Por Beatriz Chisleanschi
Cerrar escuelas, un acto de lesa humanidad
(Por Beatriz Chisleanschi) En este mismo medio, en la nota “Para Cambiemos todo lo humano le es ajeno”, nos preguntábamos si puede existir un acto más criminal que cerrar una escuela.
Lo que motivó la nota, en ese momento, fue la decisión de la Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, de cerrar 8 escuelas en el Delta del Tigre y 39 escuelas Rurales. La misma intencionalidad política se repite ahora en la Ciudad de Buenos Aires de la mano de su Jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta y su ministra de Educación, Soledad Acuña que dispusieron el cierre de 14 comerciales nocturnos, 29 Institutos de Formación Profesional y el traslado de escuelas artísticas a otros edificios, una forma encubierta de vaciamiento. Ya no se trata solo de una cuestión de ajuste, de disposición de terrenos estatales para privatizarlos o de arrodillarse ante el FMI. Es lisa y llanamente una cuestión de clase.
A la Alianza Cambiemos le molesta la Educación Pública. Cambiemos no inaugura, cierra escuelas. Desde 1983 que no sucedía un hecho de “escolaricidio” como el que estamos viviendo en estos años. Si algo caracterizó históricamente a los gobiernos fue la inauguración de escuelas, aun cuando éstas eran cáscaras vacías. Inaugurar edificios educativos, se suponía que prestigiaba al partido gobernante porque la Educación es uno de los valores considerados más importante por toda sociedad.
Sin embargo, para qué van a querer más instituciones escolares si para Cambiemos no existe la movilidad social, “ningún pobre llega a la Universidad”. Qué importa si hay 1.600 docentes en peligro de quedar sin sus cargos si “los docentes tienen menos prestigio que algunas personas que bailan en la tele”. A Cambiemos no le importa cerrar escuelas, si total, la educación pública no se elige, en ella “se cae”.
El Padre del Aula y la educación para todos y todas
Ya en el siglo XIX, el sociólogo y filósofo francés, Emile Durkheim, creador de la sociología de la educación hablaba de la importancia del rol del Estado en la distribución de saberes: "Desde el momento en que la educación es una función esencialmente social, el Estado no puede desinteresarse de ella. Por el contrario, todo lo que es educación debe estar, en alguna medida sometido a su acción (…)”.
Muchos siglos de historia, de guerras y disputas de poder transcurrieron para crear condiciones que favorecieran la victoria de las organizaciones estatales. Y en pleno siglo XXI, Argentina parece querer volver a los principios educativos feudales.
En 1849, Sarmiento escribió su libro Educación popular donde se explaya en torno a la importancia de la formación del ciudadano desde el punto de vista de la economía política y de la necesidad de propiciar una enseñanza utilitaria, racional y científica. En su Introducción señala, entre otras “Y esta igualdad de derechos acordada a todos los hombres, aun en los países que se rigen por sistemas tutelares, es en las repúblicas un hecho que sirve de base a la organización social, cualquiera que sean las modificaciones que sufra accidentalmente por los antecedentes nacionales u otras causas. De este principio imprescriptible hoy nace la obligación de todo gobierno a proveer de educación a las generaciones venideras, ya que no puede compeler a todos los individuos de la presente a recibir la preparación intelectual que supone el ejercicio de los derechos que le están atribuidos.”
En tanto, la Ley Nacional de Educación 26.206 sancionada el 14 de diciembre de 2006 expresa en sus artículos 2° y 3°:
Artículo 2°: La educación y el conocimiento son un bien público y un derecho personal y social, garantizados por el Estado.
Artículo 3° La educación es una prioridad nacional y se constituye en política de Estado para construir una sociedad justa, reafirmar la soberanía e identidad nacional, profundizar el ejercicio de la ciudadanía democrática, respetar los derechos humanos y libertades fundamentales y fortalecer el desarrollo económico-social de la Nación.
Sin embargo, contra las ideas de Sarmiento (a quien no se lo puede acusar de populista, precisamente), de la propia evolución histórica, y contraviniendo la Ley Nacional de Educación, el presupuesto de CABA destinado a la educación para el 2019 representará apenas el 17 por ciento del presupuesto total de la Ciudad, tal como señala el informe publicado por Gustavo Sarmiento en el diario Tiempo Argentino del pasado domingo titulado, “El peor presupuesto de la historia”: “El aumento neto en la inversión educativa será de 35,4 por ciento entre este año y el próximo, al menos diez puntos por debajo de la inflación estimada.”. Y, el destinado al sector educativo a nivel nacional para el año entrante será “42,3 por ciento inferior en términos reales con respecto al de 2015” (ver nota: “Estado de sitio” para la Educación Pública: Consecuencias a tres años de políticas neoliberales en la Argentina
La comunidad educativa encendió las luces de alerta, el recorte en Educación Pública es una cuestión de Estado al que Cambiemos no tiene intención de dar marcha atrás.
Dejar a trabajadorxs sin la posibilidad de acceder a la escuela nocturna, a 14 mil estudiantxs por fuera del sistema, a alumnxs sin becas ni planes, a futurxs docentes sin profesorados es un claro atentado a la Educación Pública. Y cerrar escuelas, un acto de lesa humanidad.
- Editora de Motor Económico y Motor de Ideas. Lic. en Ciencias de la Educación. Docente en escuela artística de CABA.
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