Por Horacio Rovelli
Gradualismo permanente
(Por Horacio Rovelli) Si hay algo que la derecha aprendió en nuestro país, pese a la torpeza del gobierno de Cambiemos y las profundas limitaciones del presidente Macri, pero con todo el apoyo logístico de los grandes medios de comunicación y formación, es a realizar negocios que los tiene como únicos beneficiados y hacer que la población se sujete lentamente a ajustes y padeceres sin rebelarse, como aceptando mansa y sumisamente que no hay otra alternativa.
Con todos sus errores (y también sus aciertos) el Kirchnerismo en la Argentina (y otros movimientos nacionales y populares en América Latina) lograron demostrar que se puede producir más bienes y servicios, crear empleo, que se distribuya el ingreso con mejoras en la participación de los asalariados en el PIB, con impulso a las economías regionales, con imprescindibles obras de infraestructura en todo el país, y con integración comercial entre los países latinoamericanos.
Pero hay un efecto psicológico, cultural e ideológico que fue mérito de la asesina dictadura y es hacer pensar al que vive de su trabajo, que no es un trabajador sino que es un consumidor y un posible emprendedor y otras estupideces por el estilo, que existe salvación individual independientemente de lo que sucede en la sociedad. Lejos está de la frase de Perón, “uno no se puede realizar en una sociedad que no se realiza”.
El gobierno de los Kirchner dejó un déficit fiscal total en el sector público nacional de 4,5% del PIB ($ 240.000 millones a un tipo de cambio de un dólar igual a $ 9,60, unos U$S 25.000 millones) que se generó íntegramente por el subsidio a la energía y al transporte, esenciales para impulsar la producción (por ejemplo, el acero, el aluminio son grandes demandantes de energía) y a los hogares, pero si bien dicho déficit era importante, se financiaba básicamente con recursos internos.
El gobierno de Macri comenzó con un ajuste clásico, devaluó (el valor del dólar pasó de $ 9,60 a $13.- en el mismo mes de diciembre de 2015, lo que encareció inmediatamente los alimentos) y aumentó las tarifas simultáneamente, produciendo una brutal transferencia de los asalariados, jubilados y pensionados (y todos los que tienen ingresos fijos en pesos) y de los que le venden a los que tienen ingresos fijos en pesos, a favor de las grandes empresas energéticas y productoras y comercializadoras de granos.
Esto es, el ajuste de shock ya lo hicieron, para después instrumentar un plan de ajuste gradual con el mismo fin, reducir el costo laboral e incrementar el precio de los mercados cautivos como son el aluminio, acero, cemento, petroquímica, automóviles, medicamentos, aceite, harina, yerba, azúcar, leche y sus derivados, luz, gas, combustible, etc., conformando una nueva estructura de precios con un alto “colchón” (margen de ganancia) que mantienen durante la gestión de “Cambiemos” y que es la razón por la que apoyan a este gobierno.
Por supuesto que han sabido combinar la política inicial de schock con un ajuste gradual que los obliga a realizar algunas concesiones como la de mantener los planes sociales (obviamente degradados por el aumento de los precios de los alimentos, enseres personales, transporte, energía, etc.), créditos Argenta para jubilados y pensionados, crédito UVA para la vivienda (aunque los dos van a terminar mal por el ajuste de los precios), y ante la expulsión en los dos primeros años de gestión de Macri, de 67.940 puestos de trabajo en la industria manufacturera, como reconoció el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de de la Nación en enero 2018, su reemplazo por monotributistas y changas en el sector servicio y en el informal de la economía argentina, con lo que ganan menos, dejan de hacer un trabajo productivo, pero sobreviven en la economía macrista.
La deuda y el modelo de acumulación
Sin embargo, todo eso no es suficiente, no es que consolidan un modelo para beneficiarse “gradualmente” digamos para usar el término de ellos, sino que como son socios menores del capital financiero internacional (y se benefician con ello), necesitan valorizar financieramente sus ganancias y fugarla al exterior, allí juega un rol preponderante la deuda externa.
En efecto, cuando el miércoles 4 de abril de 2018 el inefable Ministro de Finanzas de la Nación, Luis Caputo, se presentó ante la Comisión Bicameral de Deuda del Congreso de la Nación, por un lado, reconoció un déficit fiscal primario (antes del pago de los intereses de la deuda) de 5,5% del PIB (incrementaron el déficit fiscal fruto de haber reducido los ingresos públicos por la disminución de las retenciones y de la alícuota del impuesto a los bienes personales, beneficiando a los exportadores y a los ricos), y por otra parte, dijo que se iba a ir eliminando en un punto por año el déficit primario, de manera tal que en cinco años y medio ya no tendría necesidad de tomar deudas.
En primer lugar es mentira, porque el gobierno lo que hace es reducir el déficit primario, en base a disminuir los subsidios a la energía y al transporte, rebajar el gasto social (educación, salud, vivienda, asistencia social, etc.), y los haberes previsionales y sociales (de allí la ley de reforma previsional y la modificación de la actualización por 70% de IPC y 30% de RIPTE que significaría un “ahorro” de unos $ 100.000 millones este año 2018 a favor del Estado, al no pagárselo a los beneficiados), con lo que reduce el gasto primario, pero se descompensa ante el mayor pago de los intereses de la deuda.
En la proyección que hace el otro ministerio, el de Hacienda, el déficit fiscal en el año 2019 sería del 5,5%, con un déficit primario del 2,5% del PIB, porque lo que se ahorra en gasto primario, se paga en intereses de la deuda que alcanza el año que viene a 3% del PIB. Ello es porque deben tomar crédito para financiar el equivalente en pesos de U$s 35.000 millones por año, sumaron U$s 70.000 millones en los dos primeros años de gestión de Macri y conformarán un total de U$s 140.000 millones para todo el período 2015-2019.
Lo reconoce el mismo ministro de Finanzas, Luis Caputo, cuando llevó a la Comisión Bicameral un informe sobre la deuda externa de la Administración Nacional que pasó de U$s 240.665 millones al 31/12/2015, a ser de U$s 320.934 millones al 31/12/2107, incrementándose en U$s 80.269 millones, de los cuales U$s 70.000 fueron para cubrir el déficit fiscal, U$s 9.200 millones para pagarle a los fondos buitres (Paul Singer y otros), y la diferencia fueron pagos a los organismos internacionales de crédito (BID, Banco Mundial, CAF, etc.).
La deuda juega un rol clave porque es el mecanismo de subordinación al acreedor (de allí que cuando no se puedan pagar los intereses va a aparecer el acuerdo con el FMI). Debe aclararse que el que toma deuda es el Estado Nacional, como sus pagos los hace en pesos (contratistas, licitaciones, trabajadores, déficit, etc.), debe cambiar la deuda en dólares por pesos con el BCRA, al tipo de cambio “comprador” oficial (al 4 de abril de 2018 a $ 20.-). Esos dólares a su vez, el BCRA como banco de bancos, se lo vende (al tipo de cambio oficial “vendedor” de $ 20,50) a los grandes bancos (y detrás de ello a los grandes operadores), como resultado queda la deuda en dólares al Estado argentino (y con ello a toda la población) sin saber cuál va a ser el valor de la divisa cuando la misma se tenga que pagar, y los dólares lo adquieren (y lo fugan) las familias más ricas de este país, que no tienen ningún límite de compra y de giro para realizarlo.
Peor aún es con el déficit comercial, que fue record el año pasado (U$s por U$S 8.515,1 millones y es el mayor déficit comercial que se tiene registro), pero continuó, en enero 2018 las importaciones superaron a las exportaciones en U$s 986 millones y en febrero 2018 alcanzó U$s 903 millones, con lo que la tendencia es que se incrementa el déficit y se proyecta un cierre en torno a los U$S 11.000 /12.000 millones para el corriente año 2018 (anualizado el déficit del primer bimestre del año 2018, se proyecta en U$s 11.334 Millones).
Se endeudan por U$s 35.000 millones por año para financiar el déficit fiscal, que es básicamente gastos corrientes y una parte mínima va a obra pública. Es creciente el déficit comercial porque se importan productos que nosotros producimos (frutilla de Polonia, naranja de Israel, pera y manzanas de Chile, calzados y textiles de China, muebles de Vietnam, autos de Brasil, etc.), hecho que, en conjunto, hace que la deuda externa crezca a tasas siderales, más sus intereses, con lo que llegará un momento en que nos van a dejar de prestar y se va a tener que vender activos públicos a precio bajo para cubrir la deuda (Activos como tierras fiscales, participación estatal en Vaca Muerta, acciones que están en posesión del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSeS, etc.) .
El futuro inmediato del Gobierno de Cambiemos
En el presente año 2018 el gobierno de Macri buscará reducir el gasto público primario, para lograrlo propone seguir disminuyendo los subsidios energéticos, de transporte y los que surgen de la tarifa social. Además, intentará que las provincias se sumen a la política de reducir el gasto público, pero este conjunto de medidas, controvertidas entre sí, no sólo no están garantizadas, sino que provocaran una caída del PIB dado que el 75% de lo que se produce, se consume en el mercado interno, por ende, menores salarios, menores ventas, en un círculo que se retroalimenta perniciosamente frenando el nivel de actividad.
Como resultado tendremos un magro y sesgado nivel de producción y distribución (donde crecen los sectores beneficiados y se perjudican sideralmente todos los demás), con nuevas ondas de desempleo industrial y su reemplazo por mano de obra precarizada y a menor valor, mientras que hay una minoría (menos del 2% de la población) que se enriquece comprando dólares “baratos” que colocan en bancas offshore y en paraísos fiscales, esos que según el Ministro Cáputo son lícitos y que se deben pensar: “… como si fuera una caja de seguridad. Eso no convierte a las cajas de seguridad en malas, en enemigas (…) ”, y no lo que realmente son, mecanismos para fugar capitales y evadir el pago de sus correspondientes impuestos.
El gradualismo es la forma que tiene el gobierno de Cambiemos para continuar con el lento proceso de extraer recursos del pueblo argentino para dárselos a las grandes corporaciones y sus dueños y Ceos, verdaderos beneficiarios del plan de Macri, quienes lo fugan al exterior, como lo dijo implícitamente el ministro Cáputo de los fondos que administra de sus amigos del exclusivo colegio católico Cardenal Newman y familiares como su no menos famoso primo hermano, Nicolás Cáputo, socio y padrino de casamiento del Presidente Mauricio Macri.
Está en el pueblo argentino abrir los ojos y buscar un programa común que conforme de verdad una alternativa de vida para todos y no aceptar la lógica parasitaria de Cambiemos, para ello primero se debe denunciar constante y firmemente las maniobras de saqueo y fuga de capitales, presentarlos ante la justicia (aún ante esta justicia parcial y sesgada), reclamar por paritarias amplias y libres, exigir cuentas claras en la administración pública y en los balances de las empresas, exigir que los dirigente sindicales y políticos cumplan su rol de dirigentes, investigar todo el proceso de endeudamiento de este gobierno, todo lo que se haga en ese sentido contribuirá a buscar la verdad y con ello se esclarecerá el rol que juega cada uno.
De otro modo, con los medios y la justicia a favor, con la complicidad de gobernadores y dirigentes políticos y sindicales, el macrismo se prepara para ganar las elecciones del año 2019 y sin ballotage.
- Economista especializado en temas fiscales y monetarios. Profesor de Política Económica en la Universidad de Buenos Aires. Ex Director de Políticas Macroeconómicas del Ministerio de Economía. Miembro de EPA (Economía Política para la Argentina).
(*) Fuente: Tecla Eñe
···