Opinión

Lic. Alejandro Marcó Del Pont

Made in China 2025

(Por Lic. Alejandro Marcó Del Pont) El objetivo no es simplemente vencer a los Estados Unidos. China se está preparando para el día en que las manufacturas baratas ya no mantengan su economía en marcha. Quiere abrazar industrias que ofrecen trabajos calificados, que no contamine sus cielos y no ensucien sus ríos.

Incluso algunos de sus sistemas más sensibles que manejan computadoras, bancos y laboratorios del gobierno usan chips de Intel y Qualcomm y software de Microsoft u Oracle, una dependencia que considera una vulnerabilidad a largo plazo.

Cuando la Fuerza Aérea de los Estados Unidos quería ayudar a que los robots militares fueran más perceptivos, recurrió a una empresa de inteligencia artificial con sede en Boston llamada Neurala. Cuando la empresa necesitó dinero, obtuvo pocas respuestas del ejército estadounidense. Así que Neurala recurrió a China. ¿Este es un contrasentido entre ayuda, oposición y supremacía?

Esta interesante disputa – asistencia, entre americanos y chinos parece tan distante de nuestra actual realidad que da lástima. Países que desechan la retracción salarial como motor del futuro de sus economías, y posan su mirada en la influencia de las futuras tecnologías que dominen al mundo. Mientras que el liberal gobierno americano entiende que sus empresarios están comprometiendo su futuro por fondos de inversión, interviene con fuertes restricciones la adquisición de empresas estratégicas que comprometan el futuro y la idea de nuevos rediseño de los convenios de la OMC para siglo XXI.

Para entender y aprender, la disputa gira en torno a un proyecto, Made in China 2025, la más ambiciosa de cualquiera de las iniciativas que haya intentado el gobierno, una política industrial nacional que pretende proyectar un nuevo tipo de poder e influencia global, por un lado. Por otro, funcionarios del gobierno y líderes empresariales estadounidenses, alarmados por tal iniciativa, están solicitando un replanteo de cómo los Estados Unidos abordan el comercio y proponen normas más estrictas sobre la compra de tecnología.

Según una parte importante de los funcionarios americanos algunas empresas estadounidenses se han inclinado demasiado por compartir tecnología con países que son enemigos – léase China- lo que no sería una buena idea, el problema es que la flexibilidad americana en cuanto a desarrollo e intercambio se da como contrapartida de fondos invertidos por las empresas asiáticas.

El Plan Made in China 2025 tiene metas, objetivos y cuotas. Para el año 2025, prevé que China satisfaga casi tres cuartas partes de su propia demanda de robots industriales y más de un tercio de su demanda de chips para teléfonos inteligentes automóviles de nueva energía, como coches eléctricos y dispositivos médicos de alto rendimiento.

Siguiendo la lógica y copiando en realidad un plan alemán llamado Industres 4.0 tendiente a la automatización y a la creación de fábricas inteligentes, los fabricantes chinos sorprendieron llegando a un acuerdo con la compañía de robótica avanzada alemana Kuka. Donde la tecnología no se puede comprar, el gobierno quiere que las compañías chinas la extraigan de firmas extranjeras a través de acuerdos o nuevas leyes.

Todos estos acuerdos se están empezando a instalar en una reluciente área industrial de la ciudad de Chengdu llamada Tianfu Software Park (foto de artículo). El parque representa la visión del futuro de Beijing. Los árboles y las aceras repletas de bicicletas para compartir, se relajan bajo una vasta franja de torres de oficinas, hoteles y complejos de apartamentos. Las oficinas de las empresas más innovadoras de China, como Huawei y Tencent, se sientan junto a avanzadas de sus análogos extranjeros.

Las empresas chinas se han convertido en importantes inversores en nuevas empresas estadounidenses que trabajan en tecnologías de vanguardia con posibles aplicaciones militares. Las ofertas están sonando las campanas de alarma en Washington. Según un nuevo libro blanco encargado por el Departamento de Defensa, Pekín está alentando a las empresas chinas con estrechos vínculos gubernamentales a invertir en nuevas empresas estadounidenses especializadas en tecnologías críticas como inteligencia artificial y robots para avanzar en la capacidad militar de China así como en su economía.

El informe fue encargado antes de que el presidente Trump asumiera el cargo, algunos republicanos han pedido una regulación más estricta de las adquisiciones extranjeras al otorgar un mandato más amplio al Comité de Inversión Extranjera en los Estados Unidos. Conocido como CFIUS (The Committee on Foreign Investment in the United States), el comité revisa las adquisiciones extranjeras de compañías estadounidenses, pero los críticos dicen que su alcance no incluye acuerdos más pequeños y que tiene otros puntos débiles.

Algunos legisladores de los Estados Unidos proponen endurecer las leyes estadounidenses de adquisición para evaluar los acuerdos sobre una base de seguridad tanto económica como nacional. También presionan para que se revisen los acuerdos de licencia y las empresas conjuntas. El representante comercial de los Estados Unidos también ha iniciado una investigación sobre si las empresas chinas están robando propiedad intelectual.

La torta parece haberse dado vuelta, y aunque resulte paradójico China es la que tiene el dinero, los capitales que en otras épocas dominaban al mundo sea G. Britania o EEUU, hoy son asiáticos, y estos fondos determinan que tan laxas son las barreras que detienen la adquisición y desarrollo de nueva tecnología.

Made in China sacó a patadas las ventajas comparativas y la oportunidad futura de exportar manufactura de alto valor agregado. Es simple, las tan mentadas y mentidas ventajas comparativas, se adquieren.-

(*) Fuente: El Tábano Economista

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