Entrevistas

“El modelo aplicado por Macri es la causa por la que Argentina dejó de crecer”

(Por Estefanía Cendón) La economista Delfina Rossi analiza los parámetros que definen el fracaso económico de la gestión Cambiemos: la deuda que condiciona el crecimiento del país, profundización del cepo al dólar, falta de divisas e inflación en ascenso. “Para tener un proceso de desarrollo, industrialización y eliminación definitiva de la pobreza necesitamos pensar qué alianzas hacemos y cómo sostenemos ese cambio en el tiempo”, afirma la integrante de Agenda Argentina y el Grupo Atahualpa.

MOTOR ECONÓMICO: ¿Qué país deja Macri?

Delfina Rossi: Nos deja un país más pobre en su conjunto, con menor distribución. Aumentó la desigualdad, aumentó la pobreza en alrededor de 5.000.000 más de pobres, hay pérdida del salario real de 20 puntos en promedio, mayor cantidad de desempleo que alcanza los dos dígitos, hablamos también de cierre de Pymes. En términos de mercado, es una economía más chica y peor distribuida. A nivel social nos deja una mancha más grande el neoliberalismo, así como el cambio que eso conlleva en las subjetividades. El neoliberalismo se desarrolló en tres etapas en Argentina con la dictadura de 1976, el largo período de los noventa y estos cuatro años de Cambiemos que consolidan las subjetividades, personalidades y los valores en la sociedad relacionados con la meritocracia, el “sálvese quien pueda” y “yo hice todo bien”.

Lamentablemente parte de esto se consolidó, por supuesto no es la mayoría porque en la elección quedó demostrado que se votó por un cambio rotundo del modelo económico. Aún así, son mojones que va dejando el modelo neoliberal a nivel social, más allá de lo económico.

ME: Se habla de la necesidad de reconstruir el tejido social después de estos 4 años. Sin embargo, existen desigualdades de tipo estructural como la que padecen las mujeres y las diversidades. ¿Cómo se puede incluir dentro de la agenda económica la perspectiva de género?

DR: Cuando el gobierno kirchnerista abordó el problema de la desigualdad económica y la pobreza tuvo una perspectiva de género en sus políticas. No es casual que la Asignación Universal por Hijo vaya destinada a las madres, así como la Asignación por embarazo y la llamada Jubilación para Amas de Casa (la moratoria jubilatoria para mujeres). Si bien esas desigualdades son estructurales, nuestro movimiento político las ha sabido contemplar. De manera conjunta y, quizás, sin dar esta batalla cultural que tan fuerte ha salido a la luz con el movimiento de mujeres en los últimos cuatro años. También la consolidación del movimiento de mujeres, la Ley de Paridad, es consecuencia de habernos socializado políticamente con una presidenta mujer. Por supuesto que en la agenda queda mucho por abordar, pero lo fundamental es trabajar en esa línea. No podemos reducir la pobreza sin tener una mirada de género ni de disidencias, ni de diversidad en cuanto a, por ejemplo, la inmigración.

ME: ¿Cómo analiza las medidas post-elecciones de profundización del cepo al dólar, nuevos controles cambiarios? ¿Qué efectos pueden tener a largo plazo?

DR: El motivo por el que tenemos el duro cepo cambiario actual es la mala política monetaria y económica del gobierno de Macri desde sus inicios. Una política que no sólo optó por levantar el cepo. Pensemos en diciembre de 2015 en donde había cierto malestar, existía un mercado paralelo importante y un atraso cambiario. Cambiemos no logró normalizar la situación del tipo de cambio de entonces, sino que lo levantó sin límite y en los siguientes meses, en un período de casi tres o cuatro meses, puso al país al servicio de la timba financiera internacional, desregulando completamente el control de los movimientos de capitales. Ese fue el problema, por eso hoy tenemos un cepo exagerado. Aun así, no hay un esquema de confianza, un crecimiento económico, no llegan las inversiones, está parado el acuerdo con el FMI, sigue habiendo una salida de dólares del sistema por goteo. El cepo constituye un parche más al fracaso rotundo que ha tenido el programa económico de Mauricio Macri. Creo que es algo que se está haciendo de la mano de los equipos de transición, no me parece inadecuado, pero sí considero que ha sido electoralista la manera en que lo han utilizado.

Parece que no se hiciesen cargo de que el modelo aplicado por Macri es la causa por la que la Argentina dejó de crecer, perdió dólares genuinos. Se han endeudado y ahora no tenemos con qué pagar. Axel Kicillof después de ser electo como gobernador sostuvo que tenemos un problema con el Banco Central ya que, por más que la provincia de Buenos Aires consiga tener superávit fiscal para comprar los dólares necesarios para reparar la deuda, si el Banco Central no tiene dólares: ¿cómo hace la provincia de Buenos Aires? Si los dólares no están, las provincias también defaultean en su deuda externa ante la ausencia de dólares. Es una situación más dramática de lo que parece.

ME: ¿De qué manera se resuelve a futuro, pensando en posibilidades de crecimiento y desarrollo, el problema de la falta de divisas?

DR: La falta de divisas, lo que llamamos restricción externa, es un fenómeno propio de economías semi-industrializadas como la argentina. Sólo por el hecho de crecer nuestra industria consume más dólares o las actividades productivas consumen más dólares de los generan las actividades exportadoras ligadas, principalmente, a los recursos naturales. Es una característica de lo que llamamos la heterogeneidad estructural. Esto se supera con mayor crecimiento, con una industria que deje de necesitar tantos dólares y empiece a generar más dólares, ambas cosas.

Alberto Fernández ha tenido una definición clara: se necesita el consumo para poder exportar, tenemos que alcanzar una inserción inteligente favorable para la Argentina en el mundo. No formar parte de cualquier club de amigos, sino buscar esos acuerdos comerciales que beneficien a nuestro país. Esto quiere decir que mientras lo logramos, seguramente necesitemos del financiamiento externo con deuda externa. Vale aclarar que no es lo mismo tomar deuda externa para ponerla al servicio del crecimiento económico, la producción nacional y la generación de empleo, que tomar deuda para garantizar que unos pocos se fuguen las divisas. Ahí está la clave.

La retórica kirchnerista habla mucho del valor del desendeudamiento por la independencia económica que conlleva pero, es importante ser precisos, se arreglaron las cuentas con el mundo para poder tener cierto endeudamiento o elegir cómo tener ese endeudamiento. Ahí radica la importancia de tener independencia: no estar ligados de pies y manos al FMI y, en todo caso, en esto vemos la importancia de la nueva negociación que se haga.

ME: Martín Guzmán, economista especialista en reestructuración de la deuda y default, sugirió reducir a cero los pagos de intereses y capital de la deuda entre 2020 y 2022 para recuperar el crecimiento económico y así garantizar la capacidad de repago a los acreedores. ¿Cuál es su opinión?

DR: Es una discusión que se enmarca en esto de si con el reperfilamiento, extender el calendario de pago, alcanza o si también tiene que haber un “haircut”, una quita de deuda. Me refiero a si es una reestructuración con o sin quita de capital y de intereses. Los ejemplos exitosos que conocemos de reperfilamiento sin quita, como Uruguay en el período de 2001, Brasil y Turquía alrededor de la crisis de principios de 2000, son ejemplos de reperfilamiento de deuda con el FMI sin quita. Hablamos de economías que tenían un crecimiento de, al menos, dos, tres o cuatro puntos. Se espera que la economía argentina tenga una recesión el año que viene, a menos que se consiga dar vuelta y arrancar la economía. Entonces, es difícil pensar en un esquema donde se te achique tu economía y poder sostener el pago de la deuda en dólares.

ME: Con respecto al desembolso postergado de 5.400 millones de dólares del FMI, ¿Qué decisión se debería tomar?

DR: Es parte de la renegociación con el FMI. Creo que la Argentina lo va a necesitar porque, si bien los vencimientos del año que viene son escasos con el FMI, sigue habiendo deuda colocada por bonos privados y Argentina tiene necesidad de dólares. Seguramente hay que evaluar cuál es el estado de las reservas, pero lo que estimo es que en diciembre el FMI debería desembolsar los 5.400 millones de dólares siempre y cuando se llegue a un esquema de renegociación del acuerdo stand by favorable para el país.

ME: ¿Cómo fue el rol del Banco Central previo a las elecciones?

DR: Con respecto al Banco Central creo que fue dramática la devaluación después de las PASO, lo que ha significado un ajuste brutal sobre los salarios, nuevamente, que se traslada a precios. El Banco Central me parece que demostró en ese accionar que poco tiene de autárquico: más que priorizar su performance, los efectos sobre la inflación y la tasa de interés, priorizó los intereses políticos. Ahora está logrando más margen de acción, evidentemente Sandleris tiene interés de no salir tan mal parado de esta crisis. Insisto en que el control de cambio brutal que está aplicando era la última salida que tenían pero, si con eso consiguiese mantener cierto nivel de reservas internacionales, creo que habrá sido la mejor solución dentro del caos que generaron, producto de las políticas que han aplicado. Por otro lado, estamos empezando a ver una baja en la tasa de interés que también es positivo para el resto del sistema.

ME: ¿Cómo se genera superávit en una economía con recesión, con endeudamiento?

DR: En relación al superávit comercial, con el exterior, gracias al ajuste el gobierno de Cambiemos generó superávit comercial por la caída brutal de las importaciones. Hoy no es un problema el superávit comercial porque ya existe. Con respecto al superávit fiscal está en camino a poder conseguirse, pero hay que aclarar que es producto del ajuste. Este es el modelo de Cambiemos: hay un desequilibrio, entonces le digo a la gente que consuma menos, saco los dólares de circulación y hago a la gente más pobre, con eso la economía se me equilibró. Nosotros decimos que la sociedad argentina no quiere ser Chile, no quiere ser Perú, quiere vivir dignamente y tener consumo de ciertos bienes y servicios, quiere poder viajar al exterior. Para esa Argentina en la que creemos, en donde existe la movilidad social ascendente basada en el conocimiento, necesitamos tener una economía más fuerte, que tenga más Pymes en todo el país. Actualmente hay alrededor de 20 Pymes cada 1000 habitantes, mientras los países desarrollados como Alemania tienen 40 pymes cada 1000 habitantes.

Necesitamos más empresas y un programa económico que nos permita tener empresas competitivas, que salgan al mundo y generen dólares, o buenos puestos de trabajo y un camino en Ciencia y Tecnología. Eso se hace con un programa de industrialización, con una correlación fina entre municipios, las provincias y la Nación. Poniendo en sintonía herramientas como el Banco de la Nación, El Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE) y la política bancaria que regula el Banco Central. Esos esquemas Cambiemos decidió dejarlos al azar, todas las herramientas que tiene el Estado para acompañar al sector privado. Como consecuencia, se perdieron más de 160.000 puestos de trabajo del sector privado. El modelo económico nacional y popular es el que realmente sostiene al sector privado para que genere empleo.

ME: ¿Cuáles son los proyectos a largo plazo que consideran necesarios para el país desde el Grupo Atahualpa que usted integra?

DR: Nosotros también hablamos de tener un sector público que sea eficiente en donde haya, por ejemplo, más formación en cuanto a las carreras en la Economía, la Ciencia Política, la Sociología que estén orientadas al servicio de un Estado. Con técnicos políticos al nivel que necesita la sociedad. Tanto Atahualpa como Agenda Argentina reúne a jóvenes profesionales con una visión de lo público nacional y popular. Armar lo público de manera profesional es importante, dotar al Estado de esas herramientas.

A largo plazo hablamos de cómo romper este famoso péndulo, hoy tenemos esta oportunidad. Si hablamos del péndulo y lo que ocurre con la clase media urbana o con las clases ligadas a la Pampa Húmeda, vemos que muchas veces no votan en función de sus intereses sino que votan modelos económicos que los arrasan. Sólo cabe mirar el mapa reciente de las elecciones y observar el cordón amarillo que se define en el medio de nuestro país. El mayor objetivo de estos grupos de intelectuales es pensar más allá de cómo solucionamos la emergencia alimentaria, más allá de cómo ponemos la Argentina en marcha es cómo sostenemos esos cambios en el tiempo. Ese es el desafío que ningún proyecto político, ni siquiera el primer peronismo, consiguió. Esto debido a la polarización política, la falta de consensos, los conflictos sociales que interrumpieron los procesos de desarrollo de nuestro país. Para tener un proceso de desarrollo, industrialización y eliminación definitiva de la pobreza necesitamos pensar qué alianzas hacemos y cómo sostenemos ese cambio en el tiempo. Ese es el mayor desafío de nuestra generación de políticos-intelectuales que queremos aportar algo más a la Argentina.

ME: La inflación es una preocupación generalizada en la población. ¿Cuáles son las claves para enfrentarla?

DR: La inflación es producto de lo que hablamos acerca de la restricción externa y/o las tensiones de la puja distributiva. Lo que es clave para agregar es el rol que puede llegar a tener un nuevo pacto social, un contrato social de ciudadanía responsable como lo dice Cristina Fernández de Kirchner. La inflación en este momento es resultado, principalmente, de las devaluaciones que hubo desde abril de 2018 que se va trasladando a precios. No se debe a una puja distributiva. Necesitamos acuerdos para bajar la inflación, reducir las expectativas de salario nominal en cuanto a las negociaciones colectivas, pero que eso no signifique que los trabajadores y trabajadoras pierdan poder adquisitivo. Al contrario, necesitamos generar mecanismos de coordinación salarial con los empresarios en la mesa y que se comprometa un movimiento obrero fuerte, consolidado. Contamos con la unidad de las dos CTA y dentro de la CGT.

Por otro lado, una política de control de cambios, de estabilidad cambiaria, nos va a permitir bajar la inflación. No estoy diciendo que la bajemos a niveles europeos ya que, además, actualmente muchas de las economías centrales tienen problemas de deflación. Son esquemas distintos, por el propio nivel de desarrollo que debería tener nuestro país. Tendríamos que volver, mínimamente, a una inflación del 20% anual, lo que había durante el kirchnerismo. Debemos salir de este esquema de 55, 60% de inflación anual que desestabiliza mucho y hace imposible que cualquier empresa proyecte su actividad, pueda invertir y que las familias establezcan un cálculo sobre cuánto tienen que ganar para programar su vida. Hoy los niveles de inflación y la desregulación de precios hacen imposible la proyección de la vida. Es necesario trabajar al interior de las cadenas productivas para ver quiénes son esos fijadores de precios que muchas veces oprimen a los pequeños productores que están atomizados y, por tanto, se les paga miserias por su producción y luego tienen el poder en las góndolas. Algo que ya conocemos.

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