Opinión

Por María Laura Torre

Mirar es poner el cuerpo

(Por María Laura Torre (Especial para Motor Económico)) Transcurre el mes de febrero de un verano muy distinto al del 2016 para los y las docentes. En ese entonces, apenas asumía el nuevo Gobierno y la gobernadora Vidal decidió escuchar nuestro reclamo.

Ese año también hubo debate y Paritaria Nacional, se respetaron las leyes y comenzó el ciclo escolar a término. ¿Por qué? Justamente por eso, porque existió una decisión política para que se concretase.

Continuemos recordando lo sucedido con este mismo gobierno.

2016: 40 por ciento de aumento a nivel nacional y 36% en la provincia de Buenos Aires. 72 horas de consulta en todas las escuelas. Los y las trabajadoras de la Educación aprueban el ofrecimiento del Gobierno.

2017: tardíamente, comenzó la Paritaria el 6 de febrero. Recién en julio se firmó el acta paritaria. Más que un gesto de la Gobernadora y del Presidente: maltrato y destrato, una y otra vez. Amenazas, persecución sindical, mentiras, represión, gas pimienta y una política sistemática de culpabilización a los docentes y a la Escuela Pública por supuestos magros resultados en el aprendizaje. La lista continúa.

Nada es espontáneo. Un plan sistemático de destrucción, mercantilización y privatización de la Educación Pública bonaerense estaba en marcha.

2018: el Ejecutivo decide no convocar (por segundo año consecutivo) y, mediante un decretazo, intenta borrar la Paritaria Nacional Docente y la Ley de Financiamiento Educativo. Al calor de la calle, el grito es uno solo: “QUE NOS DEVUELVAN LA PARITARIA NACIONAL”.

No es un pedido vacío, no, porque mediante esa ley se lograba fijar un piso de igualdad para el sueldo inicial de los docentes de la Quiaca hasta Tierra del Fuego. Un piso de igualdad imprescindible, necesario y ampliamente reconocido por sus efectos virtuosos.

A partir de su implementación, se fijaba el incentivo docente, parte importante de nuestro salario. Además, en aquellas provincias donde, por las propias arcas provinciales no se llegaba al piso salarial fijado por la paritaria, el Estado era quien lo garantizaba a través del Fondo de Compensación Salarial, para que todos los docentes quedaran en un pie de igualdad.

Aprender y enseñar requieren de condiciones materiales. Históricamente, nuestros sindicatos han sido baluartes en la defensa de la Educación Pública: que un maestro o un profesor en una isla, en zonas rurales o suburbanas, en horarios diurnos o vespertinos, en jardines maternales o escuelas técnicas o de educación especial, en escuelas de idiomas o de artes, en zonas más pudientes o en barriadas populares donde sólo ingresan los docentes, cuente con un salario digno debe ser el primer compromiso de quienes nos gobiernan. Empobrecer a los maestros es empobrecer a la Escuela Pública, donde día a día se entrelaza y se construye la relación entre la educación y la democracia.

De la situación en Buenos Aires ya está todo dicho. A pesar de comprometerse públicamente, la Gobernadora Vidal no se dispone a discutir desde noviembre, aunque así lo haya expresado el año pasado: “Quiero pedirles a las familias que se queden tranquilas: para el año que viene va a haber mucho tiempo para dialogar”, decía en los medios en julio del 2017.

Hoy, la señora Vidal es la única que habla de paro para atemorizar a las familias y confrontarlas con los docentes. Sin embargo, un largo río de décadas de trabajo compartido cimientan la relación entre la Escuela Pública bonaerense y sus comunidades.

Hoy nosotros, como organización sindical, una vez más somos los que tenemos que solicitar el espacio para la negociación salarial y para hablar de calidad educativa: hace 100 días que está violando el acuerdo paritario, sin sentarse a dialogar.

¿Qué es lo que viene?

La próxima semana los docentes volveremos a las escuelas, a trabajar y a debatir. Dos consignas claras: la organización y la unidad. Un solo pedido en todos los pizarrones: que resuelvan en paritarias nuestro reclamo para poder enseñar y aprender. Ese es nuestro principal derecho.

Del otro lado: sólo un mal gesto, casi una mueca cargada de desprecio.

Lanús. Una compañera de SUTEBA busca a la gobernadora para entregarle un petitorio. No está sola, la compañera. No está sola porque representa la Escuela Pública, porque con ella estamos todos.

El petitorio pide lo que el conjunto de los docentes reclamamos: dialogar en paritarias y resolver las situaciones que deterioran la Escuela, que quiebran la dignidad en la que debe darse el proceso de enseñanza y aprendizaje, que afectan seriamente a los estudiantes y a los maestros; ambos protagonistas de ese proceso.

Vidal mira, detenida por la cámara. Lo toma de mala manera, no como Gobernadora del pueblo bonaerense. No la mira; no nos mira. No puede, no quiere, ni está dispuesta a mirarnos.

Pero sabe a quienes tiene delante: a los maestros bonaerenses. Somos miles, cientos de miles. No es la primera vez que enfrentamos gobernadores que no escuchan. Nuestras alforjas están cargadas de paciencia larga. Somos educadores, bordamos el tiempo de la enseñanza. Enseñamos a leer y a escribir, a contar, a reconocer los procesos históricos, las regiones geográficas: quien enseña, sabe de la complejidad de la tarea.

Nuestra tarea de educar es inmensa. Aunque sea hoy tan atacada, defenderemos nuestros derechos porque nuestra paritaria es la garante de no habilitar la demolición de la Educación Pública.

Mirando a los ojos a quienes nos gobiernan, reclamamos que respondan a nuestro derecho y reclamo.

Mirarse a los ojos puede ser el comienzo de todo. De una pelea, de un amor, de una amistad, de una despedida, de un juego. Gran parte de los acuerdos se basa en la mirada. La mirada es un gesto, el mayor de los gestos. La mirada palpa, empuja, detiene, sostiene, traspasa. Mirar es poner el cuerpo”. . Daniel Calmels

  • Docente, militante y Secretaria General Adjunta de SUTEBA

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