Opinión

“Foro de la Militancia por una política exterior soberana en Unidad Ciudadana”

“A 13 años de la gesta del No al ALCA y por una política exterior soberana. No a la claudicación en el G20 y ante el FMI"

(Por el “Foro de la Militancia por una política exterior soberana en Unidad Ciudadana”) La actual coalición de gobierno lleva adelante un modelo de integración subordinada a los centros de poder occidentales, discursivamente construido sobre el mito del “aislacionismo” preexistente, enmarcado en una rearticulación del Estado Neoliberal y en la necesidad de dar anclaje institucional a las reformas domésticas regresivas, y orientado a sostener un modelo de valorización financiera interna en el plano de las negociaciones internacionales.

En este panorama, el correlato de la valorización financiera en el ámbito de la política se ha estructurado en torno a dos ejes. En primer lugar, en el retorno de la relación especial con Estados Unidos y Europa, marcada por la integración comercial asimétrica, la liberalización de los movimientos de capitales y el alineamiento geopolítico en temas clave. En segundo lugar, en un frente de negociaciones internacionales destinadas a dotar de anclaje institucional externo a los procesos de reforma estructural en el ámbito comercial, financiero, previsional, tributario y laboral.

El proyecto de poder que ordena el frente de relacionamiento externo actual se define por una alianza con el sector financiero local y transnacional, constituida para revertir el proceso de construcción de autonomía político-económica, integración regional soberana, establecimiento de acuerdos de asociación estratégica integral con la Federación Rusa y la República Popular China y el desacople parcial de las lógicas del capital global que condujeron Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner entre 2003 y 2015.

Desde esta perspectiva de análisis, en el presente documento elaborado por el “Foro de la Militancia por una política exterior soberana en Unidad Ciudadana”, abordaremos los fundamentos de la política exterior del gobierno actual centrándonos en la relación con el Fondo Monetario Internacional y las perspectivas de cara al G20 que sesionará en Argentina, así como los fundamentos y la necesaria planificación estratégica para una política exterior soberana.

El ajuste estructural, Macri y el FMI: “un cóctel que no se mezcla solo”

“Las reformas estructurales serán indispensables”. Reporte del Fondo Monetario Internacional del artículo IV, diciembre de 2017.

Circula un argumento que sostiene que el FMI ha cambiado, que no es el mismo que provocó severas crisis en Argentina y muchos otros países. Un modo de constatar si esto cierto es evaluando sus recientes intervenciones. El caso paradigmático es Grecia, pero no distan de gravedad las recientes intervenciones en Túnez, Jordania, entre otros países. No es aquí el espacio para abordarlos, pero merece señalarse.

En rigor, los cambios del FMI son más cosméticos y de forma que sustanciales. En sus documentos de prensa, informes y discursos de autoridades aluden a la protección de los sectores vulnerables, la creación de empleo, y a la inclusión de jóvenes y mujeres en el mercado de trabajo. Pero lejos de estar comprometido con estas causas, el organismo continúa promoviendo políticas económicas e imponiendo medidas que afectan ineludiblemente a los sectores mayoritarios.

El FMI, conforme al artículo IV de su Convenio Constitutivo, elabora informes sobre la situación de los países miembros cuando estos lo solicitan. Los funcionarios del organismo visitan el país, mantienen reuniones con funcionarios para relevar información y luego elaboran un informe que es presentado al Directorio Ejecutivo de la institución. Desde el año 2006, cuando en coordinación con el Brasil de Lula nos desprendimos del monitoreo del FMI a través del pago de las deudas contraídas por gobiernos anteriores, la Argentina no había aceptado supervisiones de esta naturaleza. No obstante, en septiembre de 2016 el gobierno de Mauricio Macri decidió retomar la práctica, lo cual derivó en la confección de dos informes país (2016 y 2017) de acuerdo al Artículo IV del organismo.

En uno de los “key messages” (mensajes principales) de la misión del artículo IV correspondiente al año 2017, el FMI afirma que “las reformas estructurales serán indispensables”. En el documento elaborado sobre la base de la misión, los técnicos del organismo dan cuenta de “la necesidad de eliminar barreras al comercio y a la inversión extranjera”, y enfatizan que para instrumentar dicha demanda es menester una “más acelerada reducción en impuestos a las importaciones, eliminar la mayoría de las licencias de importación, remover barreras para la inversión y la entrada de empresas”.

Destacando los “avances en la transformación sistémica de la economía argentina” realizados por el gobierno, la evaluación señala que “la reducción del gasto del gobierno es esencial, especialmente en las áreas donde el gasto ha aumentado muy rápidamente en los últimos años, en particular los salarios, las pensiones y las transferencias sociales”. (Lo cual también puede ser considerado un elogio para nuestra gestión).

La necesidad de solucionar el déficit fiscal aparece en el informe del Fondo del 2017 como el principal problema de la economía del país. En este caso, la “convergencia fiscal” o “déficit cero” comienza a esgrimirse como el principal objetivo a alcanzar. Las metas de reducción fiscal tras el acuerdo se aceleran notablemente, y la idea de una convergencia gradual deviene, sin muchos matices, en un ajuste fiscal liso y llano. Las tarifas seguirán elevándose; los salarios reales deberán bajar al igual que las pensiones y jubilaciones; las transferencias a provincias y municipios se reducirán y la obra pública (gastos de capital) también decrecerá notablemente, según los informes presentados por autoridades del gobierno.

Las intenciones del gobierno de Macri respecto al FMI, no son otras que anclar las reformas estructurales desde el plano externo, tal como se ha caracterizado al modo de procedimiento de la política exterior del macrismo. El presupuesto votado en la Cámara de Diputados y confeccionado desde Washington es elocuente (Quizá el más relevante en vínculo a la valorización financiera sea el artículo 53 del proyecto de Ley de Presupuesto Nacional 2019, que habilitaría al Poder Ejecutivo a hacer reestructuraciones aun cuando de las mismas no se deriven mejoras en el monto, los plazos o los intereses de la deuda, siendo el único requisito que las operaciones atiendan a “las condiciones imperantes en el mercado financiero”).

Tanto para el FMI como para el gobierno de Macri son importantes estas negociaciones que se concretaron en el acuerdo Stand By firmado en junio y con una revisión aprobada por el directorio del FMI en octubre, por un total de U$S 56.300 millones, adelantando la entrega de fondos y permitiéndole “libre disponibilidad” y no con carácter precautorio como en la primera instancia. Para el Fondo, en función de recuperar prestigio, garantizar las ganancias de los acreedores y expandir las áreas de influencia de los sectores del poder mundial que este organismo representa; y el macrismo, para contar con soporte financiero externo, así como para “excusarse” de las medidas no gratas que deberá implementar, de acuerdo a los condicionamientos que indefectiblemente el organismo impondrá para otorgar el préstamo. El programa de ajuste estructural “es un cóctel que no se mezcla solo”, parafraseando a “un poco de amor francés” -como el que Macri le declaró a Lagarde-, la canción de los Redonditos.

G-20 y la necesaria reconfiguración del orden mundial

"Por eso nosotros estamos sosteniendo que el verdadero problema es la falta de regulación de los mercados financieros en el mundo". Cristina Fernández de Kirchner. Foro del sector empresario de la cumbre del G-20. 03 de noviembre de 2011. Cannes, Francia.

Argentina tiene una larga tradición multilateral que el gobierno actual ha desperdiciado con un relato falaz sobre el aislamiento argentino en los gobiernos nacionales y populares de Néstor y Cristina. El diagnóstico desacertado sobre el orden internacional, sumado a una mala praxis de la política exterior ha conllevado a una retracción de los posicionamientos del país en temas nodales como son los derechos humanos, el comercio justo, el equilibrio entre naciones, la disputa por la soberanía en nuestras Islas Malvinas, las negociaciones de deuda soberana, el respeto a los tratados internacionales, entre otras.

El conjunto de los espacios de diversas procedencias que componen Unidad Ciudadana respeta esa tradición, siguiendo la histórica posición del peronismo respecto a la autonomía y soberanía de los pueblos. Por esta razón, no creemos indicado abandonar los espacios multilaterales donde podríamos aunar la voz con América Latina, África, el Movimiento de Países No Alineados y otros actores que pueden protagonizar un cambio en la balanza de poder y contribuir a “un nuevo ordenamiento financiero global, que no solamente es justo y equitativo, sino que es imprescindible”, como diría Cristina Kirchner en la Cumbre BRICS-UNASUR en Brasil, 2014. El G20 se reúne este año en Argentina, exhibiendo una trayectoria de fracasos en relación con su capacidad, y voluntad, de avanzar hacia una regulación financiera internacional real y efectiva; una evidente ausencia de consenso en las posiciones sobre el comercio internacional en un marco de guerra comercial creciente; y una renuncia explícita a continuar tratando el tema de la reestructuración de las deudas soberanas, en parte originada en la claudicación al respecto de la Argentina de Mauricio Macri. El G20 este año analiza el futuro del trabajo y por eso junto lo/as trabajadores acompañamos las exigencias de dotar al trabajo de derechos, de protección social y una transición justa para que los cambios tecnológicos no deriven, una vez más, en perjuicio de los trabajadores, en particular las mujeres y los migrantes.

Argentina tiene la presidencia del G20, y la incapacidad del gobierno de Cambiemos para interpretar dicho escenario y conducir al grupo es evidente; nula es su vocación para establecer alianzas que busquen colocar en agenda los intereses de las grandes mayorías del mundo (comprensible por la naturaleza del bloque de poder y sus aliados internos y externos). Desde Unidad Ciudadana, consideramos que resulta central impulsar una arquitectura financiera internacional que busque fortalecer el financiamiento para el desarrollo, incluyendo mecanismos que permitan lidiar con situaciones de sobreendeudamiento. Asimismo, debe dejarse de lado el mito del libre comercio, que condena a la reproducción de las asimetrías de desarrollo, e implementarse políticas comerciales que permitan integrar productivamente las geografías nacionales, sin cercenar el desarrollo y respetando la soberanía nacional. Las políticas de “consolidación fiscal” y reforma estructural deben ser reemplazadas por políticas que fortalezcan el mercado interno y regional, la inversión en infraestructura, la política industrial y de desarrollo científico y tecnológico. Y, por último, pero no por ello menos importante, la desregulación laboral debe ser reemplazada por políticas de redistribución progresiva del ingreso que impulsen la demanda agregada y la igualdad. Esto sólo será posible recuperando y fortaleciendo capacidades estatales.

Planificación estratégica para una política exterior soberana “Yo creo sinceramente que gran parte de los problemas que hoy tiene el planeta, en lo económico y financiero, en materia de terrorismo y de seguridad, en materia de fuerza e integridad territorial, en materia de guerra o de paz se debe precisamente a lo contrario, a la ausencia de una multilateralidad efectiva, concreta y democrática”. Cristina Fernández de Kirchner ante la 69ª Asamblea General de las Naciones Unidas. 24 de septiembre, 2014. Entendemos el momento actual global como un momento de crisis del sistema capitalista, en su versión financiera neoliberal y neocolonial, que sufrimos en carne propia en el lamentable experimento que el Fondo Monetario Internacional, los fondos buitres que fueron beneficiados en 2016 y los grandes fondos de inversión –Black Rock, Templeton- están realizando en el país de la mano del gobierno argentino.

Denunciamos estás políticas de exacción parasitaria de las economías de nuestros países de Latinoamérica y el Caribe, contrarias a la tan necesaria como posible integración regional en torno a un programa de desarrollo de las infraestructuras nacionales, la conectividad, la comunicación y el transporte de modo complementario y sinérgico, con el objetivo de garantizar mayores niveles de justicia social, felicidad del pueblo y grandeza de la Patria Grande en su conjunto. Frente a estas políticas depredadoras del capital financiero internacional que denunciamos, declaramos la necesidad de optar por un camino autónomo orientado hacia propuestas productivas de desarrollo soberano y en beneficio del pueblo que existen hoy en el mundo y a las que da la espalda el gobierno de Mauricio Macri, apostando a la integración regional en el marco del Mercosur, la Unasur y la CELAC, la cual consideramos nuestro espacio natural de hermandad y donde la democracia está amenazada y en peligro. Asimismo, consideramos imprescindible retomar el sendero y profundizar las asociaciones estratégicas integrales firmadas con la República Popular China y la Federación Rusa.

El sueño de la Patria Grande, justa, libre y soberana es y será nuestra guía en la acción militante. La planificación estratégica para desarrollarla es un deber, para lo cual es imprescindible el compromiso, la formación política y la conciencia patriótica para defender los intereses nacionales y continentales en todos los ámbitos. Ese debe ser nuestro modo de honrar el ejemplo y la valentía de lo/as patriotas que retomaron el camino de la liberación, derrotando las ambiciones coloniales del ALCA, hace 13 años, en la gesta de dimensión histórica de Mar Del Plata.

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