Eduardo Blanco. Instituto para la Producción Popular
En Mendoza, un programa que reúne a pequeños productores y consumidores permite bajar precios y mejora la alimentación
Desde fines de marzo, en la provincia de Mendoza se desarrolla el programa Respaldar (Red Solidaria de Producción y Distribución de Alimentos Regionales), una experiencia de vinculación entre pequeños productores populares del movimiento campesino con los vecinos de zonas urbanas. El sistema, del que participan 20 cooperativas de trabajadores, abastece de alimentos a la población mediante el comercio directo del productor al consumidor y con precios justos. Solo en las dos primeras semanas de su puesta en marcha, Respaldar llegó a las hogares de 6 mil mendocinos y distribuyó 60 mil kilos de alimentos, además de donar 4.500 kilos para comedores populares.
La red de comercialización Respaldar está organizada por el Movimiento Nacional Campesino Indigena (MNCI) y la Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra (UST) con el apoyo del INTA, los municipios, el impulso de la senadora provincial Anabel Fernández Sagasti, organizaciones de las localidades que participan y vecinos que se ofrecen para ser puntos de distribución de los alimentos.
La idea es articular a productores y consumidores a través de la red organizándola en cinco ejes de distribución en todo el territorio de Mendoza. “Desde Ranquil Norte en Malargüe, a las Comunidades Huarpes de Lavalle, desde el Secano de Santa Rosa al Valle de Uco, directamente de los productores a las casas, productos a un precio razonable, esa es la propuesta”, explica Fernández Sagasti en su cuenta de twitter.
El concejal de Lavalle, Raimundo Laugero, del MNCI-UST, explica cómo se organizó el programa: “Es una experiencia interesante que se potenció en esta cuarentena con la confección de bolsones de verdura y frutas producidos por la agricultura familiar en cooperativas nucleadas en la Federación de Cooperativas Campesinas de Base, de Mendoza. Se elaboran 4 mil bolsones semanales de 9 kilos, que llegan a los sectores populares más alejados de los centros urbanos con el apoyo logístico estatal (Municipalidad de Lavalle, La Paz, INTA). Se consigue llegar a precios justos, 300 pesos, bajando los precios desde el 50% o más, según la distancia. Esto en monentos de crisis y cuarentena es un gran alivio para las familias, que además organiza y promueve a la comunidad”.
“La pandemia puso en evidencia la centralidad de la alimentación del pueblo. En un contexto dónde el aumento de los alimentos se debe a la especulación financiera de un pequeño grupo de empresas que controlan casi el 70 % de la producción, logística y distribución en la Argentina; el rol del Estado es controlar, pero también buscar otras formas. Ese es un papel fundamental”, resalta el concejal Laugero.
Los bolsones llevan verdura de estación, papá, zapallo, camote, berenjena, tomate, cebolla, lechuga, acelga, huevos y en algunas localidades se complementan estas entregas con la promoción de otros productos de la zona. El resultado es que las familias que participan de la experiencia obtienen productos frescos, sanos y cosechados localmente.
“La proyección estimula. Los argentinos consumimos la mitad de la fruta y la verdura que se recomienda desde la OMS. En parte, porque no hay acceso. Poner blanco sobre negro siempre deja los grises y otras tonalidades excluidas, pero podríamos decir que hay dos modelos, el de la especulación sobre las ganancias (agronegocios) o el de la soberanía alimentaria, que es entender la alimentación como una cuestión de soberanía. Entonces los pueblos determinan la producción y comercialización en base a sus necesidades y cultura. Ese modelo promueve la agricultura familiar, la campesina, la economía popular, el comercio de cercanía. Es una oportunidad para el sector, pero quién quiera ver qué vea. Puede ser una oportunidad de alimentarse mejor en la Argentina, no es utópico si ponemos la energía dónde hay que ponerla”, concluye Laugero.
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