Aníbal García Fernández y Silvina Romano
El proteccionismo de Trump y la presión al neoliberalismo latinoamericano
(Por Aníbal García Fernández y Silvina Romano) El acero y aluminio son clave en sectores de infraestructura: transmisiones de energía, sistema de transportes, industria manufacturera y otros.
Desde el año pasado, la administración Trump planteó la posibilidad de imponer aranceles a las importaciones del acero y aluminio. En febrero de 2018 la medida tomó fuerza en virtud de los datos vertidos en diversos informes del Departamento de Comercio sobre las importaciones de productos de acero y de aluminio forjado y sin forjar (informes elaborados en el marco de la Sección 232 de la ley de Expansión Comercial que data de 1962, en su segunda enmienda).[1] El objetivo de las medidas proteccionistas es elevar la producción nacional de acero del 73 % al 80 % y del aluminio del 48 % al 80 %, procurando una “viabilidad” de la industria nacional estadounidense a largo plazo.
Se trata de un asunto de “seguridad nacional” para el Departamento de Estado y de productos vitales según el Departamento de Defensa. El aluminio es esencial para garantizar las capacidades militares, que incluyen: armadura para vehículos blindados, piezas y componentes estructurales de aeronaves, buques de guerra, componentes estructurales especiales y de misiles, y propulsores.[2] Además de su uso militar, el acero y aluminio son clave en sectores de infraestructura: transmisiones de energía, sistema de transportes, industria manufacturera, construcción y otros.[3]
El acero y el aluminio de EE. UU. frente a la competencia china: recomendaciones del Departamento de Comercio
El acero
EE. UU. es el mayor importador mundial de acero. Las importaciones son casi cuatro veces el equivalente de las exportaciones.
Desde el año 2000, han cerrado seis hornos básicos de oxígeno y cuatro hornos eléctricos. El empleo disminuyó en un 35 % desde 1998 en este sector.
La producción mundial de acero entre 2000 y 2017 aumentó en un 127 % (2, 400 millones de toneladas métricas). Mientras la demanda de acero creció a un ritmo menor.
China es el mayor productor y exportador de acero en los últimos años y excede la producción estadounidense. En un mes promedio, China produce casi tanto acero como EE. UU. en un año. A partir del 15 de febrero de 2018, EE. UU. tenía vigentes 169 órdenes antidumping y compensatorias sobre el acero: 29 son contra China y hay 25 investigaciones en curso.
Recomendaciones del Departamento de Comercio
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Arancel global de al menos 24 % sobre todas las importaciones de acero.
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Arancel de al menos 53 % sobre todas las importaciones de acero de doce países (Brasil, China, Costa Rica, Egipto, India, Malasia, República de Corea, Rusia, Sudáfrica, Tailandia, Turquía y Vietnam) con una cuota por producto de acero a las importaciones de todos los demás países.
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Una cuota en todos los productos de acero de todos los países equivale al 63 % de las exportaciones de cada país a 2017 en los Estados Unidos.
El aluminio
Las importaciones de aluminio han aumentado al 90 % de la demanda total de aluminio primario. En 2012 era del 66 %.
En los últimos cinco años el empleo en la industria del aluminio cayó un 58 %, se cerraron seis fundiciones y sólo dos de las cinco fundiciones restantes operan plenamente, a pesar del incremento de la de la demanda.
El consumo militar de aluminio es un pequeño porcentaje del consumo total de EE. UU. Sin embargo, sólo hay un productor estadounidense de aleación de aluminio de alta calidad, que se usa para la industria aeroespacial militar.
A partir del 15 de febrero hay dos órdenes de imposición de derechos compensatorios y antidumping vigentes contra el aluminio procedente de China, y hay otras cuatro investigaciones más contra China.
Recomendaciones del Departamento de Comercio
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Imposición de arancel de al menos 7.7 % sobre todas las exportaciones de aluminio de todos los países.
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Un arancel del 23.6 % en todos los productos de China, Hong Kong, Rusia, Venezuela y Vietnam. Los demás países estarían sujetos a cuotas equivalentes al 100 % de sus exportaciones de 2017 a EE. UU.
- Cuota para todas las importaciones de todos los países equivalentes a un máximo del 86.7 % de sus exportaciones de 2017.
En un primer análisis, se estima que la imposición de aranceles puede ser un arma de doble filo. Por un lado, beneficiaría a los grandes productores estadounidenses, alentaría esta rama de la economía y modificaría la balanza comercial negativa. Por otro lado, elevaría los costos de producción de otras ramas como la automotriz, la cual dislocó su producción hacia países con mano de obra barata, bajos impuestos y materia prima barata.
Los principales socios de productos siderúrgicos son:
Canadá: 16 % Brasil: 14 % Corea: 10 % México: 9 % Turquía: 6 % Japón: 5 % Otros: 40 %[4]
Reacción de la derecha neoliberal en América Latina
Los Gobiernos de Brasil, México y Argentina reaccionaron frente a estas medidas, planteando su preocupación pero sosteniendo que su voluntad es siempre llegar a acuerdos mediante la negociación, evitando mayores enfrentamientos.
El presidente brasileño, Michel Temer, advirtió que “Estamos en contra de cualquier proteccionismo, a favor de la apertura plena de nuestros mercados y (…) de los extranjeros en relación a Brasil”,[5] declaración emitida en la sesión de apertura del Foro Económico Mundial para Latinoamérica en Sao Paulo –evento que tiene como principal tema de agenda “la corrupción”, omitiendo una vez más los factores estructurales que afectan a la región–.[6]
En México, se resguardan en el hecho de que la medida no se aplicaría al TLCAN: la Secretaría de Economía de México señaló que las negociaciones del Tratado “siguen su curso de manera independiente a ésta o cualquier medida de política interna que tome el Gobierno de Estados Unidos”.[7] Se advierte incluso que, en caso de aplicarse, podrían operar a favor de México, que acabaría exportando a su vecino más autos, refrigeradores, estufas, lavadoras y otros productos que contienen acero, porque las empresas que los fabriquen en EE. UU. perderán competitividad al encarecerse el acero.[8]
En Argentina, la más afectada por la medida sería Tenaris, del Grupo Techint, que fabrica los tubos de acero sin costura para uso petrolero.[9] El presidente Mauricio Macri llamó por teléfono a Trump (tal como había solicitado el presidente de EE. UU.) para pedirle que exceptúe al país de estas medidas restrictivas. Lo interesante, es que en la conversación telefónica Trump “subrayó la necesidad de trabajar juntos en la región para traer la democracia al pueblo de Venezuela”.[10]
En el plano internacional, la Unión Europea reaccionó declarando que está en total desacuerdo, pero que confía en que se podrá negociar. El Gobierno chino fue el que rechazó la medida de plano, solicitando que sea retirada lo antes posible, afirmando que va en contra el orden establecido por la Organización Mundial de Comercio (OMC).[11]
Tanto el Brasil de Temer como el México de Peña Nieto, o la Argentina de Mauricio Macri, se han alineado sin demasiadas tensiones a los parámetros políticos, económicos y de seguridad establecidos desde EE. UU. Pero las medidas proteccionistas plantean un desafío a estos Gobiernos, que enarbolan la bandera del neoliberalismo y buscan la “inserción” de las economías en el sistema internacional siguiendo las premisas de las Instituciones Financieras y Organismos Internacionales. El mismo Temer advirtió sobre una “respuesta organizada y contundente” en caso de que EE. UU. no retire las medidas, pero ¿se atreverán los representantes de la derecha neoliberal a enfrentarse al Gobierno de Trump, buscando por ejemplo una alianza con China, que es el Gobierno que ha manifestado su oposición con mayor contundencia? o ¿Solo son capaces de ejercitar su liderazgo cuando hay una causa común con EE. UU., como el hostigamiento permanente contra Venezuela?
Notas:
[4] https://enforcement.trade.gov/steel/license/documents/execsumm.pdf
[10] https://www.urgente24.com/274881-macri-hablo-con-trump-por-los-aranceles-al-acero-y-el-aluminio
(*) Fuente: Celag
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