Por Andrés Asiain
Incubando una crisis: “El modelo M”
(Por Andrés Asiain) El ministro de Finanzas, Nicolás Caputo, expuso el modelo económico de Macri en un power point, durante su interrumpido paso por la Bicameral del Congreso de seguimiento de la deuda externa. De acuerdo a la filmina proyectada, los tres pilares del modelo M son una macroeconomía ordenada con baja inflación y equilibrio fiscal; reglas simples gracias a la reforma tributaria y desburocratización; y una mayor competencia a través de una inteligente inserción en el mundo y la defensa de la competencia. Sobre esos tres ejes se proyecta una mayor inversión que permitiría lograr un crecimiento sostenido.
Más allá de la opinión que merezca el modelo M, es destacable lo poco que se ha realizado para lograr implementarlo. La reciente aceleración de la inflación y un déficit público que adquiere valores récord cuando se considera el peso de los intereses a pagar por la deuda, hablan de una macroeconomía bastante desordenada. Calificar como inteligente la búsqueda de un tratado de libre comercio Mercosur–Unión Europea, que abre el mercado local a la industria alemana a cambio de perder en sus manos el mercado brasileño, o la desfavorable negociación con Estados Unidos que terminó con la clausura de las exportaciones de biodiesel y la amenaza a la metalurgia, es un castigo a la inteligencia. Otros puntos como la desburocratización o la defensa de la competencia tienen menos realidad que un pokemon.
Aun suponiendo que se hubiesen conseguido esos tres pilares, no está claro que estimulen a la inversión. Las decisiones los empresarios están dadas por las expectativas de rentabilidad de sus proyectos de negocios, y la disposición de fondos para realizarlos. Si el equilibrio fiscal se logra a través de recortes de subsidios que aumentan los costos energéticos y reducen el consumo de la población, la combinación de mayores costos con menores ventas no parece ser la mejor para los negocios. Mucho menos si se le agrega una dosis de inserción “inteligente” que abre el mercado interno a los productos importados, a cambio de regalar los mercados vecinos a la competencia. También complican las altas tasas de interés “para bajar la inflación”, que encarecen el acceso al crédito.
Pero tampoco una mayor inversión es garantía de un crecimiento sostenido. Más allá de que ciertas inversiones no vendrían nada mal, el crecimiento sostenido de la economía se ve jaqueado por permanentes crisis cambiarias. La próxima en gestación es la que incuba la política de endeudamiento, mientras se agrava el rojo de las cuentas externas por el déficit comercial, de turismo, la fuga de capitales y el peso creciente de los intereses de deuda.
Un despegue de la inversión no contribuye a eludir dicha crisis, excepto que se dirija a sectores que permitan ampliar las exportaciones o sustituir importaciones. Es más, como gran parte de la maquinaria y equipos de producción no se fabrican en el país, un salto de la inversión agravaría el déficit de las cuentas comerciales, acentuando el rojo externo que va cocinando la próxima crisis cambiaria.
- @AndresAsiain
(*) Fuente: Suplemento Cash/Página 12
Foto: Joaquín Salguero
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