Por Daniel Moreira
Bajar salarios: la IDEA fija
(Por Daniel Moreira (Especial para Motor Económico)) “Cambio cultural: soy yo y es ahora”: el lema de la edición número 54 del Coloquio de IDEA parece hablar por sí solo.
“Soy yo”. En medio de una cumbre empresarial, una consigna que apela a sujetos individuales que sólo miran su ombligo mientras poco importa si el mundo se cae a pedazos mientras no sea “su” mundo; “su” empresa; “sus” intereses.
Al margen del eslogan, no es ninguna una novedad que desde siempre se abren y se abrieron las aguas en la órbita empresarial de nuestro país. Por un lado, los grandes empresarios que sólo intentan maximizar ganancias a cualquier costo. Por otro, estamos los pymes, las cooperativas, las empresas recuperadas, los pequeños productores, para quienes “a cualquier costo” no existe en nuestro diccionario. Principalmente, porque primero siempre estará la patria, como dijo alguien que de producción sabía bastante, alguna vez.
Quizá sea porque generamos el 80 por ciento de la mano de obra en el país que nos sentimos protagonistas del entramado productivo nacional. Y por eso nos enorgullece estar de este lado de las aguas.
Lo paradójico del caso es ver cómo en esta misma jornada que años atrás aglutinaba las fichas del círculo rojo en la ruleta previa de una contienda electoral hoy impera la palabra “desencanto”, justo en la misma semana que se conoció que, según el Indec, la actividad industrial cayó 5,6 por ciento en agosto frente al mismo mes del año pasado.
Las empresas del capital concentrado que participan de este coloquio no miran -nunca lo hicieron- más allá de sus bolsillos. Si en el camino deben quedar miles de compatriotas, les da igual: ellos siempre “ganan”.
Se benefician con un modelo como el actual, de especulación financiera y salarios a la baja, porque exportan con un dólar “competitivo”. Porque gracias a que este Gobierno les es afín estatizan sus deudas. Y porque cuando la planilla de Excel empieza a darles en rojo arremeten nuevamente con la baja de costos, vía salarios.
El propio ministro de Producción (y ahora también de Trabajo), Dante Sica, fue el encargado de elevar el pedido de los grandes empresarios en el evento. Con una amenaza velada, el funcionario sostuvo que espera que la sociedad tenga “la madurez suficiente para poder discutir la reforma laboral el año próximo”. “Sino vamos a estar generando mayor desempleo", advirtió, con su habitual cuota de cinismo.
Ahí está otra vez: el fantasma del desempleo acechante; los ejércitos de reserva listos para enfrentar, una vez más, argentinos vs argentinos. Pobres vs pobres. Una batalla que beneficia a unos pocos.
Ante este panorama crítico, una de las tareas pendientes que tenemos es resignificar el concepto de burguesía y forjar una burguesía nacional que incluya y distribuya riqueza, como la que soñó José Ber Gelbard.
Esa burguesía existe: somos muchos los pymes comprometidos con el desarrollo inclusivo, que nos sentimos aliados de los trabajadores. Lo que cuesta es organizarse, juntarse. Y lo que hace falta es, primero, decisión política y, luego, políticas de Estado que colaboren con ese proceso.
Algo que quizá no vieron los empresarios del círculo rojo es que ellos también se beneficiaron con un modelo económico de inclusión, con un modelo “populista”. Porque -aunque a muchos no nos guste- formaron precios, tuvieron poca o nula competencia en ciertas áreas y sacaron sus grandes ganancias a partir del consumo del trabajador. Pero no se bancaron las paritarias. No se bancaron la redistribución del ingreso. No se bancaron que el que tenía menos ascienda social y económicamente.
Siendo sinceros, me pregunto: ¿Todos los empresarios queremos ganar dinero? Sí. La diferencia es que algunos lo hacen a costa de la sangre del pueblo, y otros no. Algunos tienen la IDEA fija: llenar sus arcas obscenamente y oponerse a todo intento de un Estado que los regule: cueste lo cueste y caiga quien caiga.
- Presidente de Asociación Pyme y Referente del Frente Productivo
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