Lic. Alejandro Marcó del Pont
Producción de subjetividad
(Por Lic. Alejandro Marcó del Pont) La industria cayó un 0.8% con respecto al mes anterior, pero a pesar de su retroceso continúa su recuperación. La noticia parece algo ambigua, diría oscura, incomprensible, hasta podría tomarse como una broma, si no fuera porque forma parte de la portada del suplemento económico de O Globo del 3 de octubre: “Apesar de queda de 0,8%, indústria segue em recuperação”
La forma de mostrar la noticia tiene ribetes fantásticos; de hecho, en Argentina y Brasil la recuperación económica o brotes verdes están haciendo furor, sobre todo por la ingeniosa manera de exponerlos, se está mejor, pero todavía no llega a la gente, lo que nos lleva a preguntar ¿quién está mejor si no es la gente? Las estadísticas son algo serio, y si no pregúntenle a Nassim Taleb, el autor de El cisne negro.
El cisne negro es un suceso improbable, pero no es el centro de nuestro interés; si lo es que haya dejado expuesta la incapacidad predictiva del sistema financiero cuando el propio sistema está involucrado. Es justo decir que los medios hicieron creer al público en general que nada podía para el boom económico y cuando estalló, que no había otra forma que el mismo público se hiciera cargo del muerto.
Las mentiras y los escenarios predictivos no son patrimonio de los sudamericanos. Siempre que exista un futuro, y el poder maneje los indicadores, lo mejor siempre estará por venir. Nuestra ignorancia y vanidad juega un papel esencial en el andamiaje de los escenarios futuros, y los medios se encargan de afirmarlos. ¿Quién va a recordar que el PBI proyectado para el 2018 era de un 2% y termina en un -1.5%?
La inauguración de la Opera House de Sidney estaba prevista para principios de 1963 con un costo de 7 millones de dólares australianos. Abrió sus puertas diez años después con un costo de 104 millones de dólares australianos. Todos somos testigos de los altos niveles de corrupción australiana.
No es que los australianos sean deshonestos, quizás son malos predictores. De estos yerros con elefantes blancos está lleno el mundo y son bien aprovechados por dueños de los medios. En Argentina o Brasil no habrían dudado ni un segundo si la empresa no pertenecía al poder, de tildarla de monumento a la corrupción, pero nombrando a Australia quizás cause desconcierto.
Entonces, al parecer más que lo que enuncien los datos, es cómo se presenten. Un ama de casa que va a comprar a la feria y el kilo de cebollas incrementó su valor un 30% no puede creer que el índice inflacionario sea de 1.2% ese mes. Pero inexplicablemente en algunos momentos lo cree y en otros no. De todas maneras en ninguno de los periodos tiene conocimiento de la existencia de una canasta de bienes que determina el valor, ni de la ponderación de cada bien en la canasta y en el índice total.
Pongamos un ejemplo de credibilidad sin hilar muy fino. En el 2015 en Argentina la inflación fue de un 24%, en el 2016 de 41%. El gobierno actual se rasga las vestiduras de su inquebrantable cruzada contra la inflación, la cual se atribuye como un logro haberla bajado al 23.5%. Sí, el mismo gobierno que la multiplicó por dos, ahora dice estar ganando la lucha inflacionaria por llevarla a los niveles del 2015 que tenía con el gobierno anterior que, de manera indiscutible, y según los grandes medios y con apoyo social, era muy altos.
Entonces como es posible que en Brasil pueda decir lo que expresó el suplemento económico de O Globo. Bueno, tiene que ver con la forma de exponerlo. Por ejemplo, contra agosto del 2016, la industria creció un 4%, pero como cayó contra el mes anterior no pueden titular “fuerte aumento industrial”. Es muy parecido a la evolución de la economía argentina, el año anterior fue tan malo que cualquier numero parece dar positivo.
Lo primero que uno tendría que preguntarse es cómo un gobierno que tiene en contra al 95% de la población no sólo gobierna Brasil, sino que produce leyes de flexibilización laboral, de congelamiento del gasto y privatizaciones. Porque el que gobierna es el 5% restante, los que ponen los titulares.
Miremos los indicadores de la industria. Cuando Temer asumió la presidencia de manera interina, en mayo del 2016, la industria cayó con respecto al mismo mes del año anterior -8.5% y un -0.5% con respecto a abril del 2016. Por eso, si se toma 2017 contra 2016, los números darán bien, no así si se comparan contra el 2015.
Pero resultan un poco más comprometidos los números si vemos el mismo 2017 a profundidad. Si bien la caída fue del -0.8% frente al mes anterior, las cuatro actividades que más cayeron representan el 40% del resultado y son, nada menos, que alimentos -5.5%, que representa el 14% de la industria, máquinas y equipos -3.80%, derivados del petróleo -1.6% y extractiva -1.1%.
Se entiende, no importa el número, no importa el indicador, importa su presentación. Por eso creo que O Globo está realmente enfrentado con el gobierno ya que podría haber titulado: “La industria automotriz creció después de tres meses”, “Caen sólo 8 de las 24 ramas de la industria”, “Entre enero–agosto la industria avanza 1.5% respecto al año anterior”.
Quizás no pueda por el PBI, que cayó -1.4% en el segundo trimestre del 2017 o porque los servicios tiene una retracción de -5.70, o porque el desempleo aumentó a un 13.70% cuando estaba en el 10%. En el 2017 el crecimiento del PBI puede ser de 0.7%, quizás cero o negativo, pero en el 2018 el BCB, las consultoras en su conjunto y el FMI, dan un sólido crecimiento de entre el 2.6% y 2.8%. El futuro es nuestro.
(*) Fuente: https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2017/10/05/produccion-de-subjetividad/
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