Nahuel Sosa
La mano politizada del hombre
Mientras los huracanes y terremotos se presentan como “desastres naturales” que se cobran miles de vidas, la organización cubana mitiga con efectividad pérdidas humanas y materiales.
(Por Nahuel Sosa) Suele decirse que la mano del hombre a la hora de explotar los recursos del planeta hace, deshace, modifica y transforma el medio ambiente a su antojo. Sin embargo, la mano queda paralizada cuando la naturaleza se rebela o, mejor dicho, tan solo cumple con su esencia y presenta toda su inmensidad en eso que comúnmente los seres humanos denominamos desastres naturales. ¿Son estos desastres responsabilidad de los dedos ambiciosos de los hombres? En algunos casos sí; en otros, no. ¿Son sus consecuencias inminentes e irreversibles? De ninguna manera.
Los distintos sistemas tormentosos, como los ciclones, huracanes o tifones tienen resultados en gran medida ineludibles: muertes, heridos, destrucción a gran escala de casas, devastación de zonas enteras, etcétera. No obstante, la mano del hombre puede o no minimizar sus efectos. ¿Cómo se explica que los mismos huracanes que azotan practicante con la misma intensidad a países distintos produzcan secuelas diferentes?
¿Por qué en 2016 el huracán Mathew provocó 1.655 muertes entre Estados Unidos y Haití mientras que en Cuba no hubo ni una víctima fatal? ¿Cuál fue la estrategia para que la mayor isla de las Antillas evacuara a más de un millón de personas en tiempo record cuando se avecinaba Irma, un huracán con vientos mayores a 280 kilómetros por hora?
La mano del hombre ejecuta sus acciones porque hay una mente y un corazón que las orientan. Y como no es una mano individual, sino que es producto de contradicciones históricas, conflictos, luchas que se producen en el ser genérico, es la expresión de una forma de concebir el mundo a partir de valores y sentidos que son propios de una época. Para disgusto de los ajenos, la mano del hombre está politizada y, por lo tanto, lo que hace y deja de hacer es también el resultado de la concepción humanitaria que tiene un Estado de sus políticas públicas y los valores predominantes del sistema económico al que pertenece.
En los primeros años de la revolución cubana, el Huracán Flora casi mata Fidel Castro cuando estaba en la primera línea de la zona de riesgo dirigiendo las tareas de rescate. Cuba, al igual que todo el Caribe, siempre ha lidiado con huracanes. Sin embargo, a partir del triunfo de los barbudos y hasta hoy, la isla manifiesta estadísticas mínimas de pérdidas de vidas humanas en comparación con el resto de los países.
La lucha de Cuba contra el bloqueo de los Estados Unidos hizo, entre otras cosas, que exista un pueblo con fuertes niveles de organización, disciplina y movilización, especialmente a la hora de realizar ejercicios civiles y militares para defender la soberanía. Este funcionamiento también se traslada a la hora de enfrentar huracanes.
La población cuenta con una información muy temprana de los acontecimientos meteorológicos, el Estado garantiza la coordinación de cada entidad de salud pública y se adoptan medidas para asegurar que haya camas disponibles en los hospitales, material quirúrgico y personal suficiente. Es un sistema nacional de defensa piramidal basado en la prevención.
No hay ningún secreto, simplemente es la decisión política de priorizar las vidas humanas frente a los costos económicos que implica para las empresas trasladar a miles de personas y albergarlas. Eso también es Revolución.
(*) Fuente: Revista Rumbos
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