Medios y comunicación

Por Patricia Barral (*)

Comunicación federal sin egos ni porteñocentrismo ni patriarcado

**( Por Patricia Barral () ) El enunciado del título parece una obviedad con la que nadie puede disentir demasiado.Parece una fórmula matemática básica.Una idea a esta altura del debate público y político, que debiera estar saldada aunque sea a medias.

Pero no es así.

Y en este contexto de pandemia en donde la paralización de las economías pone en riesgo mayor a los más vulnerables, parecía esperable que los medios acompañaran los reclamos para que en semejante campo propicio los dueños de las billeteras no hagan y deshagan a su antojo. Pero no ocurrió. Las grandes empresas de comunicación están dejando ver que juegan para los intereses de los sectores del poder económico patriarcal y concentrado.

La aventura comunicacional

Las experiencias comunicacionales en el país reseñadas por quienes hace años las recorren para recopilarlas, para acompañarlas, para ayudarlas a crecer, para investigar sus gestiones y sus impactos en las diversas comunidades o regiones, muestran las profundísimas dificultades que atraviesan quienes quieren embarcarse en la “aventura” de hacer un medio de comunicación con impronta e identidad propia, situado (pensado y sentido) local o regionalmente, y sin copiar matrices de la comunicación hegemónica ni porteñocentrista.

Hace 10 años el debate riquísimo que antecedió a la aprobación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual puso en visibilidad una innumerable cantidad de situaciones que atraviesa la comunicación y la gestión de medios de comunicación -en todos sus formatos y todas sus variantes- en el país.

Esos debates y esa Ley le dieron forma institucional al trabajo de decenas de personas y organizaciones que vienen pensando la comunicación como algo esencial para el desarrollo de los pueblos. Una comunicación libre y emancipadora, donde el ejercicio del periodismo ético y responsable no sea un norte sino un camino permanente.

Paridad de género

Producto de aquellos espacios de debate y expansión de derechos, y de históricas militancias y luchas, en los últimos años más colectivos y colectivas lograron sumar en la agenda pública otros temas para la discusión. Por ejemplo la paridad de género en los medios de comunicación.

Los estudios realizados en ese campo indican la tremenda inequidad entre hombres, mujeres y diversidades sexuales a la hora de estar frente a un micrófono conduciendo un programa de radio o frente a una cámara de televisión. Y ni hablar de la propiedad de los medios o de los espacios de poder o responsabilidad (https://www.tiempoar.com.ar/nota/la-deuda-con-las-mujeres)

Hay algunos proyectos de ley que buscan terminar con esas inequidades. Sin embargo el problema aquí no es sólo numérico o cuantitativo. El problema es cualitativo, de repetición o no de matrices. Cuando se aprobaron los cupos de género en las listas para legisladores pasó algo similar: las mujeres de la política debieron reaprender a discutir,construir y ejercer el poder para escapar de las matrices patriarcales, e imponer agendas propias en espacios y tiempos propios.

Los medios de comunicación están prácticamente todos en manos de hombres, empresarios que además tienen otros negocios. No hay en el país mujeres dueñas de medios grandes o de impacto en las audiencias. Y esto tiene que ver con la historia de las mujeres que además tampoco son dueñas de los medios de producción. Vamos al grano, salvo excepciones de mujeres que en todo caso lo heredaron,los dueños del dinero son hombres.

Las mujeres que podemos contar experiencias en el ejercicio de algún cargo de responsabilidad en los medios, podemos hablar largamente de las dificultades muchas veces imposibles de resolver o tensiones muy difíciles de administrar, con las que nos encontramos cuando queremos escapar de esa matriz patriarcal para generar otra cosa. Aunque es muy alentador ver que hay hombres que están haciendo enormes esfuerzos por deconstruirse y cambiar actitudes, no son la mayoría aún y mucho menos son quienes tienen el poder económico en los medios. No hablamos de los más jóvenes, claro está.

También voy a ir al grano: o te tenés que hacer la boluda para que ellos no se ofendan. O tenés que ir despacito haciendo los cambios porque si no sienten que los querés borrar del mapa o les querés cambiar las reglas. O tenés que aceptar cosas, imposiciones (no hablo en este momento de intentos de abusos varios, pero podría hacerlo), para poder conservar el espacio, el cargo o el trabajo. O tenés que entrar a los machetazos y entonces agarrate Catalina con los calificativos que te esperan.

¿Ejemplos? Reclamar que en la radio (o la tele) haya voces (es decir personas que piensan y actúan) femeninas y masculinas distribuidas equitativamente en roles de conducción o columnistas políticas o económicas en segmentos horarios fuertes. Eso para algunos periodistas, comunicadores, locutores o propietarios de medios es como hablar en chino. Están acostumbrados a ser dueños, y las mujeres con suerte ocupan el lugar de segundonas.

Hay otros ejemplos que interpelan a los cultores de los paradigmas de la comunicación hegemónica y patriarcal que tristemente con los años también contagió en medidas variables a los medios del Interior de la Argentina que copian formatos o estéticas, y en el peor de los casos, retransmiten a radios porteñas.

Veamos esos ejemplos.

Pedir que en las listas de reproducción musical haya voces de hombres, mujeres y diversidades por partes iguales.

Pedir voces femeninas para las artísticas o siglas de identificaciónpara una emisora (¿notaron que tenemos el oído acostumbradísimo a esas voces masculinas potentes, graves yvoluminosas?) Pedir que no sólo haya voces de varones presentando temas musicales.

No al porteñocentrismo

Pero también hay variables que nos cruzan a hombres y mujeres: el porteñocentrismo y el ego. Por supuesto casi todes queremos tener grandes audiencias, pero si son nacionales mejor. Y en esa pretensión no importa si nos llevamos puesta la identidad cultural y la impronta de un territorio o una comunidad. “Yo quiero que me escuchen porque lo que tengo para decir es lo más importante”. Y lo peor es que en muchas, muchísimas personas en ese hermoso interior argentino, creen que sí, que lo que tienen para decir los porteños (sí, sobre todo varones) es lo más importante y hay que escucharles.

En este sentido hay bellas construcciones colectivas de trabajo en red donde dinstintas emisoras encuentran la manera de trabajar colaborativamente y se ponen de acuerdo para compartir contenidos de una o de otra en diferentes horarios. La Red de Medios del Oeste por caso, es una experiencia sobre la cual reflexionar y aprender.

En síntesis además de generar maneras eficientes y sostenibles en el tiempo para que los medios del Interior, los no hegemónicos y los del circuito no mercantilista puedan financiarse (lo que implicaría una estrategia de comunicación y medios por parte del Gobierno), podemos hacer otras cosas para ayudar a federalizar y que el hermoso Interior se desarrolle en todas sus capacidades, y les jóvenes no tengan que emigrar en busca de un destino a las grandes ciudades.

El contexto de pandemia nos pone en riesgo pero también nos está ofreciendo la oportunidad de hacer un país y un mundo más equilibrado. La frase repetida hasta el cansancio por el presidente Alberto Fernández no parece estar generando los títulos y las acciones necesarias.

De modo que harían muy bien los medios de comunicación porteños, y muy bien haríamos los y las periodistas, comunicadores y comunicadoras de los medios y espacios más privilegiados o mejor posicionados (y de cualquier color ideológico), en bajar un poco el ego y dejar de andar colonizando medios del interior con nuestras voces y actitudes porteñocentrista si de verdad queremos que el país se desarrolle. Algo que la Ley de Medios había previsto.

Dejemos de andar confundiendo tan convenientemente: acompañar no es invadir.

(*)Periodista y docente, ex directora de Radio Nacional.

···