Lic. Alejandro Marcó del Pont
La mayoría de la ropa que se dona termina siendo vendida o exportada
(Por Lic. Alejandro Marcó del Pont) En Kenia se la llama “la ropa de los blancos muertos”, en Mozambique “la ropa de la calamidad”; es la indumentaria de segunda mano o reciclada. La mayoría de la ropa que la gente dona pensando que ayudará a alguien, en realidad termina siendo exportada y vendida en el exterior, una industria que mueve U$S 4.800 millones, y cuyo principal exportador es Estados Unidos.
El mercado de segunda mano no se encuentra restringido a la industria textil, incluye automóviles, aviones, equipo hospitalario, computadoras y, algunas veces, incluso las medicinas que han pasado su fecha de caducidad danzan alegres por los mercados de África. Las camisas formales blancas regularmente terminan en Pakistán donde hay una gran demanda entre los abogados. Los abrigos de invierno viajan a Europa oriental y las camisetas de manga corta y pantaloncillos cortos terminan en África.
No sólo el continente africano se encuentra invadido por estas prendas, México y Bolivia prohibieron el ingreso a su territorio; en el caso mexicano por “riesgo a la salud pública” y en el boliviano el presidente, a través de un decreto en el 2006, invocó la soberanía boliviana, y eximió a su nación de ser el basurero de Estados Unidos.
Detrás de la respuesta estadounidense a la prohibición de África Oriental se encuentra un grupo de 40 exportadores de ropa usada, conocidos como la Asociación de Materiales Secundarios y Textiles Reciclados. Dice que 40 000 empleos estadounidenses, como ordenar y empacar ropa, están en riesgo. Las prendas desechadas por los estadounidenses, según la asociación, terminarán en vertederos en los Estados Unidos y dañarán el medio ambiente si no se venden en el exterior.
Del otro lado, unos 320 millones de habitantes nutren el África Oriental y quien está llevando la bandera de una nueva industrialización, Ruanda, tiene sólo 11 millones. Según la consultora McKinsey el negocio exportador de ropa africana podría alcanzar los U$S 3 millones, algo absurdo para nosotros.
Para darse una idea de lo demencial de la extorsión, Estados Unidos intimó a tres países africanos en 2015 bajo el paraguas de los convenios preferenciales. El primero fue Lesoto, un pequeño país de 1.9 millones de habitantes, que exportó a los EE.UU. U$S 331 millones, algo así como el 7,8% de lo que exporta Argentina a los EE.UU. Del total de las exportaciones el 90%, increíblemente, son prendas de vestir textiles y algodón para grandes firmas, y se le pedía a esta pequeña nación que hiciera ciertas reformas que beneficiaban a compañías americanas.
El segundo país fue Sudáfrica, y este no es menor. Los sudafricanos no permitían importar pollos americanos por dos razones: ser de segunda calidad, lo que los exponía a un precio de dumping y, como consecuencia del valor, afectar a industria avícola sudafricana. El país africano cedió a la imposición americana, y ante este panorama, el tercer país afectado, Kenia, levantó la prohibición del ingreso de ropa de segunda, ya que de los U$S 573 millones que exporta a EE.UU. el 80% son textiles.
Kenia retrocedió rápidamente por tener experiencia en el tema. Hace una década los keniatas tenían medio millón de personas trabajando en la industria textil, hoy sólo 20 000. Por su parte, Gana y Zambia perdieron el 80% de los trabajadores textiles, lo que lleva a que la indumentaria importada de segunda mano sea la única ropa que pueden comprar.
Ruanda, Tanzania y Uganda, casi 100 millones de personas, son los impulsores de las medidas más arriesgadas; de hecho, subieron los aranceles a ropa usada como primera medida defensiva, y debe tenerse en cuenta que la pelea también es con China. Ruanda tiene uno de los mayores costos de energía y transporte de áfrica, aun así Paul Kagame, su presidente, cree que la región debería continuar con la prohibición incluso si eso significaba sacrificar algún crecimiento económico.
Del otro lado, para quienes piensan que existen notorias diferencias entre gobernantes. Grant Harris, el principal asesor del ex presidente Barack Obama en temas relacionados con África dijo: “Es difícil argumentar que Estados Unidos debería seguir dando acceso preferencial a su mercado si el país está tomando medidas que perjudican a las compañías estadounidenses”.
(*) Fuente: El Tábano Economista
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