Opinión

Ana María Ramb

#8M: Mujeres en el Bosque de la Globalización Neoliberal

(Por Ana María Ramb) (Especial para Motor) Es sombrío e intrincado el Bosque de la Globalización Neoliberal, pero las mujeres, que hace rato venimos marchando, lo atravesamos a pie firme, cada vez más unidas y empoderadas. Ocurre que hemos acumulado mucha subjetividad –memoria de estrategias de sobrevivencia, propias y de nuestras madres y abuelas, sometidas o rebeldes, y por esto, tildadas de locas o brujas; más la carga de cicatrices y algunas heridas abiertas todavía, y un monto intangible de sacrificios y renunciamientos nunca reconocidos. Y con ese bagaje hemos tejido una “estructura de sentimiento”, que no tiene que ver con el sentido común o la conciencia oficial, ni con los manuales que reglaban el comportamiento y hasta la vida de jóvenes “formales” y señoras “decentes” (jamás deseantes). Y con tanta subjetividad acumulada, a esta hora marcamos algo así como el tono, la pulsión, el latido de esta época. Pero, ¿cómo fue que nos metimos en este bosque? En realidad, nos metieron. Hagamos un poco de historia.

En 1944, en plena vigencia del Estado de Bienestar, Karl Polanyi lanzó una declaración que podía ser profética: “Permitir al mecanismo del mercado ser el único director del destino de los seres humanos y de su medio ambiente natural, resultaría en la demolición de la sociedad”. Si tal demolición no se ha concretado del todo todavía, no es porque le falte prepotencia al sistema basado en la ley de la oferta y la demanda, la plusvalía, la explotación, el saqueo y la devastación. La relectura del Capítulo 2, tomo II de El Capital, a cuyo autor rendiremos merecido homenaje el próximo 5 de mayo, cuando se cumpla el bicentenario de su nacimiento , ayuda a entender el funesto vaticinio de Polanyi(II) , quien lejos de ser gurú, fue antropólogo y se atrevió a escribir –curiosamente, gracias a una beca Rockefeller–, el libro La gran transformación. Crítica del liberalismo económico. (III)

También el concepto marxista de la fetichización de la mercancía y las relaciones humanas resulta útil para prever los alcances del neoliberalismo. En su discurso pronunciado en 1992 (IV) , Fidel Castro interpeló a la comunidad internacional para tomar conciencia de los procesos destructivos que el modelo dispara contra las condiciones naturales de vida en el planeta e, incluso, contra la supervivencia del ser humano como especie. El papa Francisco contribuyó al debate sobre el cambio climático y la pobreza con su primera encíclica: Laudato Si, del 18-06-2015.

¿El “fin de la historia”?

El Estado de Bienestar inspirado en el keynesianismo, aplicado en los EEUU como solución a la gran crisis del año 29, y expandido fuera de sus fronteras para contrarrestar la influencia de la Unión Soviética y el ideario comunista, enfrentaba ya dificultades a fines de los años 60, y quedaría quedó desmantelado en 1973, cuando estalló la crisis del petróleo y los ideólogos neoliberales le atribuyeron sus causas. A partir de ahí, las posturas “neo” comenzaron a ganar terreno y, en andanada, a derrocar gobiernos democráticos en Latinoamérica, mediante el patrocinio de dictaduras. Pero en el 75 en Asia, fueron desbaratadas por el triunfo popular de la República Socialista de Vietnam.

El 25 de diciembre de 1991, el paradigma capitalista encontró en su árbol de Navidad el regalo más soñado: la implosión del bloque socialista liderado por la URSS. Convengamos que el poder del Gran Capital había hecho sus contribuciones al esperado desplome –sobre todo a lo largo de la Guerra Fría–, pero el caso es que se le presentó el campo orégano para expandirse sin límite de fronteras. Quiso imponer un Nuevo Orden Mundial, unipolar y hegemónico, y fulgurar como estrella solitaria. Anunciaba, como recuerda Álvaro García Linera, “el advenimiento del libre comercio y la globalización como la inevitable redención de la humanidad”(V). Es que la globalización económica está en el ADN del capitalismo. Iniciada cinco siglos atrás con el descubrimiento y conquista de América, dio un salto vertiginoso entre los 80 y 90 del siglo XX. Así, bajo la economía de mercado, conviven la libre circulación y radicación de capitales y empresas (¡aunque no de personas!) en cualquier sitio del mundo, la jibarización del Estado-Nación (contrapartida del desmantelamiento del Estado de Bienestar), y la homogeneización ideológica y cultural de todos los hombres y mujeres del mundo. Es decir, El fin de la Historia propuesto por Francis Fukuyama. Ésta es la versión neoliberal de la globalización. Que, montada en una revolución tecnológica sin precedentes en la microelectrónica, la informática, el transporte, la comunicación y la biotecnología, pretende imprimir un determinismo económico, cuyo mensaje más reactivo es que se trata de un proceso histórico “inevitable e irreversible”.

Aventuras y desventuras en el Bosque Globalizado

Intentamos trazar en pocas pinceladas el bosque de la globalización, donde el neoliberalismo ejerce su poder y los árboles no nacen desde el pie, nacen de la copa-cúpula. Al apropiarse del costado benéfico de la globalización: la generación, asimilación y disfrute del progreso técnico por parte de los pueblos, la distribuyó de manera asimétrica entre los distintos países del sistema global. Entre los más perjudicados están los que conforman América Latina, zona donde se profundizan los severos desequilibrios macroeconómicos, la dependencia del financiamiento internacional, los privilegios y el autoritarismo. ¿Cómo se mueven, cómo viven las mujeres en el intrincado bosque que el neoliberalismo globalizado implantó en Nuestra América, la región más injusta del mundo, con la mayor la concentración del ingreso y la riqueza en manos de una minoría? Han venido haciendo lo que pueden y saben. Pero actualmente van (vamos) por más.

El colectivo de las mujeres no es uniforme. Es plural y diverso, porque nuestras vidas están atravesadas por múltiples factores históricos, sociales, políticos, económicos y culturales. Pero, tanto la construcción cultural del género como la pertenencia a una misma clase social, suelen reunirnos en problemáticas y trincheras compartidas. La más heroica trinchera está donde enfrentamos la complicidad del dúo capitalismo-patriarcado, oculta (aunque hoy no tanto) en la espesura de la globalización, donde ambos socios renuevan en nuevos términos su pacto histórico e interclasista.

La filósofa Celia Amorós(VI) , referente del feminismo de la igualdad, es categórica: “La globalización neoliberal ha sido nefasta para las mujeres”. Seguidamente, identifica los Programas de Ajuste Estructural (PAE) como el principal instrumento de las políticas económicas neoliberales. Diseñados en general por los gobiernos de cada país, en realidad los PAE responden a los dictados de instituciones supranacionales, como el FMI y el BM, especializados en imponer a los gobiernos bajar sus banderas independentistas para aplicar duras políticas. De ese modo, se negociarán nuevos préstamos y nuevas condiciones de pago, y quedarán bien amarrados los lazos de dependencia. El pretexto de esos programas es promocionar la “competitividad” de las economías estatales, que en otras palabras significa aplicar drásticas reducciones en los programas sociales y el recorte del gasto público. Primeros damnificados: mujeres, niños y ancianos/as.

Para la socióloga y economista Saskia Sassen (VII), quien vivió sus primeros años en la Argentina, “el número de personas que trabajan en modalidades contemporáneas de esclavitud ha crecido enormemente y hay falta de vergüenza”. En su libro Contrageografías de la globalización. Género y ciudadanía en los circuitos transfronterrizos(VIII), afirma Sassen que los recortes de las políticas sociales, sumados al desempleo, suelen producir efectos catastróficos, sobre todo en los países más pobres, donde imponen obstáculos al acceso a la salud y la nutrición a aquellos sectores de la población que menos recursos tienen, y que, en su mayoría, suelen ser mujeres y niñas y niños. Cuando los recortes sociales se realizan en países altamente endeudados y con marcados niveles de pobreza, estamos ante un fenómeno que tiene efectos similares a lo que Sassen ve como una forma de “genocidio económico”. Las corporaciones a las que alude Amorós tienen, según Sassen, una responsabilidad indirecta en la “desaparición” de individuos que tienen una inserción débil y precaria en sus empobrecidas sociedades. Recordemos que los PAE comenzaron a adoptarse a principios de los años 80 y retornan en el siglo XXI con vigor, cuando una restauración conservadora se empecina en congelar y/o demoler los logros de una década de gobiernos progresistas en América Latina.

Es preciso recordar que, en medio de la devastación que la crisis de 2001 produjo en la Argentina, las mujeres de los barrios más castigados se pusieron al frente para enfrentar con creatividad las desgarraduras que les presentaba la vida cotidiana, el desaliento de los hombres –acostumbrados a su rol de proveedores exclusivos del hogar–, el hambre de los hijos. Esas mujeres se negaron a seguir hurgando entre los huesos de la resignación, y se pusieron al frente de los reclamos y organizaron piquetes que dijeron al neoliberalismo galopante: “Estamos aquí, estamos vivos, y queremos seguir viviendo. Que no se nos mueran los chicos. Tenemos derecho a vivir el presente y a pensar y decidir el mañana”. Exigieron planes sociales, organizaron comedores populares, armaron centros culturales.

Si las mujeres contaran…

En 1970, Ester Boserup(IX) dio a conocer Rol de la Mujer en el Desarrollo Económico(X) , primer examen sistemático de los efectos de las crisis macroeconómicas, las políticas neoliberales y las fuerzas de la globalización que, bajo las estrategias de esas políticas, se descargan sobre el género mujer. En 1988, Marilyn Waring(XI) publicó Si las mujeres contaran. Una nueva Economía Feminista(XII) : una crítica innovadora sobre el lucro que obtiene el capitalismo del trabajo no remunerado e invisibilizado de las mujeres. Allí Waring lanza, además, un alerta sobre los atropellos que soporta la sustentabilidad ecológica.

En 2005, el periódico digital Mujeres en Red publicó una nota de la filósofa Rosa Cobo(XIII) , quien amplía la temática desde la Economía Feminista. En la misma nota otra académica, Lourdes Benería (XIV), señala que, para construir el modelo neoliberal de estos tiempos, gobiernos nacionales e instituciones internacionales han usado “mano dura”, y la imponen verticalmente y sin un verdadero proceso democrático de discusión entre las partes afectadas. El objetivo es obvio: facilitar la libre circulación de los mercados, sin obligaciones de ningún tipo; la aplicación de cortes en los presupuestos gubernamentales y de programas de privatización; la liberalización del comercio y el debilitamiento de los controles a la inversión extranjera, entre otras medidas: un breve (e incompleto) inventario que quizá resulte familiar a lectoras y lectores argentinos, y en el que incluimos la propagación del desempleo y la “flexibilización” laboral. El modelo impuesto heredó la ya tradicional desigualdad en los salarios para un mismo empleo, y profundizó la brecha; en la Argentina, a las mujeres se les pagan salarios con un 30% menos que los percibidos por los varones para la misma tarea.

“La fatiga de los materiales”

Cierto es que, a causa de la globalización económica, en casi todas las regiones del mundo las mujeres aumentaron su contribución en el mundo del trabajo remunerado. Pero bajo las políticas neoliberales, el mercado requiere individuos flexibles, mal pagados, dispuestos a aceptar empleos inestables –en lugar de puestos fijos–; personas que sean capaces de adaptarse a cambios rápidos, a horarios irregulares, parciales, rotativos o excesivos, con frecuencia subcontratadas por empresas “tercierizadas”, a quienes se pueda despedir con toda facilidad, ¡y ni hablar de indemnización o reconocimiento alguno! En este perfil de trabajadores están, mayoritariamente, las mujeres.

En ingeniería se habla de “la fatiga de materiales”, fenómeno reconocido desde la antigüedad, pero que se analizó con mayor interés al comenzar la Revolución Industrial. Se trata del proceso por el cual se produce la rotura de los materiales bajo cargas dinámicas cíclicas, más fácilmente que con cargas estáticas. No es descolgada la metáfora que inspiró esta pregunta: ¿cuánto se adelantarán los procesos de crisis de salud y de supervivencia en los organismos de las trabajadoras expuestas por años a las cargas cíclicas de sobreexplotación? ¿A quién le preocupa la fatiga de esos cuerpos?

A esta altura, está bastante extendida esta afirmación: la pobreza tiene género; la pobreza es mujer. Se sabe que, entre tantos efectos asociados a la globalización, figura la multiplicación del trabajo informal, siempre mal pagado y sin derechos laborales reconocidos (antes bien, conculcados). Son las mujeres quienes ocupan la franja mayoritaria de esos empleos. Las investigaciones de la economía feminista sobre globalización revelan que se aplica inexorablemente la variable de género a los procesos sociales que la globalización neoliberal produce. El retiro del Estado en políticas sociales, sumado al desempleo y el auge de la economía informal, redunda en el aumento del trabajo gratuito de las mujeres en el hogar (y también fuera de él), sobre todo en las tareas del cuidado. Que las mujeres se encarguen de cuidar criaturas y personas mayores de forma no remunerada, implica para el Estado neoliberal un importante ahorro en gastos de salud y asistencia. Por otra parte, cuando una mujer emigra países más desarrollados para cuidar a personas dependientes, en su país de origen otra mujer cuidará a sus niños; ¿hace falta describir los pesares de la lejanía y el extrañamiento en madres e hijos?

Poco se habla de que es mayoritaria la participación femenina entre quienes trabajan en las maquilas de México y Centroamérica, o en los talleres clandestinos de confección de ropa en la Argentina, cuya dotación de trabajadores en condiciones de casi esclavitud es aportada por traficantes, que suelen reclutar trabajadores en los países vecinos. ¿Y cómo entender las migraciones vinculadas a la prostitución, también manejadas por traficantes? Ambos tipos de tráfico de personas se incrementaron impunemente desde los años 90.

La “industria del sexo”

Habla Rosa Cobo sobre la trata de mujeres con fines de explotación sexual:

La sexualidad, y el cuerpo de las mujeres, es una mercancía en la industria del sexo. Son tratadas como objetos, como mercancías, tanto para la industria del sexo, como para los proxenetas y puteros. . Las mujeres en prostitución son el centro del negocio que ocupa el tercer lugar en términos de beneficios a escala global de todas las economías ilegales [detrás de los tráficos de armas y drogas].

La explotación de mujeres sometidas a la prostitución mueve anualmente millones de dólares y euros. Las víctimas de esta trata son captadas por anuncios embaucadores que se publican en Internet y/o en medios gráficos –que pueden ser prestigiosos e, incluso, “tradicionales”–, en los que ofrecen empleos legales con sueldos muy atractivos para muchachas que no encuentran oportunidades en el mercado local del empleo. La gama prometida es amplia: secretarias y azafatas, cuidadoras de niños, enfermos y ancianos en hogares decorosos y pudientes. Los gobiernos de los países donde viven esas jóvenes suelen estar distraídos y no interfieren con la exportación de mujeres, porque una red de funcionarios recauda generosas dádivas que van a las arcas del gobierno, previo descuento de la usual comisión por “servicios prestados”. Así, bajan las tasas oficiales de pobreza y se intenta enganchar al país con la economía global. En cuanto a la prostitución autóctona de mujeres que eligen ejercerla, Rosa Cobo asegura que, en un Estado de Bienestar, esa actividad casi desaparece.

Lohana Berkins(XVI) , pionera argentina en la lucha por la identidad y los derechos del colectivo transgénero y, a la vez, reconocida feminista, advierte que también las travestis son explotadas:

Somos condenadas a la prostitución como única forma de supervivencia. En este contexto, el eje principal que promueve el abolicionismo tiene que ver con que el Estado genere políticas claras para la erradicación de la prostitución. Por otra parte, también señalamos la importancia de no criminalizar bajo ningún punto de vista a las personas en situación de prostitución. En definitiva, exigimos que el Estado intervenga para terminar con aquellas condiciones estructurales que históricamente han permitido que exista la prostitución, genere políticas públicas que nos incluyan y quite cualquier cebo de autoritarismo y control hacia las compañeras en situación de prostitución. (XVII)

Los facinerosos que viven de la “industria” del sexo” pueden atravesar impunemente toda frontera. En lugar de levantar muros para impedir el ingreso de trabajadores inmigrantes en su país, los EEUU, el presidente Donald Trump tendría que aplicar políticas preventivas para impedir que penetre en México el “turismo sexual” que, desde los estados sureños de los EEUU, programan las asociaciones proxenetas. Con la vigencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994, entraron en auge las maquiladoras, empresas en su gran mayoría yanquis, que contratan mano de obra local, más barata y competitiva; las mexicanas que trabajan en las maquilas ganan una sexta parte de lo que se paga en EEUU. Muchas jóvenes y sus familias de escasos recursos migraron a ciudades de frontera en busca de mejores oportunidades laborales. Lo que encuentran es la sobreexplotación. Según la socióloga Julia Monárrez Fragoso, “las prácticas de la industria maquiladora revelan un ciclo de consumo-desecho hacia los trabajadores”, creando una concepción de “mujeres ‘descartables’ en el trabajo, de naturaleza devaluada y prescindible”. (XVIII)

Ciudad Juárez se encuentra en el estado mexicano de Chihuahua, a pocos kilómetros de El Paso, Texas. Al multiplicarse las maquilas, tuvo un crecimiento demográfico en su área metropolitana y un notable aumento de la actividad criminal: tráfico de drogas y femicidios. En su mayoría, las víctimas son mujeres jóvenes y adolescentes entre 15 y 25 años de edad que, para trabajar, han tenido que abandonar sus estudios. A menudo, son secuestradas cuando van o vuelven del trabajo, atravesando oscuras zonas de riesgo, porque no hay otras vías con seguridad comunal. Muchas de ellas permanecen desaparecidas. En los cadáveres encontrados, hay marcas de violación y tortura. El 77% de los asesinatos quedan impunes; en el Bosque de la Globalización Neoliberal, los lobos –proxenetas-asesinos y sus clientes– andan sueltos. Ante la baja protección institucional, la inacción de la policía y el Gobierno para prevenir los asesinatos y llevar a los delincuentes ante la justicia, las madres y familiares de las víctimas se nuclean en organizaciones sociales, defensoras de los derechos humanos.

#NiUnaMenos! y el 8 de Marzo

En 1995, la mexicana Susana Chávez(XIX) , escritora y militante por los derechos humanos, escribió en un poema la frase Ni una muerta más, como protesta ante los femicidios perpetrados en Ciudad Juárez. En 2011, la asesinaron por ser mujer. También en la Argentina, sin ser las únicas, son mayoría las mujeres que, en la franja de edad entre los 15 y 25 años, resultan las víctimas preferidas de los femicidas. El 3 de junio de 2015, miles y miles de personas de distintos géneros y edades, familias enteras y organizaciones sociales y políticas salieron a la calle en Buenos Aires y otras ciudades del país al vibrante grito de Ni Una Menos. Desde entonces, el hashtag se apoderó de las redes para convertirse en clamor de multitudes. La violencia machista, que había cursado naturalizada en nuestra sociedad, fue un tema difundido en hogares, escuelas, lugares de trabajo, medios de comunicación.

El 3 de junio de 2016, hubo otra marcha de más de 200 mil personas, con énfasis en la erradicación de todo acto de violencia sobre las mujeres: violencia física, verbal, psicológica, obstétrica, económica, sexual, institucional, simbólica y laboral. El 19 de octubre del mismo año, y ante una ráfaga de femicidios consumados en pocos días, de urgencia se convocó a un paro de una hora, con marcha hacia Plaza de Mayo. Miles de mujeres en todo el país suspendieron sus actividades . Muchas, vestidas de negro, según la consigna multiplicada por las redes sociales** ¡Ni Una Menos! ¡Vivas nos queremos! ***

El Paro Internacional de Mujeres del 8 de Marzo de 2017, convocado el Día Internacional de la Mujer Trabajadora por organizaciones feministas y aliadas de la lucha por los derechos de las mujeres en todo el mundo, contó con la adhesión de 70 países. Bajo la consigna Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras, los movimientos feministas locales y del mundo invitaron a un paro laboral, estudiantil, de cuidados y de consumo. Cuando ya el grueso de manifestantes se había dispersado, las policías urbana y federal reprimieron a un grupo en Plaza de Mayo con gases lacrimógenos, y entraron con violencia en una pizzería para concretar detenciones “al voleo”. Seis mujeres resultaron heridas, y dadas de alta horas más tarde. La experiencia sirvió para diseñar estrategias de organización y seguridad que el colectivo de mujeres aplicará de aquí en adelante.

Hoy, a dos años del grito de 2015, una mujer muere en la Argentina cada 18 horas. Por eso, una de las principales reivindicaciones del Paro Internacional de Mujeres del 8 de Marzo de 2018, es por una sociedad libre de violencia machista, cuya manifestación más visible es la agresión y asesinato de mujeres por su género. En la lucha, las efemérides, el paro y las reivindicaciones están inytegrados los colectivos de lesbianas, trans y travestis. Se enarbola también el derecho de todas a decidir sobre su propio cuerpo, reclamo que parece encontrar una sociedad más sensiblilizada, al cabo de una brega de años por parte de la Campaña Argentina por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Se prevé que sus dirigentes y militantes encabecen la marcha que comenzará en Plaza de Mayo, para culminar en Plaza Congreso, una vez más, con sus pañuelos verdes y pancartas con el lema: Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir. Las seguirán trabajadoras en actividad y dirigentes sindicalistas, trabajadoras despedidas y en conflicto, como las de Pepsico, FerroBaires, INTI, LATAM, Hospital Posadas, Casa de la Moneda, ministerio de Hacienda, y de distintos niveles de la docencia. Reclamarán por los derechos laborales de las mujeres, asediados por el ajuste neoliberal, la precarización, la desigualdad de salarios y el acoso sexual en el lugar de trabajo. También participarán mujeres de organizaciones sociales (como la CTEP), de partidos políticos y derechos humanos, estudiantiles y la militancia feminista. Se denunciarán la pobreza, la violencia racial, la discriminación de inmigrantes, los recortes de programas sociales y de salud. Y la libertad de las y los presos políticos, bajo el lema: ¡Libertad a Milagro Sala!

Hemos recorrido un largo camino, muchachas… ¡y lo que nos falta todavía! Abundan en nuestro pasado lejano y reciente mujeres que se jugaron por lo que creían y querían. Y le pusieron el cuerpo a la adversidad, la injusticia y la desolación, desmarcándose de los estereotipos vigentes. Así, contribuyeron a transformar la realidad, aunque ésta fuese pavorosa. En la genealogía de las actuales convocatorias están, muy próximas, las luchas de las Madres que, con sus rondas semanales, silenciosas en plena dictadura, en verdad lanzaron su bravo grito al mundo, y así revelaron la categoría detenido-desparecido de sus hijos e hijas; ellas resignificaron para siempre la histórica Plaza de Mayo. La obstinada búsqueda de las Abuelas para encontrar a sus nietos, paridos en los años de plomo sobre el piso de la prisión clandestina, es otro ejemplo de apasionado coraje. Y no olvidar el Encuentro Nacional de Mujeres, surgido en 1986 y que, año a año, hace contribuciones sustanciales al avance la subjetividad y el empoderamiento de las mujeres.

Las jóvenes generaciones responden hoy a ese legado de luchas y las recrean con ideas nuevas y su propia “estructura del sentimiento”. Y no contemplan el escenario social y político desde una ventana, sino que se plantan en su mismo centro con bríos, bronca y, ¿por qué no?, también con alegría.

Notas (I) Por supuesto, hablamos de Karl Marx (Treveris, 1818 - Londres, 1883). (II) Karl Polanyi (Viena, 1886 - Ontario, 1964). (III) En el mismo año, Friedrich Hayek publicó Camino de servidumbre, libro donde se proponía colocar el socialismo y el fascismo como males idénticos, y advertía sobre los posibles riesgos de un Estado muy presente en el período de la posguerra. De inmediato, John Maynard Keynes replicó, recordándole que el auge del nacionalsocialismo estuvo alimentado no por un Estado extenso, activo y dinámico, sino por la desocupación a gran escala, un fracaso del capitalismo. (IV) Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, Río de Janeiro, 12 de junio de 1992. (V) García Linera reconoce en Marx al auténtico pionero y más dinámico investigador de los procesos de globalización económica del régimen capitalista al decir: “De hecho, su aporte no radica en la comprensión del carácter mundializado del comercio que comienza con la invasión europea a América, sino en la naturaleza planetariamente expansiva de la propia producción capitalista. En: Rebelión. 28-12-2016. (VI) Celia Amorós Puente. (Valencia, 1944). Ponencia: “La agenda feminista de la globalización”, en las Jornadas “Construir un orden global humanitario desde el desarrollo humano”, Bilbao, Universidad del País Vasco, enero de 2011. (VII) Saskia Sassen. (La Haya, 1949). Reportaje de Sonia Santoro: “La era del capitalismo irónico”. Página 12, 20-22-2017. (VII)Editorial Traficantes de sueños, Barcelona, 2003. (IX) Nacida como Ester Børgesen (Copenhague,1910-1999) (X) Editado en 1993 por Minerva, Madrid, 1993. (XI) Marilyn Waring. (Ngaruawahia, Nueva Zelanda, 1952). (XII)Editado por Harper & Row, Nueva York, 1988. (XIII) Rosa Cobo Bedía. (Cantabria, 1956). “Globalización y nuevas servidumbres de las mujeres”. (XIV) Lourdes Benería. (La Vall de Boí, Lérida, 1937). (XV) Clientes prostituyentes. (XVI) Lohana Berkins. (Salta, 1965 - Buenos Aires, 2016).
(XVII) En: espacioiniciativa.com.ar, 11-6-205: “La prostitución no es un trabajo, crea violencia contra las mujeres y travestis y debe ser abolida”. (XVIII) Julia Monárrez Fragoso, “Serial Sexual Femicide in Ciudad Juárez: 1993-2001”, En: Debate Feminista, 13ª Edición, abril de 2002. (XIX) Susana Chávez Castillo. (Ciudad Juárez 1974-2911).

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