cuando el Estado instrumenta una política que tiene que ver con un ingreso mínimo vital, como el IFE, a través de ese ingreso permite que los ciudadanos accedan a una capacidad de consumo que de otra manera no podrían hacerlo. Se está impulsando así el consumo y la demanda agregada de la economía. Esa demanda tracciona el crecimiento. Todas las políticas de estímulo y expansión sobre la demanda contribuyen a mejorar indicadores sensibles al momento de evaluar la salud de la economía. Las políticas necesarias para tratar de asistir a la política sanitaria no dejan de estar en sintonía y son armónicas con las políticas que también se necesitarían, en una situación de normalidad, para apuntalar el crecimiento de la economía.
ME: Si pensamos en el Aporte Solidario y Extraordinario, el "impuesto a la riqueza", fue concebido como una contribución de los sectores con mayor capacidad económica en un contexto de emergencia. ¿Debería haber un aporte fijo en este sentido?
FV: Argentina tiene un impuesto a la riqueza que es un valor agregado de nuestro sistema tributario, que la mayor parte de los países de América Latina no lo tienen. Nosotros lo tenemos y es el impuesto a los Bienes Personales, que grava el patrimonio de las personas. El aporte extraordinario fue pensado como una contribución en un contexto específico que se planteó que sea pagado por única vez por un universo de ciudadanos mucho más pequeño que aquellos que pagan bienes personales. Si bienes Bienes Personales lo pagan los ricos, el aporte Solidario y Extraordinario lo pagan los "súper ricos", aquellos que se ubican en los estratos superiores en la distribución de bienes personales. Este aporte no podría ser, técnicamente, de carácter permanente porque ya tenemos un impuesto que grava el mismo objeto imponible. Ese reclamo cae en saco roto. Creo que la Argentina necesita una reforma tributaria que mejore su perfil de progresividad. Sensiblemente lo necesita y una de las patas de esa reforma tributaria progresiva es la reforma del impuesto a los Bienes Personales. Esto también tiene que ver con qué puede hacer el Estado para que la economía crezca, para garantizar la salud. ¿De dónde salen los recursos? Sabemos que somos una economía acechada por la restricción externa y que impacta por el lado comercial y también financiero, entonces allí hay un límite a esas posibilidades de expansión. Esta tensión se corrige, por ejemplo, a través de una buena política tributaria progresiva que lo que hace es recaudar en aquellos sectores donde hay excedente, que muchas veces se fugan y se salen del circuito productivo de la economía, y le permite al Estado redistribuir hacia aquellos sectores donde falta la capacidad de consumo y que permiten aportar el crecimiento de la economía.
"Argentina necesita una reforma tributaria que mejore su perfil de progresividad. Sensiblemente lo necesita y una de las patas de esa reforma tributaria progresiva es la reforma del impuesto a los Bienes Personales", Fernanda Vallejos
Un esquema tributario de características progresivas tiene muchas ventajas. Más allá de la posibilidad que le otorga al Estado de redistribuir recursos y mejorar la situación de igualdad de la sociedad, también contribuye a colaborar con desequilibrios macroeconómicos que tienen que ver con las dificultades que plantea ser una económica bimonetaria.
ME: Estamos ante una etapa de renegociación del endeudamiento contraído con el FMI, el Club de París. ¿Cuánto condiciona la posibilidad de renegociar el endeudamiento a la salida de la crisis actual?
FV: Creo, nuevamente, que en el actual contexto no hay margen para la discusión respecto a que la prioridad es proteger la vida de las personas. La política económica debe ordenarse en función de ese objetivo superior. La cuestión de la deuda también debe subordinarse a este objetivo superior. La renegociación de la deuda, particularmente con el FMI, tiene que estar supeditada a las condiciones de posibilidad de la Economía Argentina y ordenada en pos de ese objetivo que es el cuidado de la vida de nuestros ciudadanos. El FMI tiene sus propios modelos que no tienen nada que ver con los de una economía en vías de desarrollo que tiene aspiraciones de elevar los estándares de vida de su población, como es nuestro caso. También es real que el monto de la deuda que Macri dejó con el Fondo Monetario Internacional es impagable para la Argentina. Es muy difícil de pagar casi en cualquier escenario y en el que está planteado es objetivamente impagable. Argentina tendría que destinar aproximadamente unos 15.000 millones de dólares por año a pagar todos los compromisos y eso, para nuestra economía, es inviable. Cuando observamos el monto de la deuda que el macrismo dejó con el FMI -el acreedor más condicionante- se desembolsaron 45.000 millones de dólares. Para un acuerdo Stand-By, el tipo de acuerdo que Macri alcanzó con el FMI, a la Argentina le hubiesen correspondido no más de 22.000 millones de dólares. Esto quiere decir que se desembolsó más del doble de lo que a Argentina le hubiese correspondido en relación a su cuota de participación en el organismo como país miembro y socio. Además, el acuerdo con el FMI había sido por 57.000 millones de dólares, más aún. Afortunadamente para los argentinos se produjo un cambio de gobierno y se suspendieron los desembolsos que quedaban pendientes.
Este endeudamiento con el FMI, el préstamo más grande en la historia de la institución y de la historia de la Argentina, fue una decisión política carente de sustento técnico que terminó configurando una situación de indudable insolvencia. Lo más sensato en el contexto actual sería la suspensión de los pagos de la deuda porque estamos en un estado de necesidad donde los recursos deben estar disponibles para salvar la vida de los ciudadanos y ciudadanas. Luego habrá que negociar con mucha firmeza las condiciones de ese acuerdo de repago porque lo que plantea inicialmente el FMI para la Argentina resulta inaceptable. Esto dotaría al FMI, frente a una eventual situación de estrangulamiento permanente de la economía argentina, de una condición que ya lo hemos visto desempeñar: el rol de "auditor" permanente de las cuentas públicas y de la política doméstica de los países. La realidad es que Argentina quiere y necesita darse un programa autónomo de política económica que le permita crecer y desarrollarse, dos materias que han estado postergadas en los últimos años en nuestro país. Necesitamos retomar ese sendero.
ME: Cuando hablamos de la necesidad de ingreso de divisas al país es imposible no pensar en la Hidrovía Paraná-Paraguay y en el Canal Magdalena. ¿Qué representan para el futuro de la Argentina y cuál es el sistema de operación que debería aplicarse?
FV: En su momento me resultó motivante la idea que planteó el presidente de constituir una Sociedad del Estado. En los asuntos estratégicos, especialmente en el plano económico, el rol del Estado es absolutamente fundamental. Estamos frente al fin de una concesión, lo que despeja los caminos legales que muchas veces son complejos para los países en vías de desarrollo. Considero que aún atravesamos un proceso de evaluación y de conversaciones donde se ha prorrogado la concesión después del fallecimiento del ministro Mario Meoni. Me gusta pensar que estos 90 días de prórroga son un plazo para seguir discutiendo qué es lo que queremos hacer con esa vía navegable absolutamente estratégica y fundamental. Por esta vía se da no sólo en traslado de los principales productos de exportación de la Argentina y de la región, sino también todo lo que tiene que ver con graves problemas de criminalidad económica vinculados al contrabando de granos pero también a delitos graves que debemos erradicar, como el narcotráfico. Todo eso se juega en la administración de nuestro Río Paraná, por eso el Estado debe ocupar un rol preponderante en la administración de esa vía navegable.
ME: ¿Cuáles son las alianzas que debe establecer Argentina pensando en ese objetivo primordial que es preservar la vida de los argentinos, pero al mismo tiempo estimular la economía para lograr salir de la crisis?
FV: La primera alianza natural de la Argentina tiene que ver con su destino histórico y está dentro de nuestra misma región. Hoy el escenario político a nivel regional no es el más alentador para pensar en una dinámica más virtuosa a nivel regional. No obstante, es un sendero que siempre debemos tratar de consolidar y ensancharlo. El segundo destino en relación a una mirada geopolítica es lo que llamamos como el “Eje sur sur”, la alianza de los países del Sur del Mundo pensando no sólo en estrategias de crecimiento, sino en todas las dificultades y desafíos que atraviesan nuestros países que, más allá de sus matices y diversidades, muchas veces no son tan diferentes, sobre todo en sus aspiraciones. Si pensamos en el tema de la deuda sabemos que afecta a muchas economías en vías de desarrollo y desarrolladas. El fortalecimiento de esos lazos de cooperación entre los países, bloques y regiones se tornan vitales para el diseño y la persecución de estrategias conjuntas que nos permiten pisar con más fuerza a la hora de negociar.
ME: ¿Cómo se aborda la inflación en nuestro país, especialmente en el rubro de los alimentos que tanto afecta a la población más vulnerable?
FV: Hay dos caras de un gran problema. Por un lado son los precios, particularmente el precio de los alimentos porque son los bienes más sensibles que componen la canasta de cualquier familia. Por otro lado la cuestión de los ingresos, que son muy bajos. La combinación de ingresos bajos y precios altos es muy hiriente para la vida cotidiana de los argentinos y argentinas, especialmente para los sectores más vulnerables. También hay trabajadores que a pesar de percibir un salario mensualmente no logran superar la canasta de pobreza, esto es un fenómeno bastante novedoso. Por el lado de los precios, hay un fenómeno que vemos desde el año pasado a nivel mundial. Cuando analizamos las proyecciones a nivel internacional da la sensación de ser un fenómeno que va persistir y que es el ciclo alcista en el precio de los commodities. La canasta exportable de la Argentina es esencialmente alimentos o insumos para su producción. Esto tiene un impacto indiscutible en el precio de los alimentos que los argentinos consumimos, por eso varios hemos insistido en la necesidad de instrumentar herramientas que permitan desacoplar esos precios internacionales de los precios domésticos que los argentinos consumimos. Un instrumento para conseguir ese objetivo son las retenciones o derechos de exportación.
"La evolución del tipo de cambio es también un elemento muy importante cuando pensamos la inflación, más allá de los alimentos. En este sentido la decisión del equipo económico de reducir la tasa de devaluación, que el año pasado fue bastante alta, es muy acertada para reducir la inflación en la economía", dice Vallejos
Esto también permite disponer al Estado de recursos para redistribuir entre quienes más lo necesitan en este contexto de pandemia, sin afectar a las cantidades exportadas. Argentina tiene una dificultad y es que Mauricio Macri había recortado, en algunos casos hasta eliminado, las retenciones a los productos agropecuarios. Eso se corrigió parcialmente en diciembre de 2019 en el marco de las leyes aprobadas al asumir el gobierno de Alberto Fernández. Necesitaríamos una nueva ley que nos otorgue más flexibilidad para administrar los derechos de exportación, sobre todo cuando atravesamos un ciclo alcista en el precio de los commodities a nivel internacional. Obviamente hay que pensar en esquemas segmentados, diferenciar por tipo de productor y otras consideraciones a la hora de diseñar este instrumento. Los derechos de exportación son uno de los instrumentos más importantes para resolver la cuestión de los precios, particularmente de los alimentos. La evolución del tipo de cambio es también un elemento muy importante cuando pensamos la inflación, más allá de los alimentos. En este sentido la decisión del equipo económico de reducir la tasa de devaluación, que el año pasado fue bastante alta, es muy acertada para reducir la inflación en la economía. Por otro lado los incrementos tarifarios recién previstos para este año, después de un año de congelamiento que ha permitido que millones de argentinos puedan salir de la pobreza energética. Haber llegado a un incremento del 6% en el gas y el 9% anunciado para el caso de la luz, en comparación con los niveles de inflación que tenemos, es un incremento razonable que no va a contribuir de manera sensible a seguir engordando la inflación, cosa que sí habría ocurrido con aumentos desproporcionados como los ocurridos durante el gobierno de Macri. La cuestión tarifaria fue uno de los grandes motores de la inflación junto con la devaluación brutal en aquel período.
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