Entrevista a Theotonio Dos Santos realizada por Raúl Dellatorre y Beatriz Chisleanschi
“Estados Unidos no está en condiciones de ofrecer a América Latina un proyecto de desarrollo”
(Por Raúl Dellatorre y Beatriz Chisleanschi) Hoy 11 de noviembre, el intelectual brasileño, Theotonio Do Santos cumpliría 82 años, si no fuese porque una cruda enfermedad terminara con su vida el 27 de febrero de este 2018.
Titulado en sociología y política en administración pública por la Universidad Federal de Minas Gerais, en la que también obtuvo el doctorado en Economía, Theotonio Do Santos se abrazó al marxismo y fue en los años ´70, uno de los impulsores, junto a Andre Gunder-Frank, Ruy Mauro Marini y Vânia Bambirra, entre otros, de lo que se conoció como la “Teoría de la Dependencia”. Una propuesta crítica filosófica y económica al pensamiento ortodoxo marxista aplicada al desarrollo histórico del capitalismo en América.
En abril del 2017, Dos Santos realizó su última visita a Buenos Aires con motivo de cumplirse 150 años de la edición de la más importante obra de Carlos Marx, El Capital, y participar de las jornadas organizadas por el Centro Cultural de la Cooperación y por la Universidad Nacional General Sarmiento.
Entre aroma a café y libros, Theotonio recibió, en ese momento, a Motor Económico en el cálido bar -librería del Centro Cultural Floreal Gorini donde en una extensa charla, inédita a la fecha, el sociólogo brasileño expresó: “La clase dominante va camino a una especie de autodestrucción y no sé si la gente la va a acompañar. Ellos tienen un discurso esencialmente privatizador. Quieren un mercado de trabajo más libre con pérdida de la base social y, con ello, han perdido capacidad de propuestas razonablemente articuladas y capacidad política.”
Estos últimos años tuvimos gobiernos en América Latina que se plantearon programas de transformación social y sin embargo parece no haberse plasmado en un real proceso de integración ¿qué pasó para usted?
El proceso de integración es un planteo que surgió de gobiernos que estaban en esa dirección, pero la derecha recibió muy mal eso, a pesar de que la integración sirve mucho a los empresarios. Es más un rechazo doctrinal e ideológico que una defensa a esos intereses. El capital norteamericano tiene una posición en nuestra sociedad muy poderosa, son parte de nuestra clase dominante a través de sus empresas, de sus inversiones y del sector financiero en el que consiguieron una libertad de movimiento muy fuerte. En estos últimos tres años se unieron en una política muy audaz de confrontación a una experiencia que tenía una base social muy buena y llegaron a desarticular, incluso, sus propios intereses económicos en post de una geopolítica mundial que preserve a Estados Unidos como la gran potencia mundial. Los hechos están destruyendo este proyecto y ellos responden con acciones que pierden mucho de racionalidad.
Estados Unidos prefiere siempre acuerdos como el Tratado del Pacífico...
Así es. Con esta propuesta de articulación asiática Estados Unidos buscó, desde el comienzo, concretar una integración económica, muy especial, cada uno con EE.UU:, pero no entre ellos y además sin China, una forma de combatirla. China es hoy el país que tiene la demanda más importante. ¿Cómo puede ser que ese grupo asiático que está vinculado a intereses de exportación se entregue a un proyecto de ese tipo? Es un proyecto en contra de ellos. Los chinos han sido muy hábiles y buscan otros mercados. Entonces ¿a dónde va todo ese proyecto? Es un proyecto anti-integración muy improvisado que no tiene una base sólida, por tanto, es un fracaso.
Usted abordó con profundidad el peso de la dominación extranjera para condicionar el desarrollo de los países y de una burguesía nacional. ¿Esos diferentes actores cómo pesan hoy en ese debate?
El caso de Odebretch es muy interesante porque pasó a ser un competidor en toda la región, además de África también, y ha ganado porque EE.UU. tiene un problema hace muchos años y es que abandonaron lo referente a infraestructura. Las empresas de ellos despreciaron mucho eso. Mientras tanto en América Latina, en Brasil muy particularmente, hubo cierto auge. Extrapolaron hacia el exterior y empezaron a hacer inversiones en África y Oriente Medio, mismo durante la dictadura. Este potencial fue demostrando en la práctica que permitía romper gran parte de la dependencia y generar otra dinámica. Pero esta burguesía no tenía condiciones políticas para llevar hasta las últimas consecuencias este potencial ideológico.
Hay una crisis de hegemonía en la región. Estados Unidos no está en condiciones de ofrecer a América Latina un proyecto de desarrollo y no tiene un poder tan colosal como lo fue en otros momentos. El potencial que representaba la confrontación con EE.UU. era muy grande, pero la sumisión de nuestra clase dominante a sus intereses, también.
Sin embargo la derecha va consolidándose en el continente ¿Cuáles son las virtudes y dificultades que observa desde un punto de vista dominante?
Es un proyecto claramente norteamericano. Demócratas y republicanos coinciden en que Estados Unidos padece una derrota o caída en el control de la economía a nivel mundial y que hay que garantizar esta hegemonía que construyó en la post guerra. EE.UU. tiene un grave problema, se está convirtiendo, de un país acreedor (prestador) del mundo, a un país deudor. El déficit fiscal y comercial va en aumento e inclusive, hay un proyecto de la clase dominante de EE.UU. de irse al exterior en busca de mano de obra barata y utilizarla para el mercado interno americano. Eso trae unas ciertas ventajas, poder comprar barato y tener mano de obra barata, pero en el mediano plazo trae endeudamiento. La deuda hoy está más alta que el PBI, aunque hagan una propaganda de recuperación del mercado interno.
¿Y con estos nuevos gobiernos de derecha tampoco ve un proyecto sólido?
Es que no veo un proyecto posible. Estados Unidos no se lo puede ofrecer a América Latina en estos momentos porque está con problemas internos colosales. Ellos tienen una deuda de más del 100 por ciento del PIB. Un país que debe más que su PBI no tiene dinero para la inversión. Puede hacer inversión con deuda o sacando recursos de nosotros para ellos, no trayendo recursos. Entonces lo que pueden presentar como proyecto de desarrollo de la región son políticas que inviabilizan el desarrollo y el crecimiento. Han desarrollado una burguesía financiera creciente pero que no invierte, invierte en crear más papeles y más ganancias. Es una política de atraso siendo que la región tiene un potencial de desarrollo muy grande.
¿Cómo observa este proceso en el caso Venezuela, un país con tensiones al interior del capital y con un gobierno al que se quieren derrocar?
Venezuela ha ampliado mucho un sector social que disfruta de la dimensión financiera que tiene el petróleo. Durante cuarenta años fue el mayor exportador de petróleo y pasados esos cuarenta años tenía una población en la miseria. El potencial de los recursos había sido apropiado por la pequeña burguesía. Esto explica incluso por qué la oposición en Venezuela sea tan agresiva. Es gente que los fines de semana iban a hacer sus compras en Miami. Ese sector sufrió mucho con la política de control directo del estado sobre estos recursos y el destino para los sectores populares. La clase media de repente se vio perdiendo capacidad de consumo. Esa gente se fue organizando y establece una alianza muy fuerte con EE.UU.
Y aún más, Chávez (Hugo) crea Petrocaribe donde no sólo garantizaba el petróleo a un precio determinado, que era de sustancial ayuda para ellos que no tienen fuerza directa de energía, sino que crea la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). Todos los países comprometidos en una unidad latinoamericana. Es un cambio muy sustancial y eso era intolerable para Estados Unidos.
¿Cómo juega en el proceso de integración (y desintegración) todo el movimiento geopolítico que genera la inmigración?
Es una desagregación del sistema mundial en su conjunto y esa desagregación tiene varias formas, una de ellas es la del caos. No hay un plan por detrás de eso, excepto cuando vas aproximando una idea nazista o fascista que tienen una solución que es echarlos. Bolsonaro (Jair) dice directamente: hay que matar. Desde el punto de vista del capital están creando un ejército de reserva que empieza a presionar incluso a los países centrales, es una mano de obra mucho más barata, mal educada políticamente y más dominada. Entonces interesa al gran capital desde ese punto de vista de funcionamiento de la economía, recuperar la tasa de explotación que había disminuido mucho en los años ´50, ´60 y ´70.
Al momento de realizar la entrevista Lula estaba libre y se perfilaba como candidato del Partido de los Trabajadores (PT) para las elecciones presidenciales de Brasil y el nombre de Jair Bolsonaro comenzaba a sonar, pero no con la fuerza que fue adquiriendo en los meses posteriores. Theotonio Dos Santos no llegó a ver triunfar a la derecha fascista en su querido país, no llegó a ver, tomándonos de sus propias palabras “la aceptación pasiva y cómplice del orden existente y de las formas de barbarie que (…) anuncia practicar mucho más violentamente en el futuro:”
- Editores de Motor Económico y Motor de Ideas.
Edición de la entrevista: Beatriz Chisleanschi
Fotos: Motor Económico
Agradecimiento:
Motor Económico agradece a la Lic. Silvia Laura Rodríguez por haber facilitado la concreción de la entrevista.
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