Opinión

Por Antonio Muñíz

"El capitalismo y la democracia no son compatibles"

(Por Antonio Muñiz (Especial para Motor Económico) El capitalismo y la democracia son conceptos que no van bien juntos, según sugiere el más reciente libro del economista francés Thomas Piketty: Capital en el siglo XXI.

Piketty plantea una tesis que desafía la ortodoxia económica, el agravamiento de la desigualdad y la pobreza es el resultado inevitable del capitalismo de libre mercado. Y sostiene otra tesis perturbadora: el capitalismo es contrario a las formas democráticas de gobierno. En su desarrollo y vorágine desata poderosas fuerzas que amenazan a las sociedades democráticas. Enfrenta, además, tanto a los países modernos como a los emergentes con un dilema: los empresarios son cada vez más poderosos y dominantes sobre los sectores asalariados.

Nada nuevo, estas cosas, con mayor hondura filosófica y económica, ya las había pronosticado el “viejo” Karl Marx, pero sirven para avanzar sobre lo que ocurre con la crisis argentina y esbozar algunos escenarios futuros.

“Este gobierno y su modelo político económico, son inviables”

Casi desde el comienzo del gobierno macrista somos muchos los que venimos afirmando esta tesis, no por clarividentes, sino porque la historia y la economía lo mostraban desde el principio. Ya hubo experiencias similares en el pasado y todas fracasaron estrepitosamente en una gran crisis del sector externo, devaluación, hiper inflación, aumento de la pobreza, la indigencia y la desocupación.

También sosteníamos (y sostenemos), porque la historia lo muestra, que estos modelos no pueden funcionar sin represión. Es sencillo, el ajuste permanente que plantean los liberales, significa ajuste en salarios, jubilaciones y gastos sociales sobre las clases medias y bajas. Como correlato hay una transferencia de ingresos hacia los sectores más concentrados de la economía, quienes, a su vez, en un mecanismo perverso, una vez apropiados esos excedentes los dolarizan y lo fugan al exterior.

Como respuesta los sectores agredidos reaccionan e intentan resistir el ajuste, ahí las clases dominante vuelcan el aparato represivo del estado sobre los sectores opositores. Siempre, en la historia argentina por lo menos, los modelos liberales de ajuste eran aplicados por dictaduras cívicas y militares ya que parecía imposible aplicarlas en regímenes más democráticos. En general, en los gobiernos elegidos por el pueblo, la orientación de las políticas apuntaban al fortalecimiento del mercado interno, la reindustrialización y por ende al pleno empleo y salarios al alza.

Es por ello que el triunfo de Macri en el ballotage y la aplicación de un programa neoliberal bajo un sistema democrático fue toda una novedad para políticos y politólogos vernáculos que hacían loas a una “derecha moderna, republicana y exitosa”.

Fue un bleff, la derecha argentina no es moderna ni democrática, es la misma derecha de siempre, una elite que vive del estado, que avanza sin piedad sobre la sociedad con una lógica de negocios, saqueo y apropiación de los recursos de la comunidad. Liberal en lo económico, pero autoritaria en lo político.

Bastó una crisis, por demás anunciada, en el sector externo para mostrar que era todo mentira, Que la pos-verdad y el “Duranbarbismo” eran una chantada que solo podía embaucar a los tilingos y que sobre todo el “mejor equipo de los últimos cincuenta años y su jefe” eran sólo una banda de “ladris” oportunistas.

¿Cuál fue la respuesta a la crisis? La de manual, ir corriendo a pedir plata y apoyo político al FMI. Como esta película ya la vimos y la sufrimos varias veces, conocemos el final y lo duro que puede ser el recorrido hacia ese final anunciado. Un arreglo con el Fondo, “va a doler” dijo el economista, ex director regional del FMI, Claudio Loser. Un cipayo, pero que conoce de adentro al FMI y sus políticas. Lo sabe el gobierno, por eso se negó hasta ahora a negociar con él.

El ajuste que pedirá el FMI será brutal: baja de salarios y jubilaciones, baja del gasto social en educación, salud y asistencia, más apertura comercial y cambiaria. Un coctel explosivo, que encima fracasará, no sin antes que el mercado se apropie de las ultimas joyas de la abuela, como el fondo de sustentación del Anses para fugar los treinta mil millones del crédito y deje a las próximas generaciones una herencia, que sí esta vez será pesada, porque estaremos pagando la fiesta de unos pocos por varias generaciones.

El círculo rojo o la derecha liberal en el gobierno no sólo ha visto la crisis, ellos mismos la han provocado, por su avaricia, su lógica predatoria, su incapacidad para el trabajo, por su falta de conciencia de clase y su falta de patriotismo, y por una ignorancia supina en cuestiones de estado y de política local e internacional. Ahora, asustados, buscan auxilio, antes corrían a pedir ayuda al partido militar para que pusiera en su lugar a la “chusma”, así fueron culpables de las grandes matanzas de obreros y opositores, ideólogos de las masacres en la Patagonia o en Vasena, bombardeos en Plaza de Mayo, el plan Conintes o los muertos y desaparecidos del último golpe cívico militar.

Hoy no existe el partido militar, pero existen y es la novedad, el Poder Mediático Comunicacional, un poder hegemónico que apunta a la colonización mental de la ciudadanía y el Poder Judicial, un poder que fuera de todo control opera como un garrote pendiente sobre la cabeza de cualquier voz opositora: esta vez el poder no está en los fusiles sino en los medios y en la “ley” y su poder coercitivo.

Aun así, el pueblo agredido saldrá a la calle a pelear por sus derechos, a defender la vida y el futuro de sus hijos. La historia de las luchas populares está en la memoria de nuestro pueblo. El peronismo con su práctica está en el inconsciente colectivo. Y si a algo le tiene miedo esta burguesía fracasada es al pueblo en la calle.

El rey está desnudo, ¿y ahora qué?

La crisis existe, aunque el gobierno la niegue. Los voceros mediáticos del gobierno que hasta ayer mentían y echaban la culpa de todo a la pesada herencia, hoy hablan de un “Macri débil”, de un equipo sin coordinación, sin ideas y sin aptitud técnica para llevar adelante esta gestión. Hoy con realismo, voceros de ese círculo rojo, como Ignacio Fidanzas, o Rosendo Fraga esbozan una idea de gobierno de “unidad nacional”, de “coalición”, de consenso, y para ello llaman a la “oposición racional”, a la oposición seria y responsable a acordar y llevar adelante un programa que permita salir de la crisis.

En conocimiento que el acuerdo con el FMI es una medicina amarga, solo han pateado la pelota para adelante, para ganar tiempo, no tienen plan B. No hubo brotes verdes, ni lluvia de inversiones, ni ahorro. No hay inversión y las exportaciones caen en un mercado internacional que se cierra. Seguirá el endeudamiento para gastos corrientes, la emisión y sobre todo para financiar la fuga de dólares, así hasta destruir toda la actividad económica.

Para que este escenario sea posible es necesario que el gobierno acepte como le piden los voceros del establishment una alianza con los gobernadores peronistas y con el peronismo de derecha (Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey, Miguel Ángel Pichetto, etc) que dé volumen y espalda política al plan de ajuste. No fue casualidad la reunión de Macri con varios gobernadores en la Casa Rosada hace unos días.

Un acuerdo de este tipo, similar al que planteo sin éxito, el ex presidente Fernando De la Rúa en el 2000, le garantizaría tiempo, lo que necesita el círculo rojo para mantener el status quo, para bancar hasta donde se pueda el acuerdo con el Fondo pero sobre todo, poder cerrar sus esquemas de negocios.

Sabemos que hay sectores minoritarios del peronismo que verían con gusto sumarse al elenco de Cambiemos, pero aquellos que tienen representatividad y responsabilidad institucional ¿se subirán al barco que se hunde? ¿Pagaran los costos de un modelo inviable? Parece difícil, pero…

El modelo macrista no cierra, un modelo a ajuste permanente como el que plantea el liberalismo es inviable. ¿Hasta cuándo soportaran el ajuste los ajustados? ¿Más temprano que tarde los trabajadores y las clases medias agredidas saldrán a las calles a resistir.

El círculo rojo, que se considera dueño del país, va a reprimir brutalmente, como lo hizo históricamente. Pero, además, ya lo han mostrado en estos dos años y medio, avanzarán sobre las libertades individuales y por sobre todo el sistema democrático. Milagro Sala es un ejemplo de la barbarie de esta derecha. La cárcel, una justicia amañada, el oprobio y el linchamiento mediático, es el castigo a los dirigentes opositores.

Como lo han hecho desde su comienzo el macrismo echará la culpa al “otro”, a la “herencia” que nos dejaron, habrá que pagar la “fiesta que nos dejaron los corruptos “. La construcción del otro como enemigo interno permite generar consenso social para reprimirlos. Además, cuando los que resisten se manifiesten serán tildado de “golpistas”, por ende, serán reprimidos con “el peso de la ley”.

La militancia popular debe tener claro que, con acuerdo o sin acuerdo con el FMI, el ajuste continuará y seguirán el esquema de saqueo de los recursos argentinos. Que la lucha será larga y permanente, que no será fácil, pero que es necesario reforzar la militancia en el lugar donde se esté, organizando, hablando, discutiendo, debatiendo, resistiendo.

Cuando la historia se escriba, sin la hojarasca del día a día, quedará como una de las épocas más infames. La corrupción moral ha invadido todas las instituciones de la vida política económica y social y eso anuncia el final, más temprano que tarde, de una época y su dirigencia.

  • Presidente del Partido Justicialista – Luján. Integrante del Instituto de Pensamiento Independencia

···