Opinión

Félix Ángel Córdoba

Comunicación macrista: el odio en los tiempos de cólera

(Por Félix Ángel Córdoba (Especial para Motor Económico)) Querer enamorar a una persona o lanzar una campaña política son situaciones bastante disímiles. Sin embargo, salvando las debidas diferencias, hay ideas que se replican en ambas situaciones, como la idea de seducción, persuasión, mostración de fortalezas que se nos presentan en primera instancia y en los dos casos como actitudes necesarias y pertinentes. ¿Acaso podría haber alguien que pretenda conseguir el amor de una persona sólo denostando a sus potenciales competidores como sucede en las campañas políticas y sus tiempos previos? Es decir ¿se puede enamorar a alguien denunciando solamente las debilidades de los otros pretendientes sin mostrar nuestras propias bondades, salvo en las contraposiciones con los otros que a nosotros nos convengan? Parece un camino bastante intrincado y si fuera exitoso, se nos ocurre de poco futuro, tarde o temprano te sacarían la ficha de que tipo de persona sos, pero ¿quién te quita lo bailado?

En el caso de la actual política comunicacional gubernamental argentina, a diferencia de los usos y costumbres del amor romántico clásico, se observa un abuso de la estigmatización, de la denostación del otro como recurso comunicacional político recurrente que conforma un rasgo típico del gobierno de Cambiemos. El otro denostado generalmente es un contendor político o un exfuncionario del anterior gobierno, o es un juez o un fiscal que pretende hacer valer la independencia de los poderes. La actitud predominante no es hablar de sí mismo en positivo, de lo hecho por el gobierno actual o de sus promesas de futuro, sino de lo negativo que puedan tener los marcados por las oleadas de estigmatizaciones, primero y luego mostrar en todo caso alguna de sus cartas. Hay en el Gobierno una marcada decisión de desdibujarse en la construcción discursiva de su propia identidad y una marcada opción por el dibujo negativo de la otredad que se manifiesta por ejemplo como una constante apelación al miedo de “lo que vendrá” si regresan “los corruptos”. Se trata de conformar entonces disyuntivas discursivas cruciales entre un “nosotros” y los “otros”, estos últimos apelados en su carácter de corruptos, violentos, ladrones, coimeros, etc. Evitan siempre hablar del nosotros y hablan de los otros negativamente, solo de su condición execrable o desagradable, condiciones que muchas veces no tienen que ser totalmente reales, basta con que sean frutos de sambenitos trabajados convenientemente en los distintos flujos comunicacionales sociales por los diferentes grupos de poder que dominan el aparato simbólico del Estado y de la gente.

Por eso, según el fluir del acontecer cotidiano y la construcción que lo relata, deberíamos esperar en el desarrollo del devenir político hacia el año electoral, más bien una avalancha de estigmatización sobre cualquier oposición que pueda conformarse como opción política contra Cambiemos antes que una “verdadera” discursividad positiva que nos relate los logros del actual gobierno. Como en el juego del Tute, se puede ganar yendo “a más” o yendo “a menos”, solo pierde quien no puede o no lo dejan cristalizar sus estrategias y Cambiemos se concentra en destruir la estrategia de los contrarios, en tanto que gana como “yendo a menos”. Su táctica es mostrarse como el dedo acusador del “largo brazo de la ley” y tratar de no asumir ni siquiera los costos del incumplimiento de los tres propios ejes estratégicos que el mismísimo Macri postuló el día de su asunción. La magia de esconder el fracaso de los desarrollos prometidos: Pobreza cero, unión de los argentinos y combate al narcotráfico (este último pareciera escrito por algún embajador de país americano norteño).

La política comunicacional macrista en los tiempos del cólera, fiebre amarilla, dengue y otros pretenderá enamorar entonces al electorado de los próximos comicios a través del odio, descalificación o el asco hacia los candidatos opositores de peso. Desviar el flujo de la bronca social hacia los candidatos opositores es su arte mayor y además mostrarse como los candidatos menos peores.

Amor y odio son caras de la misma moneda.

¿No dicen que del odio al amor hay un solo paso?

  • Comunicador. Compositor. Poeta

···