Por Mario Diéguez
LOS MEDIOS Y LA REALIDAD
(Por Mario Diéguez) Los editoriales de los portales más leídos durante el fin de semana, coincidieron en la visión apocalíptica del futuro político y económico de la Argentina, a partir de operar periodísticamente sobre el presente que atravesamos.
En La Nación, por ejemplo, se habla de un Presidente -Alberto Fernández- a punto de capitular ante los embates de un sector, supuestamente radicalizado, de la coalición gobernante. A fin de sostener ese dislate, meten en la misma bolsa decisiones judiciales de dudoso fundamento, leyes votadas en el Congreso por inequívocas mayorias e improbables definiciones políticas como, por ejemplo, las que tienen que ver con la realización, o no, de las PASO en agosto venidero. Sumemos a eso, la aparición nocturna en un canal de cable del mismo grupo mediático, de un ex presidente (popularmente conocido como el «zabeca de Banfield»), que muy suelto de cuerpo y sin ponerse colorado espeta -ante la sonrisa cómplice de un periodista sospechado de haberse relacionado -¿altri tempi?- con lo peorcito de la inteligencia estatal-: «…el Presidente Alberto Fernández no está en su sano juicio».
A la vez, leíamos en Infobae que la alta inflación y la falta de inversión por la sobrecarga impositiva, complicaban el futuro económico del país y que ni siquiera la aplicación de la vacuna -con su consecuente implicancia en la normalización paulatina de la actividad-, iba a incidir en la recuperación de los sectores productivos del país. O sea: la prensa hegemónica, durante el fin de semana largo, no sólo se ocupó de intentar sembrar discordia entre quienes integran el gobierno del Frente de Todos, sino que además, se dedicó a esparcir desesperanza en una sociedad que aún así, apuesta a la recuperación, lenta pero segura, de un país devastado por cuatro años de macrismo y la posterior pandemia, que arrasó con la economía mundial.
Aclarando que no tengo absolutamente nada que ver con un supuesto noble inglés llamado Jack, voy a tratar de ir por partes. Las decisiones de la Suprema Corte de Justicia, no resisten el menor análisis. Sin ser profesional del Derecho, aplicando sólo el sentido común, cualquier ciudadano puede arribar a la misma conclusión. Hay que cambiarla? De una, como dicen los pibes. Ya lo hizo Néstor en su oportunidad. No podemos seguir sosteniendo una CSJ presidida por Héctor Magneto a través de un ¿ex? empleado suyo, que fue puesto allí para que no se hurgue en el modo en que se apropiaron de Papel Prensa, para vengarse de quien les birló el obsceno negociado de las AFJP y para institucionalizar el Lowfare pergeñado por la famosa mesa judicial del macrismo, pergeñada en su momento al sólo efecto de perseguir opositores. Muchos de ellos permanecen, aún hoy, en calidad de presos políticos.
Del Congreso, salieron leyes promovidas por el oficialismo, que indudablemente incomodan a la oposición política, económica y mediática. El aporte de las grandes fortunas, la que limita la posibilidad de hacer negocios con tierras incendiadas y la que estipula un cálculo de los haberes jubilatorios y una movilidad trimestral de los mismos, son un ejemplo de ello. Lo mismo la ley que modifica las mayorías necesarias para elegir el Procurador. La prensa hegemónica ve en todo esto una feroz interna en la coalición gobernante, cuando en realidad se trata de armonizar intereses con el fin de beneficiar a la mayor cantidad de gente posible.
La discusión por la realización o no de las PASO. Respecto esto, hay intereses imbricados entre oficialistas y opositores con responsabilidades de gestión. Lo mismo ocurre con la reelección indefinida de los intendentes en la Provincia de Buenos Aires. Todo esto, en el contexto de las elecciones de medio término a llevarse a cabo en 2021. Mi intuición, me dice que más allá de las posiciones disímiles a veces, propias de una coalición, va a primar la necesidad del oficialismo de priorizar la unidad. El gobierno necesita imperiosamente lograr mayoría propia en la Cámara de Diputados y va a hacer todo lo posible por alcanzarla. Ese objetivo, se hagan o no las PASO, se logrará si en el año que se inicia, se normaliza la situación económica, fundamentalmente, de los sectores más vulnerables, donde reside la fortaleza electoral del Frente de Todos.
Los números de la pobreza en Argentina, son alarmantes. Mas de del 40% de la población en esa situación, es insostenible. Eso debe revertirse en el menor plazo posible. Las modificaciones introducidas por el Senado en el tema previsional, es una buena señal. Ante la gravedad del problema económico, un gobierno popular no puede privilegiar restricciones fiscales, ni siquiera en medio de una negociación difícil con el FMI. Para paliar la situación social, hay una interesante batería de medidas, aunque la desaparición del IFE es una nota discordante, oportunamente marcada por varios dirigentes de organizaciones sociales. Coincido con varios funcionarios de Desarrollo Social, en que el principal ordenador es el trabajo y hacia allí se apunta. Para ello, hacen falta inversiones tanto públicas, como privadas. Pero qué pasa con las inversiones?
El Presupuesto 2021 prevé un importante crecimiento de la inversión pública a través de obras de infraestructura que incluyen vivienda, lo cual es una cuenta pendiente desde el punto de vista social. Pero a pesar de que no aparece en ningún medio de los que se dicen «importantes», la inversión privada también es una realidad. Incipiente, pero realidad al fin. Si hay posibilidades de negocios, los empresarios en serio, no reparan en la minucia de un aporte insignificante para sus patrimonios. Aporte, no impuesto. Prueba de ello son la participación de capitales chinos en la construcción de rutas en la Provincia de Buenos Aires, las inversiones del mismo orígen en el negocio agroexportador a través de su controlada Syngenta o el anuncio de Corven Motors respecto de comenzar con la fabricación de motos Kawasaki, mediante la inyección de una importante cantidad de dólares. Son sólo algunos ejemplos, pero que demuestran que las inversiones llegan. Ahora esperemos que llegue el empleo.
Ultimo tema la inflación, que es la verdadera fábrica de pobres. Controlar la cadena de valor, es una asignatura pendiente. Y las herramientas están. Sólo falta usarlas -que no es poco-, aunque eso signifique entrar en conflicto con intereses que no son menores. Pero hay que hacerlo. Es indispensable.
Fuente: datapoliticayeconomica.com.ar
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