Félix Ángel Córdoba
Números que mienten
(Por Félix Ángel Córdoba (Especial para Motor Económico)) “Todo es cuestión de medidas” rezaba aquella vieja canción y sin darnos cuenta esa frase se inserta en un uso dominante de nuestra época, la traducción de cualquier cosa a la esfera de los números. El señorío de lo numérico en nuestras vidas nos hace creer que es imposible escapar a la práctica de representar todo mediante escalas, cifras o estadísticas. Nuestro lenguaje cotidiano está poblado de dígitos, cotizaciones, índices y tasas de toda clase. Tal vez debiéramos preguntarnos como se relacionan realmente los números y las realidades que dicen representar.
¿En qué se parece el mapa al territorio?
En un mundo en el que reina lo diferente, lo extraño, lo disímil, el carácter que domina la forma de representar tiende a desechar lo particular que posee cualquier fenómeno para sumirlo en escalas que no pueden recoger la peculiaridad de los objetos. El valor de lo singular es ahogado, olvidado, globalizado, es decir transformado en algo que no es.
Podríamos pensar que el solo hecho de definir algo puede significar una violencia. Decir algo sobre algo es determinar, decidir, es hablar por los objetos. Pero la magia de las palabras puede recuperar alguna verdad de los objetos si es que en ellas hay mayor interés por comprender que por dominar. Si la palabra esta abierta, los sentidos de la realidad pueden pasar a través de ella; será necesario luego repensarla, discutirla y nombrarla para conocerla una y otra vez, a la palabra y a la realidad.
El número no es la palabra
El lenguaje numérico no puede interpretar, por ejemplo, el sentimiento humano. No habrá que confundir entonces la realidad con la estadística que habla sobre ella. ¿Qué nos sucede cuando observamos los dígitos que representan al nivel de pobreza, desempleo, mortalidad infantil y desnutrición?, ¿podremos captar aunque sea una milésima parte de la experiencia del sufrimiento concreto de nuestra gente?. ¿Qué pensamos de los discursos oficiales y de las palabras que explican los fenómenos en las grandes cadenas de la información?, ¿podemos entender la diferencia entre esa ficción y la realidad?
Hablamos casi alegremente el lenguaje de los números. Damos y repetimos porcentajes que alguien decidió. Sin embargo ninguna de estas estadísticas pueden trasladar la vivencia de la pobreza, el abandono o el hambre. En todo caso habría que preguntarse si realmente entendemos lo que sucede detrás de nuestras puertas, reales e imaginarias.
Mientras nuestras palabras solo recojan lo importante en lo estadístico o en lo mediático, perderemos el sentido de lo que acontece y por tanto capacidad de lucha; pues la miseria no solo es la falta de pan o de trabajo, sino también la falta de corazón para comprender y de actitud para la acción que cambie un perverso estado de cosas.
Desde esta perspectiva los números no dicen la verdad, mapean una realidad que todavía es preciso conocer. Conocer esa realidad es nuestro derecho como así también nuestra obligación.
- Escritor. Poeta. Compositor
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