Opinión

Lic. Alejandro Marcó del Pont

Brexit, ¿Es Londres el nuevo paraíso fiscal?

(Por Lic. Alejandro Marcó del Pont) La pequeña aldea global es una máquina de producir dinero. Maneja el 75% de todas las transacciones de derivados en euros, algo así como unos 930.000 millones de euros diarios. También alberga el 90% de los swaps de tasas de interés en dólares. Genera 2.2 millones de puestos de trabajo, 280.000 trabajan en la City, de los cuales 38.000 son ciudadanos europeos con pasaporte generado por la propia City.

Hospeda a los 250 mayores bancos internacionales y cotizan en su bolsa (FTSE) las 120 mayores empresas europeas; la misma cantidad de multinacionales tiene como cede Londres, genera el 12% del PBI británico y el 11% de los impuestos. La llaman “milla cuadrada”, es la City de Londres.

En ella parecieran coexistir dos relatos totalmente disímiles, uno anterior al 23 de julio de 2016, cuando se llevó a cabo el referéndum para decidir por la salida o permanencia del Reino Unido de la Unión Europea. En ese relato hay empresas de todo el mundo, y sobre todo americanas, que instalan su base de operaciones en Londres por las exenciones fiscales a los dividendos obtenidos por filiales fuera del territorio británico, o por los límites a los tributos que deben abonar por propiedades y actividad, incluida la que se genera en otros países.

El otro relato es de abandono de la plaza londinense de bancos y empresas, sobre todo bancos, posterior al referéndum que dio el nombre de Brexit, “Exit-Salir de la UE” y que, aunque con características ambivalentes, proponen trasladar una parte de sus negocios al continente, no la totalidad, y de manera poco convincente se contraponen a Snapchat, Facebook o Google, que apuestan por la milla. La City ha tenido estos vaivenes desde la segunda guerra y todos quieren su lugar, veamos cuál es el juego y, como se dice en la city, to play the game (saber jugar la partida).

Dos guerras mundiales hicieron que el imperio británico se desmoronara y Londres dejara de ser la plaza financiera del mundo. La posta la tomó Nueva York y muchos creyeron que el futuro de Londres estaba ligado a Ámsterdam. Hasta el mismísimo Keynes fue enviado a negociar con Washington para salvar al Reino Unido por un lado y la City por otro.

Según el propio Keynes, Estados Unidos se había tomado todas las precauciones a su alcance para asegurarse de que los británicos estuvieran “lo más cerca de la banca rota antes de brindarle asistencia alguna”.[1] Las finanzas no deben ser las amas de la sociedad sino las ciervas, pero el final fue lo contrario. Los fondos debían fluir a los países que tuvieran necesidad de capital, pero la fuga de divisas había sido un gran negocio para Estados Unidos, ningún país receptor de fondos fugados, y menos Norteamérica acusaría, y mucho menos alguien sancionaría.

Los paraísos fiscales europeos se pusieron de moda durante la primera guerra mundial, cuando los países comenzaron a elevar los impuestos para solventar el conflicto bélico (véase nuestra entrada Que dios nos regule). La red extraterritorial de la City tiene tres anillos, según Tax Havens. Dos anillos interiores dependientes de la corona; Jersey, Gernesey y la Isla de Man; en segundo lugar territorios de ultramar: las Islas Caimán, y por último, el anillo más externo, cuya cabeza es Hong Kong. De acuerdo a los estudios de la misma fuente, un tercio de los activos bancarios estarían en estos anillos y 50% si le sumamos Londres.

Como vimos al enviar a Keynes a negociar, la corona mostró la estrecha relación entre la City de Londres y el poder británico, o que el poder y la milla son lo mismo. Haciendo uso del entramado antes dispuesto, la City creó un mercado offshore que ofrecía productos financieros denominados en dólares en el continente europeo, de ahí su nombre euromercado. Estos depósitos en moneda americana eran muy atractivos por dos razones. Porque ofrecían un tipo de interés más alto que el de Estados Unidos, lo que hizo que muchos fondos americanos migraran a la City, y porque su opacidad servía de refugio para los petrodólares del golfo Pérsico y los soviet dólares del bloque comunista.

Según la revista Política Exterior “Margaret Thatcher impulsó el Big Bang en la City, el segundo episodio que explica por qué todavía hoy, en la segunda década del siglo XXI, la City compite con, y en muchos casos supera a, Nueva York como capital de las finanzas globales. El Big Bang desreguló mucha de la actividad de la City, pero lo más importante quizá es que permitió que sus instituciones financieras fueran de propiedad extranjera, lo que hizo que desembarcaran en la Milla Cuadrada los grandes bancos de inversión americanos y los bancos universales europeos. Este cambio transformó completamente la geografía y la cultura de la aldea, incluida su corporación, y es clave para entender el debate actual sobre el Brexit” (https://goo.gl/xQYKo4).

Después al referéndum muchos pensaron que el pánico se apoderaría de la City, hasta se puso a Dublín como su sucesora, pero lo cierto es que en 2016 el Índice de Centros Financieros Globales volvió a colocar a Londres como el centro líder a nivel mundial, por delante de Nueva York, Singapur, Hong Kong, Tokio y el resto de la red de cities globales. Para el índice que tiene criterios de relevancia como: entorno empresarial, desarrollo del sector financiero, infraestructura, capital humano y habla inglesa, en todas Londres cuenta con reputación de excelencia. Redes comerciales tejidas durante siglos y una zona horaria que permite presenciar el cierre de Asia, toda la jornada europea y el inicio de la sesión de Wall Street.

Posterior a la votación surgió un desconcierto que rápidamente se aplacó y hasta colaboró con Londres. La libra esterlina de devaluó un 11% y se mantuvo así frente al dólar, la bolsa de valores cayó (FTSE es un acrónimo de Financial Times Stock Exchange) en un 8% para repuntar y terminar el día en -4% cuando estaba en los 6.370 puntos, de ahí en más no ha parado de subir hasta alcanzar en la actualidad a 7.411 puntos.

A primera vista daría la impresión que la devaluación de la libra golpea al sector financiero e importador y potencia a la industria exportadora. Pero muchos creen que Londres ya cuenta con un impuesto sobre sociedades del 20%, el mismo que Croacia o la Republica Checa, el más bajo del G7, y aspira a llegar a 17% en 2020, a siete puntos de la bestia negra tributaria que es Irlanda. La baja de impuestos y quedar fuera de la mira del Banco Central Europeo le permite ser más laxo en temas financieros es una explosiva combinación que Londres estaría implementado como una ofensiva defensa.

Los convenios de transparencia y de intercambio de información fiscal parecería restringir a los paraísos fiscales, pero lo cierto es que ellos son una creación de los mismo billonarios y empresas que quieren evadir o pagar menos impuestos. El propio Reino Unido ha conseguido de Facebook, Google, Amazon, entre otros, paguen más impuestos, aunque sigue disminuyendo la base o la alícuota. Si recorto impuestos y tengo los beneficios del sistema financiero para fugarlo, moverlo o relocalizarlo con reglas fuera del Banco Central Europeo, el recelo europeo está fundado.

Rowan Companies, compañía especializada en exploraciones de gas y petróleo explica abiertamente que han modificado su política: legalmente tienen domicilio en Reino Unido aunque su central se encuentra en los Estados Unidos. De acuerdo con los datos recopilados, la documentación de la empresa demuestra que la tasa efectiva de impuestos pagados por Rowan en 2014 fue del 3,3%, frente al porcentaje del 34,6% al que tuvo que hacer frente en 2008. Y esto, cumpliendo puntualmente con todos los compromisos fiscales británicos.

Londres trata de atraer o asegurar sus ganancias mientras Francia, España, Luxemburgo, Alemania, Países Bajos, y hasta Italia, acompañados por el Banco Central Europeo, pelean por una parte del botín. El clearing de derivados es un gran negocio y está en manos de London Stock Exchange Group Plc (PCH). Muchos apuestan a Emmanuel Macron, ex banquero de inversiones de Rothschild & Cie laude para Paris, aunque la banca Rothschild no se movió de la milla. Veremos.

[1] Las islas del tesoro. Los paraísos fiscales y los hombres que se robaron el mundo, Nicolas Shaxson. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2014, pág. 133.

(*) Fuente: El Tábano Economista

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