
“Teníamos la convicción y la esperanza de que en algún momento íbamos a reabrir la planta”
La Foresta: una experiencia cooperativa de lucha
(Por Estefanía Cendón) El frigorífico La Foresta abrió sus puertas: los 120 trabajadores y socios de la cooperativa retoman la producción en la planta ubicada en La Matanza. Tras la clausura del frigorífico, que los mantuvo fuera de la actividad durante 10 meses, los trabadores realizaron un acto de inauguración el 28 de febrero que contó con la adhesión de autoridades nacionales, provinciales y referentes del sector cooperativo.
“Teníamos la convicción y la esperanza de que en algún momento íbamos a reabrir la planta”, aseguró Marcelo Yaquet, integrante de la cooperativa y responsable del área de Gestión y Comercialización de La Foresta. A través de una charla con Motor Económico Yaquet expresó la lucha de los trabajadores por preservar el frigorífico a lo largo de los últimos meses. Un rubro con claro impacto del tarifazo implementado durante la gestión macrista: mientras en 2015 La Foresta abonaba facturas de luz que rondaban los 100.000 pesos, a inicios de 2019, sosteniendo la misma producción, la tarifa eléctrica ascendió a 750.000 pesos mensuales.
Sumado a este panorama adverso para la producción, en abril de 2019 una ONG ambientalista de Villa Gesell presentó un recurso de amparo ante un juzgado federal de San Martín que llevó a la clausura de La Foresta. El argumento esgrimido fue la calificación del frigorífico como agente contaminante, a pesar de que la cooperativa contaba con las habilitaciones correspondientes de ACUMAR, el organismo responsable de articular las políticas públicas de saneamiento de la Cuenca Matanza Riachuelo, para desarrollar su actividad.
Al momento de la clausura 210 trabajadores quedaron desempleados. Fue así como 35 socios de la cooperativa decidieron distribuirse en turnos para cuidar la planta a lo largo de los 10 meses que duró la clausura. Sin electricidad, con todas las dificultades que esto implica, los trabajadores sostuvieron la convicción de que La Foresta volvería a estar en funcionamiento. “A nosotros no nos clausuró el organismo competente, ACUMAR en este caso. Fue una presentación de una ONG de Villa Gesell con un estudio de abogados de La Plata. Hay empresarios del sector que no quieren que nosotros estemos en plena producción”, sostuvo el encargado de la gestión y comercialización de La Foresta.
Una vez realizados los controles correspondientes, nuevamente con la habilitación de ACUMAR y del SENASA, el frigorífico matancero vuelve a producir. La situación actual de nuestro país abre la puerta a nuevos desafíos para superar la crisis: existe una asociación entre la cooperativa La Foresta con la empresa Velsud S.A., perteneciente al rubro de la elaboración y conservación de carnes. “Ante los grandes grupos económicos y corporaciones, en su mayoría extranjerizadas, vemos como una alternativa articular al capital social con el capital privado de las PYMES y, a su vez, con el capital estatal”, plantea Yaquet.
Proyectos.
“Estamos armando carnicerías móviles. La idea es que recorran los barrios, articular con los movimientos sociales, las organizaciones populares y las ferias del municipio de la Matanza”, explica uno de los integrantes de la cooperativa. Siguiendo una lógica similar a la de los “feriazos”, las carnicerías móviles buscarán llegar a cada localidad con precios accesibles.
En primera instancia se lanzará una unidad móvil para el ámbito de La Matanza, alrededor de la primera quincena de marzo, y luego se proyecta equipar una segunda unidad que tenga conexión con los movimientos sociales de diversos distritos en la provincia y Ciudad de Buenos Aires. El plan, a largo plazo, es complementar el circuito con una red de carnicerías fijas.
Lógica inclusiva
“Como trabajadores queremos ser parte de la lucha de la Argentina contra el hambre. Entendemos que nuestro pueblo debe tener acceso a una alimentación saludable. Hoy hay un Estado que tiene la cabeza en estos temas”, sintetizó Marcelo Yaquet en relación a la iniciativa de La Foresta.
Desde la conformación de la cooperativa en marzo de 2005 sus trabajadores apuestan a un modelo productivo de inclusión. Superaron la quiebra de la empresa en 1999 adhiriéndose a la experiencia de fábricas recuperadas y, desde entonces, lucharon por superar los vaivenes de la economía argentina. La clausura del frigorífico en 2019 no logró abatir la solidaridad de los trabajadores, el resultado está a la vista.
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