Motor Pymes

Por Damián Regalini

La política es el camino para lograr una industria competitiva

El empresario textil Pyme, Damián Regalini realiza en su nota escrita para Motor de Ideas #TresAñosNeoliberales, un análisis de situación de la pequeña industria en Argentina teniendo en cuenta el contexto internacional y destaca la importancia de "la" política para el desarrollo de la industria nacional

(Por Damián Regalini (Especial para Motor de Ideas)) La historia y la actualidad del mundo están repletas de evidencias que demuestran que la economía de “libre mercado” solo es un argumento útil que emplean aquellas naciones o corporaciones con la necesidad de que sus intereses y sus negocios tengan vía libre para instalarse en las distintas economías nacionales. De hecho, aquellos países que reclaman “libre mercado” para sus producciones suelen ser proteccionistas puertas adentro, o bien lo han sido durante el tiempo suficiente como para obtener la gimnasia de salir a competir y ganar. Solo puede reproducir este mito de la libertad de los mercados quienes ignoran la práctica de los negocios porque nunca han salido de una universidad, o quienes, por diversas razones, son funcionales a aquellos que necesitan de ese argumento para imponer sus intereses.

Los industriales argentinos debemos entender que esta falacia económica nos perjudica mucho y que, en paralelo con nuestra misión de ser día a día más competitivos en nuestras fábricas, debemos emprender la tarea de transmitir con claridad a la sociedad argentina cuáles son las políticas que van permitir nuestro crecimiento y el desarrollo de toda la nación. Ante todo, hay que reconocer, sin ponernos colorados, que la industria argentina es un jugador perdedor en el juego del supuesto “libre mercado”, y que sin un Estado que administre el comercio exterior en forma inteligente y le ponga límites a las corporaciones financieras y energéticas nunca nos vamos a desarrollar. De hecho, a lo largo de la historia los países que han desarrollado sus industrias, y hoy son grandes potencias industriales, nos muestran cual es el camino. El prócer norteamericano Alexander Hamilton advirtió en el año 1789 que “las industrias nacientes como la estadounidense debe ser protegida y cuidada por el gobierno hasta poder valerse por sí sola”. Su visión y la de otros norteamericanos que pedían un desarrollo industrial con protección y amparo estatal triunfó y hoy los Estados Unidos son la potencia que conocemos.

En estos tres años de gobierno, las políticas económicas del macrismo nos están dando una verdadera lección de los daños que podemos sufrir los industriales argentinos bajo una administración estatal cooptada por las corporaciones energéticas, financieras e importadoras. Los puestos clave del gobierno de Cambiemos han sido ocupados por ex funcionarios de estos sectores, y tanto los 100.000 puestos de trabajo perdidos en el sector manufacturero, como el derrumbe de la utilización de la capacidad instalada de la industria, tienen su explicación en el diseño de las políticas económicas de estos personajes. Al inicio del gobierno de Cambiemos un estudio del centro de estudios de la CTA en conjunto con FLACSO exhibió el desembarco de estos sectores en el estado.

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FUENTE: Cifra, en conjunto con el área de Economía y Tecnología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso, sede Argentina),

Las amenazas externas de competir en un “mercado libre”

Para los industriales nacionales competir de frente y sin reparos contra las industrias de países desarrollados es imposible. Y los motivos son varios: tenemos una estructura impositiva altísima y pésima para la concreción de grandes proyectos de inversión productiva, muchas de las llamadas “economías emergentes” con las cuales nuestras industrias compiten, se valen de mano de obra semi esclava y por lo tanto muy barata; las naciones desarrolladas cuentan con empresas súper tecnologizadas y eficientes que adquieren su poder gracias al apoyo, el subsidio y la protección de sus gobiernos. La industria argentina carece de infraestructura básica, y en varios sectores hay ausencia de eslabones productivos que puedan garantizar una competitiva y económica oferta de insumos para la producción. Es cierto que existen sectores y grandes empresas en Argentina que pueden competir de igual a igual, incluso con los grandes monstruos internacionales. Pero son casos de éxito aislado que constituyen un orgullo que no debe confundirnos.

La acelerada y reciente aparición del fenómeno de China convertida en la factoría mundial requiere de una formulación inmediata de políticas de protección y de administración de la sobre-oferta del monstruo asiático que puja con una inmensa fuerza por ingresar en los mercados mundiales. Lo que se dio en llamar “guerra comercial” tiene que ver con este fenómeno y con la reacción de aquellas naciones poderosas que saben que la lógica del “libre mercado” terminará con el monstruo chino arrasando sus economías y los puestos de trabajo de sus naciones. Hoy más que nunca, existe un clima de época favorable para el desarrollo de políticas económicas que protejan a las industrias locales y los argentinos debemos aprovecharlo. Las políticas proteccionistas de Trump y la clara tendencia de los países integrantes del G20 hablan al respecto. Un informe reciente (noviembre de 2018) de la Organización Mundial del Comercio (OMC) relevó que las 20 mayores economías del mundo (G20) aumentaron las medidas de restricción del comercio. El informe, que abarca un periodo de observación que va de mediados de mayo y hasta mediados de octubre de este año, encontró que los países aplicaron 44 nuevas medidas “proteccionistas”, con un valor total de 481 mil millones de dólares.

Las amenazas internas de competir en un “mercado libre”

Un argumento “liberal” y monetarista utilizado por los técnicos del gobierno de Cambiemos ha arrojado como resultado un diagnóstico claro sobre la economía argentina: el gran problema es la inflación, y la solución es el manejo de la tasa de interés bancaria. Por supuesto, que tanto el diagnóstico como la supuesta solución no solo son falaces e inútiles, sino que tienen un beneficiario excluyente: el sector financiero que obtiene ganancias récords a nivel internacional (ver gráfico de rentabilidades bancarias).

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El resultado es clarísimo: hiperinflación, ganancias millonarias para los bancos, tasas de interés usureras y pornográficas y destrucción de los negocios productivos en la Argentina. En síntesis: bancos ricos e industrias pobres. En una economía normal, se supone que los bancos son un accesorio al servicio de los negocios, pero en la Argentina de Cambiemos se terminaron convirtiendo en el centro de la economía nacional.

El caso del sector energético ha sido similar: argumentación liberal y contraria a la intervención estatal en el sector que se tradujeron en políticas con los mismos ganadores y perdedores. Las corporaciones energéticas con pingües ganancias y la industria argentina con la mitad de su maquinaria sin funcionar.

El camino a la competitividad es la política

La discusión sobre la necesidad o no de una industria nacional no puede volverse a repetir en la Argentina. No existe en nuestro país un sector en la economía capaz de darle trabajo a la mayoría de los argentinos y con la capacidad de sacar de la pobreza a nuestros compatriotas que sufren ese flagelo, que no sea el sector industrial. Los industriales argentinos tenemos esa gran ventaja y debemos saber aprovecharla. Pero para eso es necesario que dejemos de repetir el argumento de quienes son el principal enemigo de nuestro desarrollo. El liberalismo económico no solo es un gran mito, sino que es contrario a los intereses de la industria nacional. Nuestra misión es ser competitivos y crecer, pero para eso tenemos que trabajar tanto dentro como fuera de nuestras fábricas. No seremos competitivos solamente mejorando nuestros procesos productivos, capacitándonos e invirtiendo en tecnología. Tenemos que trabajar en forjar una identidad industrial, económica y política. Sin una fuerza política con capacidad de tomar el estado y generar las condiciones para nuestro desarrollo, nuestra tecnología y nuestras inversiones nunca serán aprovechadas en su máximo potencial.

  • Empresario textil. Vicepresidente de la Cámara Argentina de fabricantes de medias. Dirigente de la Fundación Pro-Tejer

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