Por Ariel Mulki

La guerra es la esencia del imperialismo estadounidense

Por Ariel Mulki. Periodista - Licenciado en Comunicación Social - Profesor de Idioma y Cultura Árabe

En primer lugar, como descendientes de árabes y como miembros de la colectividad sirio libanesa en Santiago del Estero nos duele en el alma ver las noticias que nos llegan desde Medio Oriente. Hoy las redes sociales nos permiten seguir en vivo y en directo la escalada de violencia que se desarrolla en esta región del mundo tan distante geográficamente y a la vez tan cercana a nuestro corazón. Repudiamos enérgicamente cualquier tipo de violencia.

En primer lugar, el único responsable de lo que está sucediendo es Estados Unidos, en la figura de Donald Trump. Comienza la década del 2020 y comienza el año electoral estadounidense. Parece que la locura de Donald Trump confunde las campañas electorales con las campañas de guerra. Trump ha lanzado el primer golpe y después ha enviado las amenazas más sangrientas contra las vidas del pueblo iraní y contra su enorme patrimonio histórico y cultural.

En segundo lugar, si bien Irán es de origen persa, limita con el mundo árabe. Y es lamentable ver cómo Estados Unidos utiliza a los países árabes, como Irak, Siria o Líbano como campos de batalla para sus avanzadas bélicas. También es sabido que los líderes de la República Islámica de Irán no van a quedarse de brazos cruzados ante los ataques estadounidenses. En este preciso momento no tenemos ni la más remota idea de qué puede suceder en los próximos días.

Por último, que quede bien claro que la violencia y la guerra son parte esencial de la historia del imperialismo estadounidense. Así como se entromete en Latinoamérica, amenaza a Venezuela, y golpea en Bolivia, hace exactamente lo mismo en Medio Oriente. Ya lo dijo el querido escritor uruguayo Eduardo Galeano hace treinta años: “Una nueva era: los Estados Unidos pueden ejercer impunemente su función de policías del mundo. Y ya se sabe que este país, que nunca fue invadido por nadie, tiene la vieja costumbre de invadir a los demás”.

Fuente: El Liberal

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